La constancia prolongada

 

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Jorge Zajia

Jorge Zajia | Editor in Chief

Venezuela, el país con la industria petrolera más tradicional de América Latina, está sufriendo los embates de un régimen que la ha colocado en el centro de la confrontación mundial, a merced de los intereses de las grandes potencias que han abierto en su territorio un nuevo teatro de operaciones para dirimir sus querellas.

En estos tiempos de cambios radicales, donde existe la sensación que todo está perdido, y los pronósticos indican que la situación seguirá igual o peor, tenemos que tranquilizarnos y meditar para calibrar serenamente lo que le depara el futuro a esta gran nación, que ostenta el privilegio de poseer unas reservas de petróleo y gas que se cuentan entre las más grandes del planeta.

Todo indica que las consecuencias de las sanciones impuestas por Estados Unidos al petróleo venezolano y la prohibición de realizar operaciones comerciales y financieras con Venezuela, anuncian tiempos aciagos; por lo que no dudamos en reconocer que estos son días muy duros, que han incidido negativamente en la economía del país y muy particular en su otrora formidable industria de los hidrocarburos.

Lejos de pretender ofrecer soluciones a esta situación,

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que ni nosotros ni nadie las tiene, desde nuestra perspectiva visualizamos que Venezuela está en los albores del renacimiento de la esperanza. Necesita si mirar las cosas desde un plano diferente. Que todavía la tarea de recobrar la libertad generadora de riquezas, exige grandes sacrificios y de renovado vigor y optimismo, tan necesarios para continuar con la marcha al ritmo de vencedores que su pueblo le ha impuesto a su acción.

Dios concede la victoria a la constancia”, con esa frase concluye Simón Bolívar, Libertador de Venezuela y General e Jefe de sus Ejércitos, derrotado a sus 31 años de edad, su conocido Manifiesto fechado en Carúpano el 07 de Septiembre de 1814: “…Esperad compatriotas, al noble, al virtuoso pueblo granadino (colombiano) que volará ansioso de recoger nuevos trofeos, a prestaros nuevos auxilios, y a traeros de nuevo la libertad, si antes vuestro valor no la adquiriere. Si, si, vuestras virtudes solas son capaces de combatir con suceso contra esa multitud de frenéticos que desconocen su propio interés y honor; pues jamás la libertad ha sido subyugada por la tiranía. No comparéis vuestras fuerzas físicas con las enemigas, porque no es comparable el espíritu con la materia. Vosotros sois hombres, ellos son bestias, vosotros sois libres, ellos esclavos. Combatid, pues, y venceréis. Dios concede la victoria a la constancia”.

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