Mi blog de Febrero 14, 2023

Cada día llega un tesoro a mi puerta

Por Gustavo Coronel


El New York Times deposita día tras día el mundo en mi puerta y me transporta no solo al escenario de los grandes acontecimientos sino al micro-universo de lo cotidiano y lo sencillo.

Ayer, por ejemplo, leí sobre Michael Gerson, quien escribía los discursos para el expresidente George Bush, hijo. Quienes escriben discursos pueden influenciar las acciones de quienes los pronuncian y  la influencia de Gerson llegó a ser fundamental en moldear lo que Busch denominó conservadurismo con compasión (compassionate conservatism), política que inspiró acciones bipartidistas en el congreso de los Estados Unidos que llevaron a mejorar las condiciones de vida de miles de los más desposeídos en todo el mundo.

En 2019, en la venerable catedral de Washington Michael Gerson dijo: “La promesa de Dios es que al fallar la fuerza aparece la perseverancia. Al fallar la perseverancia aparece la esperanza y, al fallar la esperanza, aparece el amor. Y el amor nunca falla”.

Gracias al NYT he podido leer estas hermosas frases de un hombre a quien jamás había oído nombrar,  frases qué me acompañarán como  tibia cobija espiritual por el resto de mi vida.

Encuentros serendípicos como este  justificarían con creces  su llegada diaria, la cual resuena muy temprano, como a las 4 de la mañana, cuando choca contra mi puerta y me desprende de mis sueños. Entonces, sé que es hora de salir de la cama, hacer café y comenzar a navegar por el mundo que me llega a la puerta.

Hace poco y por tres días consecutivos el periódico le ha dedicado menciones en primera página e historias en las páginas de arte a Gustavo Dudamel, el conductor de orquestas venezolano. Dudamel ha aceptado ir a dirigir la orquesta Filarmónica de Nueva York y esto es gran noticia en Nueva York y en el mundo musical. El análisis del NYT dice que Dudamel llevará consigo a Nueva York, no solo su talento musical, el cual es notable, sino la fuerza de su entusiasmo, además de su atractiva personalidad, todo lo cual ha logrado su éxito en la dirección de la orquesta de Los Ángeles, ciudad donde es hoy un ídolo. Debo confesar que estos análisis y  noticias sobre Dudamel me han llevado a rectificar mi apreciación sobre su persona, la cual se basaba en gran parte en sus infortunadas relaciones con Chávez y Maduro. Dudamel parece haber dejado eso muy atrás.  Hoy día, sus éxitos profesionales honran a los venezolanos, juntos con los obtenidos en la escena mundial por la pianista Gabriela Montero o  el contrabajista Edicson Ruiz, entre otros grandes talentos musicales venezolanos.

El NYT viene cada día a informar, a analizar e interpretar lo que está sucediendo en el mundo.

Los reportajes sobre el terremoto de Turquía y Siria, con sus fotos de antes y después en ciudades me llenan de pavor y de compasión, y a preguntar por qué los niños siempre son las principales víctimas de estas tragedias. Lloramos ante el espectáculo de tanta destrucción aunque experimentamos alegría ante el milagro de algún bebé encontrado vivo entre las ruinas. En la tragedia ha influido poderosamente la corrupción en el manejo de los permisos de construcción, otorgados sin las debidas medidas anti-sísmicas.

La brutal invasión de Putin a Ucrania es analizada cada día con el aporte de mapas, diagramas e historias sobre los esfuerzos heroicos que hace el pueblo ucraniano para seguir viviendo “normalmente” en medio del terror impuesto por el desequilibrado mental ruso, apoyado en un ejército de mercenarios parcialmente reclutado en las prisiones. Estima el periódico que 200.000 rusos ya han muerto en la invasión del suelo ucraniano, muertos por Putin.

Las noticias domésticas nos revelan los mecanismos interiores del mundo político estadounidense y del mundo de los negocios. Describen la irresponsabilidad y el gansterismo de Trump, así como las debilidades seniles de Biden y  la tragicómica vida de ese mentiroso patológico que es George Santos o como se llame en definitiva, ya que ni siquiera su verdadero nombre sabemos con certeza. Esas historias nos pintan la tragedia política estadounidense, caracterizada por la pelea entre las hienas extremistas de ambos partidos, lo cual convierte a los moderados en el proverbial  jamón del sándwich.

Leo que existe entre las adolescentes de los Estados Unidos una verdadera epidemia de tristeza, en gran parte el producto de los años de aislamiento social generados por la pandemia. Curiosamente, los muchachos sufren mucho menos que las muchachas de esta aflicción.

Gracias al NYT comprendo por qué los chinos invierten miles de millones de dólares en fábricas en territorio mexicano cercano a los Estados Unidos, buscando acercarse lo más posible a su mercado más apetecible a fin de abaratar su oferta mientras, al mismo tiempo, ejercen influencia en la región a través del “poder blando”.

Leo sobre tragedias familiares que lucen inexplicables, como la señora que estranguló a sus tres hijos y luego trató de suicidarse, porque una voz satánica así se lo ordenó. La señora se enfrenta a una condena de prisión por vida, aunque su acción parezca haber estado influida por una psicosis post parto.

Una de mis secciones favoritas no es la deportiva, ni la de arte o la de libros – aunque todas ellas me dan inmenso placer y me guían para navegar por fascinantes mundos –  sino la de los obituarios.  Encuentro en esta sección una poderosa fuente de celebración de la vida y de inspiración para ser mejor. Poder leer sobre las vidas de tanta gente maravillosa que pasa por el mundo sin ser conocidos y apreciados más allá de los relativamente estrechos confines de sus familiares y amigos, me hace posible reforzar mi admiración por la conducta del ser humano. Esta semana leí acerca de un aldeano inglés quien comenzó a escribir a los 70 años y, al morir a sus 104 años,  había escrito unos 30 libros, en especial sobre su aldea, de la cual nunca había salido. He leído sobre la maravillosa vida del compositor de bellas canciones, Burt Bacharach, así como acerca de  menos conocidos hombres y mujeres filántropos, escritores, viajeros, inventores, médicos y enfermeras, poetas, gentes ordinarias/extraordinarias, cada quién único y – como cada copo de nieve – irrepetible, lo cual hace sus vidas sagradas obras de arte originales.  El NYT  trae cada día una sección dedicada a estos seres quienes han sido la sal de la tierra.

Podría estar hablando por mucho más tiempo de este tesoro que me llega cada día a mi puerta pero creo que lo que digo es suficiente para ilustrar el impacto que esta entrega diaria ha tenido en mi vida.

 No sé si el recibir el NYT cada día me hará vivir más tiempo pero me está haciendo vivir más intensamente.

ADVERTENCIA: Este escrito no tiene patrocinio de ninguna organización, ciertamente ninguna del periódico que menciono. 

Publicado por Gustavo Coronel