Hacia una Taxonomía Sencilla de la Corrupción Venezolana

Por: Gustavo Coronel


 

Gustavo Coronel, geólogo venezolano

Es necesario establecer un sistema de investigación y de castigo de la corrupción que ha destruido a Venezuela. La corrupción es solo una y aplica tanto al ministro o presidente de un país que trafica con drogas o roba miles de millones de dólares como al portero del ministro que recibe $20 para dejar pasar a quien no le corresponde. La carencia de una razonable taxonomía de esta aflicción ha contribuido a impedir que su combate sea efectivo. La gente encuentra muchas excusas para no hacer nada, entre otras:

  • Nadie sabe que es, ¿Cuál es la frontera entre corrupción y recibir un favorcito?
  • Puede ser hasta útil, pues acelera los asuntos administrativos que nos interesan
  • Existe en todas partes, en países atrasados y adelantados
  • Sus raíces son demasiado profundas, algunos hasta dicen que genéticas
  • El cambio tomaría demasiado tiempo
  • Todo el sistema está tan podrido que los anormales son los honestos
  • ¿Qué puedo hacer yo por mi cuenta?

Por supuesto, cada una de estas excusas puede y debe ser combatida. Sin embargo han generado mucha pasividad  y conformado una actitud colectiva que ha hecho muy difícil mover el carromato de la anti-corrupción. Ello ha sido ayudado por la cuantía de nuestro ingreso petrolero, ya que el dinero ha sido obtenido sin mucho sudor. El venezolano llegó a pensar que  los barriles de petróleo eran inexhaustibles y codiciados por el resto del mundo que “se vendían solos”.  Si el río tenía tanta agua llenar un baldecito personal no haría mucha diferencia.

El desastre venezolano de los últimos 20 años ha erosionado la validez de algunas de estas excusas. Por ejemplo, la frontera entre corrupción y los favorcitos ha sido bien delineada por Alejandro Andrade o Raúl Gorrin o Tareck El Aissami o Rafael Ramírez, o Alex Saab o la familia Chávez, quienes están involucrados en la sustracción, derroche y desvío de miles de millones de dólares de los venezolanos. Gracias a estos grandes corruptos ya no hay manera de equivocarse entre corrupción y un favorcito. Chávez dejó que Andrade se robara unos mil millones de dólares y tuvo que ser la justicia estadounidense la que actuara para hacerlo preso. A los otros arriba mencionados los andan buscando. Gran diferencia con el favorcito, el que hace una secretaria cuando le enseña a un contratista los términos confidenciales de una licitación porque  recibe una cesta de navidad todos los años. También esto corrupción, conceptualmente idéntica a la otra pero de otro grado de magnitud.

En base a este tipo de consideraciones quizás deberíamos clasificar a la corrupción venezolana de una manera sencilla, que nos haga más fácil su comprensión y su combate. Hay muchas maneras de hacerlo pero una muy sencilla sería hablar, como en lo relacionado con los aviones de pasajeros, de primera clase, clase ejecutiva y clase turista, quizás agregando una cuarta clase, la de quienes viajan sin pagar, esos parásitos del sistema que guardan silencio y son conocidos en el mundo político como compañeros de ruta.

 

LAS CLASES DE CORRUPCIÓN

En base a esta sencilla taxonomía se podrían dividir a los corruptos en esas cuatro clases, combinando las magnitudes del daño material y del daño espiritual/moral que le han hecho a la Nación.

 

CORRUPTOS DE PRIMERA CLASE

Los Corruptos de Primera Clase son aquellos que no solo cometen actos que causan daños materiales significativos, sino que también le causan un gran daño directo de naturaleza espiritual/moral a la Nación. En lo material, podríamos establecer una magnitud de daño material, igual o mayor de $20 millones, una suma arbitraria pero que desafía la imaginación de la inmensa mayoría de los venezolanos de clase media, cuyos ingresos de toda una vida han estado, a lo sumo, en el rango de $100.000 a $1.500.000. Ya existen informes de corruptos venezolanos quienes han robado sumas en exceso de mil millones de dólares.

A esta magnitud física hay que agregar el daño espiritual/moral causado a los venezolanos por su acción. Por ello, en esta clasificación incluiríamos a los jefes de estado, sus ministros, los presidentes de empresas y agencias del estado, los magistrados de un poder legislativo podrido, los funcionarios de los demás poderes constitucionales, los embajadores que han representado y representan estos regímenes ilegítimos y salvajes y los altos representantes de las Fuerzas Armadas, ya que todas estas personas han sido puestas a cargo de proteger la constitución y las leyes y de promover el bienestar de la población del país desde las funciones que desempeñan.  Esta gentuza ha promovido actividades diseñadas para enriquecerse a título personal y para construir un imperio mal llamado socialista en la región latinoamericana y, aun, en otras áreas del planeta, utilizando indebidamente los recursos de la Nación venezolana. Para este grupo deberá exigirse la inversión de la carga de la prueba, es decir, deberán ser considerados culpables mientras no demuestren su inocencia.

