Jorge ZajiaEl 31 de Diciembre de 1975, exactamente a las 12 de la noche, Carlos Andrés Pérez, para ese momento Presidente de Venezuela, izó el tricolor nacional en el cerro La Estrella de Mene Grande, estado Zulia, sitio emblemático de la industria petrolera del país, donde está localizado el Zumaque-1, pozo que marcó el inicio de la explotación comercial a gran escala de la nación petrolera más importante de América Latina.

Mucho se ha escrito desde entonces, a favor y en contra, de este hecho trascendental en la vida económica de la Patria del Libertador Simón Bolívar. De esas posiciones, queremos recordar de nuevo un extracto del discurso que pronunció el 6 de Agosto de ese año, el Expresidente Rómulo Betancourt en calidad de Senador Vitalicio, ante el Congreso Nacional durante el debate que condujo a la creación de Petróleos de Venezuela, PDVSA, y a lo que se ha conocido como la nacionalización petrolera venezolana.

Rómulo Betancourt, con su característica voz clara y vibrante, expresó: “El gobierno ha tenido el cuidado de escoger como miembros de la casa matriz de la industria cuando esté nacionalizada a personas de conducta bien calificada, por su capacidad técnica y por su honradez como administradores y como ciudadanos…. En las compañías dependientes de esta empresa matriz se procurará también situar personas capacitadas y honradas para impedir dos peligros que se han apuntado en esta ocasión que Venezuela va a tomar el dominio absoluto de su petróleo: el peligro de la burocratización y el peligro de la inmoralidad administrativa”.

Las palabras de Rómulo, Padre de la democracia venezolana y el político de América Latina más importante del Siglo XX, germinaron en buena tierra y PDVSA se convirtió en una empresa de clase mundial, líder en desempeño y eficiencia por encima de las petroleras más reconocidas del mundo. Así lo comprueba un estudio realizado por Marisela Ibarra de Pemex, titulado: “Resultados de Operación 2002”, donde compara el desempeño de la Región Marina Suroeste con los resultados de las otras regiones de Pemex y los de las principales compañías petroleras estatales y privadas del Orbe. El valor que este estudio tiene para PDVSA es que la estatal venezolana no tuvo ninguna participación que pudiera sugerir que pudo haber influenciado o manipulado los resultados.

Este estudio se puede consultar en la Revista VISIÓN Estratégica: Órgano Informativo de la Región Marina Suroeste de Pemex E&P, Febrero 2003, Año 6, Vol. 4. Cuando se reportan los resultados de costos de descubrimiento, desarrollo y producción, PDVSA aparece en el primer lugar por encima de Repsol, BP, ExxonMobil, Shell, Chevron, Fina, ENI, Petrobras, Conoco, PEP y la propia RMS. En los costos de extracción, que son los incurridos para operar y dar mantenimiento a los pozos y a las facilidades de producción, PDVSA ocupa el cuarto lugar detrás de RMS, Fina y PEP, y por encima de ENI, BP, Chevron, Repsol, Exxon, Petrobras y Conoco.

En esa época, PDVSA redondeaba una producción de unos 3 millones de barriles por día y el precio de exportación de su petróleo promediaba los 20 US$/Bbl. La PDVSA de hoy ha desaparecido de todos los estudios y las estadísticas que muestran el desempeño de la industria petrolera a nivel mundial y si aceptamos como una fuente seria las que reporta la OPEP, la empresa en el tercer trimestre de este año registró una producción promedio de 2.339.000 bpd a un precio de 42,67 US$/Bbl. Eso representa una pérdida de unos 800 mil bpd y 60 dólares por barril.

El futuro de la otrora poderosa petrolera es muy incierto, dado su alto grado de endeudamiento con la banca internacional y las empresas que le prestan servicios y le suministran equipos y productos y a que ha incrementado hasta cinco veces el número de empleados que tenía en el 2002.
Sus fallas son muchas y de dominio público: el caos operacional que ha dañado los yacimientos y las instalaciones, la corrupción galopante que ya tiene varios casos ventilándose en los tribunales nacionales e internacionales y la gran cantidad de demandas que amenazan contra su patrimonio internacional, representado por la muy valiosa Citgo.

En fin, todo lo que se ventila a luz pública ratifican que PDVSA es una empresa arruinada técnica y financieramente, con una incapacidad profesional para superar su crisis de productividad y con una deuda impagable. Los dirigentes de esa industria que es de toda la nación venezolana tienen el deber y la obligación de diagnosticar objetivamente su realidad, sin dogmas ni prejuicios, para sólo así aplicar los correctivos para reflotarla. No tienen otro camino.