Jun 02, 2022

Los peligros (reales) del CO2


 

Jorge Zajia

Jorge Zajia | Editor in Chief

Estudios muy bien sustentados, estiman que las compensaciones que tendrían que pagarle los gobiernos a las compañías petroleras por la cancelación de proyectos de explotación de petróleo y gas, aprobados y no comenzados, es de unos 350.000 MM$.

350 mil millones o 350 billones de dólares americanos. Una cantidad astronómica que solo puede ser pagada al costo de la quiebra económica de los países desarrollados, que son los más fervientes propulsores de una acelerada transición energética. En total, dice uno de los estudios, son 1.800 contratos de inversión en 95 países protegidos por tratados, susceptibles de reclamos y demandas.

Si bien la comunidad mundial pide cada vez con más fuerza que se detengan las inversiones en recursos energéticos fósiles para evitar una catástrofe climática, los entendidos advierten que los estados no tendrán suficiente dinero para enfrentar los reclamos y demandas legales por terminar unilateralmente los lazos con las empresas de energía con alto contenido de carbono; lo cual tipifica “supuestas violaciones de acuerdos comerciales y de inversión”.

La Tierra se está calentando. Eso es un hecho mensurable que no se puede, ni se debe ignorar y tiene que ser solucionado; pero sobre esta cuestión se mueven muchos intereses, que no siempre son sinceros y honestos.

La incertidumbre que pesa sobre esta diatriba es cuál es realmente la contribución de los hidrocarburos al porcentaje de CO2 en la atmósfera; y si más bien son otros los factores que contribuyen más decisivamente en ese porcentaje; algunos que dependen de hombre, como la quema y la tala indiscriminada de los bosques y otra, de origen natural, como lo son los rayos del Sol.

Son muchas y muy calificadas las voces que advierten que no es la quema de petróleo y gas (y carbón) lo que más contribuye con el contenido de CO2 en la atmósfera. Para duplicar el porcentaje actual del del contenido de CO2 en la atmósfera, se necesita 130 años al ritmo actual de crecimiento de la quema de hidrocarburos y aún con ese porcentaje sus efectos sobre el calentamiento global, sería insignificante.

No tenemos herramientas científicas para asegurar o debatir esa aseveración; como tampoco podrían tenerla quienes aseguran lo contrario; pero si podemos citar aseveraciones científicas que demuestran que el CO2 ha desaparecido progresivamente de la atmósfera al ser absorbido por los océanos para ser secuestrado como calizas o convertido en combustibles fósiles a partir del exuberante crecimiento de las plantas.

Como resultado, el CO2 atmosférico se ha reducido unas mil veces desde su punto más alto del 35%, 350,000 ppmv, para llegar a los niveles actuales alrededor de 400 + ppmv.

Por lo tanto, las reducciones de CO2 y los sacrificios económicos y sociales que ellos implican, lejos de sostenerse sobre la base de pruebas científicas válidas, se promulgan sobre la base de emociones cuasi religiosas y la propaganda activa del gobierno, por lo que, todos los esfuerzos para reducir el CO2 son inútiles y solo provocan lesiones económicas masivas a las naciones desarrolladas.

Este conocimiento, lo podemos ver fácilmente, ha llamado poderosamente la atención de las mujeres y hombres de gobierno, quienes en los tiempos recientes están adoptando una postura menos agresiva y gradualmente se han estado deslizando hacia facilitar un mayor consumo de hidrocarburos y carbón.

(continuará)