EL PETRÓLEO SEMBRADO

La arquitectura: mucho más que una añoranza1

Por: Manuel Bermúdez Romero


 

Ángulo del edificio Las Laras, antigua sede de Shell en Maracaibo.

Cuando pienso en edificaciones y residencias de los campos petroleros, suele venirme al pensamiento el recuerdo de la primera sede del Instituto Escuela Lagunillas establecido en lo que había sido el hospital de Shell en campo Bella Vista, construido de madera y montado sobre columnas de concreto que lo elevaban unos dos metros por encima del nivel del terreno. Borrosa rememoro también desde esa geografía una imagen de lo que fue el viejo club Carabobo, igualmente hecho de madera sobre estancos y propiedad de Shell.

Habiendo sido edificaciones símbolo de la presencia petrolera en Lagunillas, estado Zulia, propicio es recordar que el local del Instituto Escuela tenía amplios pasillos internos. Se trababa más de galerías interiores que de pasillos. Era una edificación de cielo raso que ocultaba la techumbre hecha de láminas de metal y vigas de madera y, mediando entre ambos elementos, un espacio grande concebido como cámara de aire amortiguante del calor originado por el fortísimo sol del trópico.

Estambre o tela metálica recubría ventanales que eran tan vastos -altos y anchos- y continuos como la galería que daba acceso a la instalación. La madera del piso estaba recubierta por un linóleo veteado de verde a dos tonos.

Era esa madera un material de construcción delator, pues al resonar descubría el paso sigiloso de alumnos que a escondidas y por morbo querían ver el ajustado ducto por donde antes, cuando hospital, los cadáveres de quienes fallecían los traspasaban desde el único piso elevado del local hasta el espacio cerrado y cuadrado que había sido la morgue y estaba fundado sobre el terreno.

Hospital de la Shell en Maracaibo. Hoy Centro Médico de Occidente

Es más lejano, lo dije, el recuerdo de la primera sede del club Carabobo, hecho de madera revestida con pintura de aceite verde intenso. Estaba el club emplazado en el lugar donde hoy, contiguo al edificio principal, se encuentra un parque infantil.

El Carabobo original fue un centro social diseñado de modo similar al de las casas altas que sobreviven en el campo homónimo. El hall del club estaba dispuesto en un solo ambiente con sofás en su rededor y en el centro había un bar familiar muy frecuentado.

El ambiente interior del viejo club Carabobo era -es lo que evoco- un decorado inglés, digamos que devaluado. Dotado de alfombras individuales desgastadas, sillones, de ventanales verticales cortinados, de alguna lamparita dorada adosada a la pared para iluminar un cuadro que reproducía una escena de cacería en la campiña británica. Es esa una de las imágenes que en mi mente persisten de ese club y la traigo conmigo desde la niñez temprana.

Resguardo de la historia y su valor

Muchos venezolanos deben conservar recuerdos similares de edificaciones semejantes contempladas en campamentos residenciales establecidos en Mene Grande, Bachaquero, Lagunillas, Tía Juana, Cabimas -club La Rosa-, La Concepción, Maracaibo -clubes Bella Vista y Lago-, Casigua-El Cubo, Mene de Mauroa, Punta Cardón, Judibana -club Bahía-, San Tomé, Anaco, Pariaguán, Caripito, Quiriquire, Jusepín, Morichal, Pedernales, poblaciones de Zulia, Falcón, Anzoátegui, Monagas y Delta Amacuro. Pero son recuerdos que como trastos se van esfumando de la memoria.

Sin embargo, se les evoca y rescata después de sostener una entrevista con el arquitecto Pedro Romero2, precisamente lagunillero del Zulia y consustanciado desde esos mismos tiempos y de un modo vivencial con ese estilo constructivo, siendo para él un manoseo, un saber hecho rutina que obtuvo como habitante de la región y lego sobre el tema, pero que mediante estudio lo transformó en materia útil de su posterior conocimiento especializado.

De la conversación con Romero se obtuvo una explicación sobre la razón de ser de esas construcciones que pasaron desapercibidas para la mayoría de nosotros como elemento de interés arquitectónico, no obstante que se residió en esas edificaciones, se disfrutó de sus ventajas o se convivió con éstas pues fueron, y todavía constituyen, parte de un entorno urbano presente en Lagunillas, en el campo Carabobo que fue de Shell, y en Zulima, anterior propiedad de Creole, y también en Tía Juana, Cabimas y Maracaibo en los antiguos campamentos -en la capital zuliana se les llamaba colonias– de esas dos empresas, pero con lamentable afectación de sus correspondientes diseños o completa desaparición.

Hospital Nuestra Señora de Coromoto, originalmente propiedad de Creole.

Tan dominante fue en un tiempo esa presencia foránea que La Lago, sector noreste de la ciudad, por uso y costumbre tomó su nombre de Lago Petroleum Company, transnacional que tuvo en esos terrenos su campamento, club, hospital (el Coromoto) y el edificio sede principal que luego fue recinto del Instituto Venezolano de Petroquímica (IVP) y hoy, en pie y rediseñado, aloja al Unicentro Virginia.

¿Por qué aquellas construcciones semielevadas? Por qué el uso de estambres, de cielo raso, de maderas. Por qué aquellos locales flanqueados por pasillos interiores o exteriores según el caso; elevados y dotados de escaleras que carecían del primer escalón y de ventanillas triangulares de romanilla en lo alto de los frontis, de espacios interiores amplios y sin muchos elementos de separación. ¿Por qué aleros bastante más extendidos que los conocidos en la arquitectura colonial del centro de Maracaibo?

