Ago 28, 2024

Navegando Racionalmente el Abismo Ideológico de Estados Unidos

(Parte II de III)

Las diferencias de opinión entre seres humanos que han tenido una educación y experiencias de vida diferentes son inevitables y pueden hasta servir de impulso positivo a la actividad de la sociedad.

Por Gustavo Coronel/Las Armas del Coronel

El puente es algo natural

Los Estados Unidos siempre ha mostrado altos niveles de libre opinión entre sus miembros, lo cual ha sido una de las razones de su éxito. No hay que temer a las diferencias, excepto cuando ellas se salen del cauce normal que debe regular su confrontación. En el caso actual estadounidense considero que la manera como se está llevando a cabo la confrontación se aleja significativamente de las reglas del juego que deben predominar entre seres humanos sensatos e intelectualmente honestos. Estas reglas deben incluir, al menos, dos componentes básicos: uno, un lenguaje respetuoso y dos, un fiel apego a la verdad objetiva. Si no existiera una verdad objetiva en relación con las diferencias, ello debería ser remplazado por la aceptación de las diversas posibilidades que puedan existir, sin tratar de crear “verdades” artificiales que favorezcan arbitrariamente un particular punto de vista. Deberíamos entonces aceptar lo que se denomina “estar de acuerdo en que tenemos un honesto desacuerdo”.

¿Cómo aplicar estas dos reglas a los campos que mencionamos nuestro anterior escrito sobre este tema? Tomemos los primeros tres campos que mencioné en mi primera entrega, ya que abordarlo todo en una única entrega sería demasiado voluminoso.

  • Transparencia del sistema electoral estadounidense

Según lo que hemos leído, https://en.wikipedia.org/wiki/Contested_elections_in_American_history, cinco de las cincuenta y nueve elecciones presidenciales que se han llevado a cabo en los Estados Unidos han sido objeto de acusaciones de fraude. Ellas son las de 1824, 1876, 1912, 2000, and 2020. Sin embargo, ninguna ha sido más intensamente objetada como la de 2020, en la cual Donald Trump acusó a los Demócratas de fraude, lo cual llevó a sus colaboradores en diversos estados a tratar de modificar los resultados. Numerosas demandas de nulidad de las elecciones fueron introducidas por miembros del partido republicano en varios estados del país, todas las cuales fueron desestimadas por los tribunales en diversas instancias.

Sin embargo, el candidato perdedor, Donald Trump, insiste aún en que las elecciones del 2020 le fueron escamoteadas por sus adversarios y ello lo lleva a negarse a aceptar esos resultados, así como los de futuros comicios, si los resultados le fueran adversos. Como consecuencia de esta actitud de Donald Trump se ha debilitado significativamente el grado de confianza en el sistema electoral estadounidense, lo cual erosiona la estabilidad del sistema democrático, el cual está basado esencialmente en el nivel de confianza que los ciudadanos tengan en sus instituciones.

¿Puede establecerse una verdad objetiva en este caso? ¿Puede dirimirse esta situación de manera racional, en un tono respetuoso y sensato? Pienso que sí. Sin embargo, debemos hacer notar que la confianza en un sistema no solo se basa en la transparencia que acompañe el sistema, es decir, su calidad intrínseca, sino en la confianza con la cual los ciudadanos evalúen el sistema. A su vez, este nivel de confianza depende en algunos de consideraciones racionales, en otros de percepciones emocionales.

Un ranking global de los sistemas electorales, ver: https://www.electoralintegrityproject.com/eip-blog/2022/6/13/plxw8zwd4m7thgurqvyqdj6qjhyhjw y https://www.electoralintegrityproject.com/global-report-2023 coloca al de los Estados Unidos por debajo de casi todos los grandes países europeos y en la mitad del grupo de los países del hemisferio occidental, por debajo de Canadá, Chile, Uruguay, Costa Rica, Perú y Panamá. Su debilidad tiene que ver, entre otros factores, con, ver: https://www.motherjones.com/politics/2024/04/americas-voting-system-is-the-worst-thumbs-down/ y https://en.wikipedia.org/wiki/United_States_Electoral_College la debilidades del concepto de colegio electoral, el sistema de dos partidos, y la manera de financiar las campañas electorales, además de los mecanismo de votación, los cuales promueven la existencia de “gerrymandering”, es decir, el re arreglo geográfico perverso de los sitios de votación del electorado, a fin de inclinar la balanza de uno u otro lado partidista.

Estas debilidades del proceso han sido históricamente minimizadas por una tradición no escrita sobre la confianza en el sistema, no tanto basada en las leyes como en una positiva actitud de aceptación ciudadana. Aún la difícil elección de 2000 terminó con Al Gore reconociendo la victoria de su adversario sin plantear un conflicto, a pesar de lo reñido del resultado. La costumbre y la confianza han sido históricamente las bases del éxito del sistema electoral estadounidense.

