May 02, 2023

La Apertura de los Hidrocarburos en Venezuela.

Una propuesta

Jesús Aboud


 

Es indiscutible que la industria de los hidrocarburos en Venezuela se encuentra en una situación de precariedad generada por malas políticas y deficiente administración de PDVSA en los últimos veinte años. El gobierno quizás ha entendido que la mala gerencia del negocio petrolero y los excesos de corrupción han llevado a las operadoras a un punto desde donde no se podrá salir sin un cambio drástico, y en respuesta a ello implementaron en algunos casos el esquema de contratación conocido como los acuerdos de servicios productivos, los cuales hasta ahora no han funcionado por una diversidad de razones. El último esfuerzo en este sentido han sido los acuerdos con los socios B de algunas de las empresas mixtas, los más conocidos son el de Chevron y el de Petrodelta, pero cuyas bondades o defectos no podemos comentar por ser sus detalles confidenciales y disponibles para el público. Lo que si se conoce, al menos con respecto al primero de ellos, es que es un esquema transitorio, por la misma razón de que está amparado por una licencia de la OFAC, y que tiene como único objetivo permitir que el socio B se cobre la deuda que PDVSA ha dejado acumular hasta la fecha.

Entre la diversidad de personas que opinan sobre la materia petrolera, continúan surgiendo ideas y propuestas relacionadas con la reconstrucción de la industria, para lo cual es enteramente fundamental el entendimiento de la raíz del problema. Es un hecho que el Estado, en ninguna circunstancia, estaría en la capacidad, ni técnica ni financiera, para aprovechar los recursos de hidrocarburos en la ventana de oportunidad que la transición energética implica. De manera que la única opción de convertir esos recursos en bienestar para el venezolano es acelerando su desarrollo y explotación con la participación del capital privado, cediéndole a estos la mayoría accionaria del negocio y el control de las operaciones, y redimensionando a PDVSA hasta un cierto tamaño, a ser determinado con base a su sostenibilidad financiera y los acuerdos políticos que se logren en este particular. La amplia base de recursos en el subsuelo de Venezuela es suficiente riqueza para que sus ciudadanos disfruten de un alto nivel de calidad de vida, pero para ello es necesario reconocer que el modelo Estado empresario está agotado y obstaculizando ese objetivo, y, en consecuencia, debe dar paso a una apertura total de la industria. Sin pretender criticar la idea de las propuestas de planes que se han presentado en el pasado, nuestra opinión es que lo que corresponde planificar es el cómo sería esa apertura de la industria, y dejar que el nivel de actividad, las inversiones y las volumetrías lo determinen quienes vayan a aportar el recurso financiero en la reconstrucción de la industria. El problema de la escasez de recursos financieros por parte de la industria nacionalizada ya había estado presente en la década de los ochenta, y fue sin duda la justificación para la apertura que se hiciera en aquel momento. En la actualidad el problema es de una dimensión significativamente mayor y no deja espacio para pensar en otra estrategia si se quiere realmente generar valor económico con la base de recursos de hidrocarburos del país.

El presente trabajo es solo una aproximación de lo que podría ser esa apertura de la exploración y producción de petróleo y gas en Venezuela, en el entendido de que debe haber una diversidad de opiniones al respecto y que lo que aquí se propone aun requiere de mucho más elaboración y detalle. El objetivo principal es asomar una idea de lo que podría ser el portafolio de activos y con ello dejar al lector imaginarse el esfuerzo que habría que realizar en la determinación de las modalidades de contratación, en la preparación de los términos y condiciones de los procesos licitatorios, y negociaciones cuando ese sea el caso, en la preparación de los paquetes de datos, y en general, en la tarea de diseñar y ejecutar esos procesos competitivos en una manera eficiente y transparente. Esto último es de magna importancia por cuanto será condición necesaria para que los capitales de inversión fluyan hacia Venezuela y para garantizarle al ciudadano que los recursos de la Nación están siendo debidamente administrados. La estrategia para la disposición de esos activos debe estar centrada en la licitación abierta y recurrir a negociaciones solo cuando no exista esa opción, para de esa manera garantizar el mayor nivel de transparencia y la consecución del mejor valor para la Nación. Pero también sirve para dar rienda suelta a la imaginación y visualizar el tamaño del impacto positivo que esta apertura tendría en el desarrollo económico de la Nación.

La motivación para este trabajo es comenzar a hablar abiertamente del tema porque, en primer lugar, debe ser parte del discurso político, y además, podría ser conveniente adelantar la discusión entre los que tengan algo que opinar al respecto.

La apertura del E&P involucraría tres tipos de activos y se extendería a la totalidad de las áreas ya probadas y a las que aún ofrezcan potencial exploratorio. El primer tipo es la venta, parcial o total, de la participación accionaria de PDVSA en las empresas mixtas existentes, de manera tal que el Estado retenga una participación minoritaria en casos donde convenga, y ceda el control del negocio a la mayoría accionaria. El segundo tipo sería la venta de la mayor parte del interés de las áreas o campos actualmente bajo el esfuerzo propio de PDVSA, y la tercera, serían contratos para la exploración a riesgo en las áreas donde exista prospectividad. En los casos de que el Estado opte por una participación, esta debería ser siempre minoritaria y el negocio podría estructurarse de tal manera que sus aportes de capital de inversiones y gastos sean cubiertos por algún esquema de “carry” por parte de los socios privados.