La combinación de estos criterios no dejaría lugar a dudas que los corruptos venezolanos de primera clase incluyen a personeros como Nicolás Maduro y su esposa; la familia del fallecido Chávez; Tareck El Aissami, Diosdado Cabello; los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, los presidentes de CVG, PDVSA etc. durante la etapa de Chávez y Maduro, con las excepciones que apliquen, el presidente del Banco Central, el Alto Mando Militar en pleno y, estimo yo, unos 650 otros funcionarios de primera línea, no solamente de este régimen sino, muy importante, del régimen de Hugo Chávez. Gente como Tobías Nóbrega o Rafael Ramírez o Jorge Giordani no pueden esconderse bajo el pretexto de que ellos eran “chavistas originarios”. Fueron activos participantes del desastre y le causaron gran daño a la Nación.

Esta clase está integrada por unos 650 a 700 miembros de los regímenes de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Por cierto, la lista ya existe, casi completa y está siempre en proceso de revisión por un grupo no formalmente constituido de investigadores que han hecho su labor sin remuneración alguna,, motivados por el deseo de que se haga justicia.

 

CORRUPTOS DE CLASE EJECUTIVA

En esta clasificación se incluyen aquellos “hombres y mujeres de negocios” quienes han cometido sus fechorías al amparo del poder político, ya sean testaferros de los funcionarios públicos, contratistas, socios, familiares, banqueros amigos o simples compañeros de parrandas. El criterio fundamental para incluirlos en esta clasificación no es tanto el monto de lo robado, el cual puede ir desde un millón hasta los miles de millones de dólares, sino el hecho de que representan un inmenso lastre que asfixia todo intento de progreso para la Nación. La Venezuela chavista/madurista ha sido pródiga en esta clase. Pensemos en Alex Saab, en Roberto Rincón, en Wilmer Ruperti, en los bolichicos que le han dado mal nombre a sus familias, en Raúl Gorrín, en los banqueros de ambas dictaduras que hoy lavan su dinero en USA y Europa por medio de donaciones o matrimonios de alta “suciedad”, en las pandillas de lavadores de dinero de PDVSA y CVG. A esta clase ejecutiva también pertenecen empresarios y líderes políticos de otros países, como es el caso de Odebrecht, de Evo Morales, de los Kirchner, de Daniel Ortega, de Fernando Lugo, de Zelaya, de José Mujica, de Rafael Correa y, por supuesto, del castrismo cubano. Esta es una gente de la misma baja ralea del chavismo/madurismo conectada íntimamente a la teta del régimen, formando parte de una cleptocracia regional empeñada en un proyecto geopolítico hamponil. En este grupo hay unos 300 miembros, en su mayoría bien identificados o fácilmente identificables

 

CORRUPTOS DE CLASE TURISTA

Esta clase está integrada por miles de funcionarios de mediano y bajo nivel de los regímenes ilegítimos que han hecho una vida cómoda y hasta holgada, gracias a sus manejos dolosos, especialmente en la categoría del tráfico de influencias y de las múltiples manipulaciones administrativas que son posibles en una administración sin reglas o sin voluntad de transparencia, donde el ejemplo es dado por la actuación de narcotraficantes y lavadores de dinero a los más altos niveles. En la llamada cuarta república esta clase recibía el nombre de “roba gallinas” debido a la relativa poca importancia de sus crímenes. ¿Se acuerdan ustedes de la funcionaria de CADAFE que Luis Herrera jubiló con pleno salario por “pérdida de la libido”?. En esta etapa chavista ya no se puede hablar de “roba gallinas” porque hasta esta clase turista se ha apropiado indebidamente de sumas que fácilmente sobrepasan el millón de dólares. Son artistas en la sobre facturación, como fue el caso de los directores de la empresa PDVAL, mejor conocida como Pudreval, quienes importaban comida podrida a precios de  ganga y la facturaban a precios de primera calidad para engolillarse la diferencia o como fue el caso de la contratación de empresas  cubanas para suministrar documentación de identificación a Venezuela, contrato que luego fuera dado a una empresa mexicana a menor precio, lo cual originaba una cadena de comisiones ilícitas que iban desde el ministro Carreño hasta los cubanos castristas que servían de intermediarios. Uno piensa en Aristóbulo, en Iris, en Darío, en las harpías del CNE, en los jueces y policías que forman la base delincuencial del sistema.

 

LOS GORRONES

Así como hay gorrines hay gorrones, quienes no están ideológicamente motivados, a quienes solamente les importa como quedan ellos allí. Son la multitud de pequeños y medianos parásitos del sistema. No necesariamente roban sino que tratan de colocarse en posición ventajosa en aquellos escenarios que promueven. En este grupo hay algunos encuestadores, manejadores de “opinión” quienes oxigenan al régimen de manera sutil, para derivar de ello algún beneficio, hablando de la necesidad de paz y entendimiento entre víctimas y victimarios, como si tales entendimientos no fueran una entrega de principios y valores.  Es un grupo de mercenarios, oportunistas y colaboracionistas que dan vergüenza. Algunos niegan el holocausto, otros piden a los venezolanos esperare tres años más para elegir un nuevo “presidente” bajo las reglas del régimen, otros arreglan reuniones secretas y otros promueven grupos de conciliación “mixtos” de chavismo y “oposición” para que todo se arregle por las buenas. Este es un grupo que crece a medida que se alejan las soluciones dignas para Venezuela.

Con una sencilla clasificación como esta podrá llevarse adelante la investigación que requiere la sociedad venezolana para aplicar la justicia a quienes han destruido a Venezuela.

 

Publicado por Gustavo Coronel