Esto fue desconocido por Donald Trump en las elecciones de 2020. A pesar de que todos sus intentos de impugnación de los resultados han fracasado a los diferentes niveles del sistema judicial, hasta llegar a la Corte Suprema el candidato Trump ha continuado desconociendo los resultados, sin admitir los testimonios de muchos de sus principales asesores en su gobierno, desde el vicepresidente Pence hacia abajo. Ello lo ha llevado a no comprometerse a reconocer resultados futuros que le sean adversos.

Considero esta postura de Donald Trump anti-democrática. Aunque parece claro que el sistema electoral estadounidense admite mejoras a fin de mejorar su nivel de confiabilidad, la verdad objetiva muestra en abundancia que los resultados electorales presidenciales de 2020 han debido ser respetados.

Ello me lleva a plantear algunas preguntas a mis amigos trumpistas:

  • A la luz de los que se conoce hoy sobre el proceso, ¿creen ustedes todavía que las elecciones de 2020 le fueron ilegalmente arrebatadas a Donald Trump? Si la respuesta fuera afirmativa, ¿qué les hace pensar que ello es así? ¿Solo lo que escuchan de Donald Trump?
  • ¿Podrían pensar ustedes posible que lo que alega Donald Trump pueda ser una estrategia política, o tienen la convicción que Donald Trump sinceramente piensa que ganó las elecciones, aún a la luz de toda lo que parece ser fuerte evidencia en contrario?
  • ¿Piensan ustedes que se justifica negarse a reconocer los futuros resultados electorales si tales resultados fueran adversos?  ¿No debilita esa actitud las bases de confianza que deben predominar en la sociedad estadounidense?

Credibilidad del sistema estadounidense de aplicación de justicia

El sistema de justicia estadounidense ha sido criticado por su relativa tolerancia frente al crimen, ver: https://news.gallup.com/poll/544439/americans-critical-criminal-justice-system.aspx . Un 63% de los adultos blancos encuestados piensan que el sistema es blando, ver: https://www.brennancenter.org/our-work/research-reports/his-own-words-presidents-attacks-courts , y otros alegan que la gente de color es penalizada indebidamente, ver: https://post.edu/blog/spotlight-on-criminal-justice-issues/#:~:text=Racial%20Disparity%20in%20Criminal%20Justice,justice%20system%20will%20only%20intensify.

Donald Trump argumenta sistemáticamente que el sistema está siendo utilizado para condenarlo indebidamente, ver: https://www.brennancenter.org/our-work/research-reports/his-own-words-presidents-attacks-courts y https://www.reuters.com/investigates/special-report/usa-election-threats-courts/

Donald Trump opina que los juicios que le han impuesto tienen una motivación política, orientada a debilitar sus posibilidades de llegar de nuevo a la presidencia. Si Trump tuviese razón ello sería un crimen de las mayores proporciones. La súbita cantidad de juicios simultáneos parecería sustentar esa creencia, aunque debemos recordar que ellos han sido generados por la actuación del expresidente Trump a raíz de las elecciones y como resultado de sus actuaciones al frente de la presidencia. En efecto, los juicios federales en Florida y en Nueva York, así como el estatal en Georgia están directamente relacionados con la actuación presidencial de Trump, mientras que los juicios civiles en el estado de Nueva York si son sobre asuntos de vieja factura, tanto las acusaciones de abuso sexual como las de fraude financiero de sus empresas, los cuales – sin embargo – tenían mucho tiempo en gestación. Es posible que ellos hayan tenido un componente de oportunismo político.

Ahora bien, ¿Tienen base o no la tienen esos juicios? ¿Son correctas las decisiones tomadas hasta ahora en Nueva York, ambas condenatorias? ¿Obedecen a una maniobra política? Uno de los juicios condenatorios de Nueva York tuvo un jurado. Parece difícil poner de acuerdo a tanta gente, nombrar jurados tan parcializados, sobre todo cuando estos nombramientos deben ser aprobados por la defensa del expresidente. ¿Será posible poner tanta gente de acuerdo? El otro juicio no tuvo jurado, pero el juez Engoron lo explicó así: “You have probably noticed or already read that this case has no jury,” Engoron said. “Neither side asked for one and, in any event, the remedies sought are all equitable in nature, mandating that the trial be a bench trial, one that a judge alone decides.” Ninguna de las partes pidió un jurado, dice el juez.

En ambos juicios Trump fue condenado.

Los juicios relacionados con su actuación en los sucesos de 2020 están en curso y han sido objeto de demoras importantes, todas las cuales favorecen a Trump y han sido permitidas por los jueces a cargo. Hasta ahora, no parece posible acusar a ningún juez de favoritismo por una u otra parte, aunque si ello fuere posible, se podría argumentar que la jueza de Florida ha mostrado gran tendencia a favorecer a Trump.

