Mar 04, 2024

Un acuerdo mañoso

Alberto Rial, geofísico petrolero venezolano, opina sobre el reciente acuerdo firmado en la Asamblea Nacional de Venezuela para fijar la fecha de la elección del Presidente de la República que se debe realizar este año y que, a pocos meses del acto electoral, cunde la incertidumbre en una Nación que debe enderezar su rumbo para -entre otras prioridades,- elevar su producción de petróleo a sus niveles históricos de 3 millones de bpd.

María Corina Machado y Nicolas Maduro

El pasado miércoles 28 de Febrero, en la sede de la Asamblea Nacional, se firmó el Acuerdo Nacional sobre Principios Generales, Calendario y Ampliación de Garantías Electorales para las elecciones presidenciales 2024. El grupo firmante, bastante variado, abarcó gente de diverso origen y trayectoria. Desde los presidentes de Fedecámaras y Fedeindustria hasta algo que se llama “representantes del sector religioso”, rectores de las universidades privadas, una multitud de partidos políticos, algunos conocidos y otros no (los alacranes están todos), agrupaciones con múltiples objetivos y dirigentes de grupos que muy poca gente conoce. Hay nombres tan etéreos como Movimiento de Campesinos y Estudiantes de la Oposición.

Aparte de varias declaraciones de principios, como el compromiso de respetar los resultados de las elecciones, promover un proceso electoral incluyente, garantizar la publicidad en igualdad de condiciones e invitar a observadores internacionales que estén dispuestos a respetar las leyes de la República, el resto del acuerdo se limita a una lista de fechas propuestas para la realización de los comicios, según fueron sugeridas por los firmantes.Se presentaron 25 fechas posibles, que comienzan el próximo 3 de abril, según propusieron el Movimiento Ecologista y un grupo que se llama Cultores y Cultoras, y finalizan el 8 de diciembre de 2024 –adelantada por los partidos CONDE y UP- como la más tardía. Estas fechas, junto con el documento, serán entregadas al CNE para que delibere y finalmente decida sobre el día definitivo de las elecciones.

En el acuerdo no estuvieron presentes los integrantes de la Plataforma Democrática –la que firmó el acuerdo de Barbados- ni ninguno de los representantes de los partidos que de verdad mueven gente en la oposición. El oficialismo llegó a decir que los movimientos firmantes representan a más del 85% de los venezolanos, pero un simple repaso por las firmas y los nombres, junto a lo que dicen las encuestas más recientes, revelaría una cifra de seguidores que rasguñaría el 15%, en el mejor de los casos.

Por supuesto que viniendo del régimen el documento no es inocente, ni mucho menos. El tiempo, la forma y los firmantes están calculados para sacar del juego a los que cuentan y meter en el campo a los que se cuadran con el chavismo. En este sentido, hay un párrafo en particular que tiene un piquete inconfundible. Entre los principios generales que gobiernan el acuerdo está el de “rechazar categóricamente el paralelismo institucional promovido por movimientos desestabilizadores y antidemocráticos que han pretendido posicionar figuras ficticias que atentan contra la institucionalidad democrática del país, consagrada en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”. En palabras más claras, todo lo que salió de las primarias, más la oposición que no firmó el documento (y cualquier candidato sustituto que muestre apoyo suficiente para derrotar a Maduro) será rechazado y marginado porque se trata de “figuras ficticias y antidemocráticas”. O sea, María Corina Machado no iría para esa fiesta a pesar de su respaldo mayoritario, mientras que el rival o rivales del oficialismo serían uno o varios alacranes y esquiroles dispuestos a hacerle reverencias al status quo.

Esta nueva maniobra deja en la calle al acuerdo de Barbados y vuelve a poner en evidencia lo de siempre: los rojos quieren mantener el poder a toda costa.Para aderezar el asunto, la encuestadora Datincorp señaló en un sondeo reciente que el 70% de los encuestados está a favor de que la Sra. Machado tenga un candidato sustituto, por si no logra la habilitación para participar en las elecciones. Asumiendo que la pregunta estuvo bien formulada, y siguiendo la línea de nuestra historia reciente (remember 1998), la gente se equivoca. El público (del cual un 80% rechaza al régimen, también según Datincorp) no parece haber hecho una conexión que debería ser obvia:el candidato sustituto sería el inicio del fin para la oposición. Sería el boquete en la línea de flotación; la primera derrota que abriría el chorro para las muchas que vendrían después.

Alberto Rial es Ingeniero Geofísico de la Universidad Central de Venezuela (1973) con Maestría en Gerencia del Massachusetts Institute of Technology en 1986. Comenzó su actividad en 1973 en la industria petrolera venezolana (PDVSA), donde permaneció 17 años en cargos técnicos y gerenciales, entre ellos Gerente de Ventas Internacionales de una de las filiales de PDVSA.