Antes de entrar en mayores detalles, es necesario mencionar que el diseño e implementación de esta apertura solo se podría hacer una vez se haya establecido un nuevo marco legal que soporte la propuesta aquí presentada, y un nuevo marco fiscal para adecuarnos a lo moderno y corregir los defectos y distorsiones del esquema actual. Esta materia además de fundamental, esta naturalmente en la arena de la política y no es parte del alcance de este trabajo.

Empresas Mixtas

En la actualidad existen 42 empresas mixtas con derechos sobre 46 activos de producción. En una de estas empresas PDVSA es propietaria del 100% (Petrocedeño). Exceptuando a esta última, la participación de PDVSA es de 60% en 29 empresas, y en las otras 12, un porcentaje entre 60% y 78%. Es decir, que existe la posibilidad de vender una cantidad significativa de esas acciones de PDVSA, ya sea a los actuales socios B, o a otras partes interesadas si fuese el caso. El valor de esos activos tendría un valor sustancial cuando observamos que en los mismos se reportan más de 40 millardos de barriles de petróleo y 34 billones de pies cúbicos de gas. Con el objeto de una más adecuada valorización de las áreas de la Faja, para este ejercicio sus reservas probadas han sido ajustadas con el descarte de aquellas por recuperación secundaria y asumiendo un recobro primario de hasta un 10%.

En cuanto al tamaño de esas oportunidades, se puede observar que los activos de la Faja variarían entre 2.000 y 4.000 millones de barriles de petróleo, y que solo el de Petrozamora destaca sobre el resto de las oportunidades de las áreas tradicionales, indicando que posiblemente es muy grande y debe ser dividido en dos activos. La diversidad de estos activos indica que habría oportunidades para todo tipo de tamaño de empresa.

Areas de Esfuerzo Propio

En cuanto a las áreas actualmente bajo el esfuerzo propio de PDVSA, estas han sido agrupadas con el criterio de unidad de explotación, procurando respetar lo que hoy existe. También se aplica el criterio de generar suficientes activos con dimensiones de reservas y potencial de producción, de tal manera que se promueva la multiplicidad de empresas. Esto en aras de la competitividad, creatividad y diversidad organizacional.

El ejercicio resulta en 55 activos, de variados tamaños, que cubren, de nuevo, la totalidad de las áreas productoras del país. Para estos activos se reportan reservas de 50 millardos de barriles de petróleo y 120 billones de pies cúbicos de gas. Al igual que las empresas mixtas, las reservas de la Faja han sido ajustadas descartando las estimadas por recuperación secundaria y con un recobro primario de hasta un 8% en este caso.

El nivel de participación accionaria por parte del Estado en estos negocios sería el tema de un debate político, pero como en el caso de las empresas mixtas, esta debería ser minoritaria en el mejor de los casos, o ninguna cuando se considere que su presencia en los negocios más bien puede constituir un obstáculo para el desarrollo pleno y debido de las oportunidades.

Los tamaños de estos activos se distribuyen de tal manera que existirían oportunidades que contienen desde 2.500 millones de barriles de petróleo hasta menos de 100 millones de barriles.

Areas Exploratorias

A pesar de la larga historia petrolera venezolana, aún existen áreas donde el esfuerzo exploratorio ha sido muy bajo y donde la prospectividad para petróleo y gas natural podría atraer inversionistas si las condiciones son las adecuadas. Para aumentarle el atractivo a esa exploración se propone ofrecer bloques con extensiones superficiales significativas, para de esa manera maximizar no solo el número de prospectos sino también el de los “play” exploratorios. Con base a este criterio se proponen los bloques listados en la Figura 5, para los cuales se tendrían condiciones de contratación, en cuanto a programa mínimo exploratorio y periodo de tiempo para su ejecución, acordes con las características de cada uno de ellos.

Sin duda que licitar la participación accionaria en 42 empresas mixtas, 55 áreas del esfuerzo propio y 13 bloques exploratorios es una tarea de dimensiones considerables, pero existe cierta urgencia para el cambio, de manera que será necesario el mejor esfuerzo en el menor tiempo posible para ubicarnos de nuevo en la palestra mundial de los hidrocarburos y de esa manera generar la actividad económica y el bienestar que se merece la Nación. Ese sería uno de los roles de la Agencia Venezolana de los Hidrocarburos (AVH) que se crea con el proyecto de ley recientemente discutido en la Asamblea Nacional del 2015, y si ese no fuese el que se aprueba, una agencia como esa es obligante en cualquier otro instrumento legal que se proponga.

La tarea tendrá que incluir el diseño de los nuevos contratos para la exploración y producción según el esquema propuesto donde los privados asuman la conducción de los negocios, como solos accionistas o como socios de una empresa del Estado con participación minoritaria. El nuevo marco legal deberá establecer el derecho, pero no la obligación, de los actuales poseedores de derechos de explotación a migrar a los nuevos contratos, aun cuando no podrá existir marco legal o fiscal que no mejore las condiciones actuales para el inversionista.

El saneamiento ambiental de los campos deberá ser una meta con logros en el corto plazo. En este sentido ese costo debe considerarse en el diseño de los términos y condiciones y la ejecución de los programas de remediación debe tener la más alta importancia. De la misma manera, se deberá contemplar ventajas para quienes propongan y ejecuten programas relacionados con la captura y disposición de gases de efecto invernadero, y de esa manera adaptarnos a estándares del resto del mundo y mejorar las posibilidades de financiamiento de los proyectos.

De manera que el trabajo previo para una nueva industria de los hidrocarburos es extenso, y quizás sea conveniente acometer mucho de ello antes de que se presente la ocasión de su implementación.