Así estamos. Pienso que la naturaleza de estas acusaciones tiene bastante que ver con la base fundamental del ordenamiento jurídico estadounidense, según el cual ningún ciudadano, no importa cuán importante, puede estar por encima de la ley. Aunque no excluyo la posibilidad de que el “timing” de algunos de estos juicios (Nueva York) haya estado contaminado por la coyuntura política, creo que su sustentación jurídica es legítima y apunta a reales crímenes cometidos. Mi opinión encuentra sustentación en los antecedentes personales de Donald Trump, en su actividad antes de entrar a la política. En sus actividades de bienes raíces ha protagonizado seis episodios de quiebra

  1.    1991: Trump’s Taj Mahal
  2. 1992: First of two Atlantic City casinos owned by Donald Trump.
  3. 1992: Second of two Atlantic City casinos owned by Donald Trump.
  4. 1992:  Trump’s Plaza Hotel in New York City
  5. 2004:  Trump’s Hotels and Casinos Resorts
  6. 2009:  Trump’s Entertainment Resorts

Además, la universidad Trump, cerrada en 2010, fue obligada por los tribunales a pagar $25 millones a sus estudiantes al comprobarse que no cumplía con las promesas que hacía a los estudiantes. Ver: https://bankruptcy-toledo.com/fact-checking-donald-trump-has-filed-bankruptcy-six-times/ y https://www.nbcnews.com/politics/white-house/federal-court-approves-25-million-trump-university-settlement-n845181

En base a estos antecedentes es posible evaluar en la credibilidad de Trump como persona y como hombre de negocios como baja, lo cual tiene indudable incidencia sobre su credibilidad política.

En este punto, pregunto a mis amigos trumpistas:   ¿Piensan ustedes que los juicios a Trump carecen de fundamento legal y están solamente instigados por el deseo de entorpecer el triunfo electoral de Donald Trump? ¿Cuáles son los argumentos que sustentan tal creencia?

En el criterio de ustedes, ¿Hay alguna posibilidad de que Trump pueda haber cometido algunos de estos diversos delitos por los cuales está acusado y ya parcialmente condenado? Si, como se ilustra arriba, existe la posibilidad de conducta irregular de tipo financiero, sexual, político de Donald Trump, ¿no piensan ustedes que ello debería descalificarlo para pretender a la presidencia de los Estados Unidos?

 Nivel de imparcialidad y calidad ética del Tribunal Supremo de Justicia

La Corte Suprema de los estados Unidos es el organismo legal de último recurso y sus decisiones establecen precedentes legales que llegan a formar parte de la ley. Por ello, se le exige a este cuerpo máxima integridad, máxima objetividad, estar por encima de los sesgos partidistas que existen a los niveles políticos.

 

Una completa imparcialidad es probablemente imposible de lograr, habida cuenta de lo humano que son los magistrados pero es evidente que estos hombres y mujeres deben hacer un esfuerzo muy especial para mantenerse por encima de las pasiones que florecen en los otros poderes del Estado.

En estos momentos esta corte parece estar muy sesgada hacia lo que se denomina conservadurismo, al tener seis de los nueve miembros claramente identificados de esa manera. Ello no tendría problemas de credibilidad si se advirtiera que los magistrados conservan un estricto apego a las consideraciones legales. Sin embargo, algunas de las decisiones de este cuerpo parecen estar muy contagiadas de un sesgo político. En especial, mencionaré la decisión que le confiere inmunidad al presidente en ejercicio, siempre y cuando la decisión se haya tomado “en el ejercicio de sus funciones”, lo cual queda a juicio del organismo. Esta decisión ha sido criticada por estar politizada, hecha a la medida para proteger a Trump de los juicios que se le están haciendo, colocándolo por encima de las leyes. Se dice que, de acuerdo a esta decisión, un presidente podría ordenar el asesinato de un adversario político “en el ejercicio de sus funciones”, por lo cual gozaría de inmunidad.

Le pregunto a mis amigos trumpistas: ¿consideran ustedes esta decisión sensata? ¿ No les parece que abre las puertas a actos de abuso de poder desde la presidencia, colocando al presidente en ejercicio por encima de las leyes, lo cual quebranta el espíritu que anima el estado de derecho tradicionalmente aceptado?

 

Pienso que la Corte debe ser objeto de severo cuestionamiento, tanto por las acciones aparentemente desprovistas de sentido ético por parte de algunos de sus miembros, como por la muy cuestionable calidad ética de las decisiones que ha estado tomando. Creo sinceramente que el funcionamiento de la Corte debe ser objeto de revisión, a fin de eliminar en lo posible las posibilidades de perversión de su papel que existen hoy.

 

Por ejemplo: ¿Deben ser estos magistrados nombrados de por vida? ¿Debe la Corte Suprema elaborar un severo Código Ético para sus miembros?

Hasta aquí la parte dos de estas reflexiones. En nuestra próxima, tercera, entrega abordaremos las siguientes tres áreas de discrepancia entre Trumpistas y anti-Trumpistas, animado de mis mejores deseos de establecer puentes entre quienes discrepamos, resistiendo impulsos que nos lleven a discusiones apasionadas más propias del Homo de Neandertal que del Homo Sapiens.

 

Ver PARTE I EN: (https://petroleumag.com/un-abismo-ideologico-amenaza-la-estabilidad-estadounidense-y-mundial-parte-i-de-iii/)

 

Publicado por Gustavo Coronel