En verdad poca gente se hizo y se hace con formalidad esas preguntas.

Estaban y están allí -unas en pie y bien restauradas, otras abandonadas y buena parte desaparecidas- las edificaciones petroleras, y la explicación sobre su origen indica que se trataba de construcciones de importación que llegaron con las compañías angloholandesas y norteamericanas, como igualmente lo son el otrora renombrado Hospital Nuestra Señora de Coromoto, y el Centro Médico de Occidente, originalmente propiedad y administrados por Creole y Shell, respectivamente, y establecidos en Maracaibo para proporcionar servicios de salud a sus trabajadores, y abiertos posteriormente a la comunidad en asociación arrendataria como hospitales privados que proporcionaron buen servicio de salud.

Adaptación al ambiente del trópico

Pedro Romero, quien ha sido un estudioso tenaz de esa arquitectura, explica esos porqué con la pausa propia de su temperamento, y asienta:

La importancia de la arquitectura petrolera se puede resumir en sus aspectos históricos y de adecuación a las condiciones ambientales locales. Tiene relevancia histórica porque es la expresión físico-espacial del hecho más importante de la Venezuela del siglo veinte y del destino de la Venezuela del presente, como lo ha sido el acontecimiento petrolero. Y afirma que esa arquitectura es reflejo en forma y espacio de ese trascendente suceso.

El segundo aspecto o la segunda valoración positiva es, como ya lo he dicho, el hecho de que se trata de una tipología arquitectónica que se adecuó perfectamente a las realidades locales y dio una respuesta muy adaptada a las condiciones del trópico, del clima, del suelo, del ambiente natural.

Se le indica que, sin embargo, en muchos casos sus rasgos y elementos fueron trasladados de las colonias inglesas del África y de las viviendas norteamericanas establecidas en el canal de Panamá, según él mismo otras veces ha informado.

Exactamente, comenta, no se trata de que sea una arquitectura pensada exclusivamente para el caso venezolano, sino para las zonas tropicales. Al venir a Venezuela esa tipología se importa y se consiguen acá ejemplos donde simplemente se armaban los componentes y se levantaban las edificaciones.

Pero evidentemente, aclara, se hizo la adaptación a situaciones locales, como por ejemplo de los materiales que se usaban. Ocurrió sobre todo en las zonas adentradas en el territorio, como es el caso de Casigua-El Cubo, en el sur del lago. Ello propició que los primeros modelos de viviendas y edificaciones se hicieran con materia prima que se hallaba a la mano y siguiendo los patrones constructivos importados.

En relación con la adaptación a las condiciones ambientales de la región y de Venezuela, Romero es más específico, tanto más porque al margen recordó que ambiente es clima, tipo de suelo y biota3.

Para cada uno de esos aspectos, asegura, hubo en el momento respuestas concretas. Y es que por la condición climática era necesario protegerse de la alta temperatura y del asolamiento directo, entonces se produce una arquitectura de aleros muy prolongados que tratan de proteger el edificio con el consecuente mejoramiento de la temperatura para comodidad del inquilino. El mismo hecho hace que se rodee de vegetación la edificación. Y es una solución distinta a la tradicional que le precedía, la del casco central de Maracaibo, donde es al contrario, el patio se desarrolla en el interior de la vivienda.

Por otro lado, la necesidad de uso de materiales de características aislantes provoca que en su primera etapa la industria petrolera recurra mucho al uso de la madera por su alta capacidad de aislamiento térmico, así como también a elementos de diseño como la incorporación de un cielo raso que crea una cámara de aire en la zona superior y mitiga el ingreso de calor. Además es una construcción muy transparente en el sentido de que por sus espacios interiores puede correr la brisa porque no tiene muchas divisiones internas que impidan la ventilación cruzada de modo que, al soplar, circule el viento y refresque todo el espacio interno.

También como adaptación ambiental, prosigue, en las zonas costeras donde hay problemas de drenaje con riesgo de inundación por cuanto son áreas fácilmente anegadizas

-tal es el caso de Lagunillas-, se repite el esquema palafítico que usaron los aborígenes. Es decir, se suspende del cielo la vivienda mediante la construcción de una tarima soportada por pequeños pilotes que suministran protección ante este tipo de riesgos.

Al mismo tiempo, apunta, cuando se eleva la tarima es más fácil protegerse de elementos agresivos del entorno, como lo fue el riesgo que para la época constituían las serpientes, los alacranes y la plaga.

Hay en este tipo de arquitectura conceptos globales y también detalles, observa Romero, como por ejemplo la inexistencia del peldaño más bajo de las escaleras el cual, muy a propósito y por diseño, se deja de construir con la intención de que la escalinata no tenga continuidad y dificulte el ingreso de arañas, alacranes y otros animales. Del mismo modo, en cada uno de los pilares se dispone de trampas de protección para que no asciendan los insectos.

La tela metálica en ventanas y puertas, el estambre, como se dice en el Zulia, es otro elemento de adaptación al ambiente. Su uso y ventaja son obvios: dejar pasar la brisa, pero sin permitir la penetración de los zancudos a la vivienda.

Arquitectura portátil y flexible

Pero además, subraya, la arquitectura petrolera es liviana, flexible, modulada, estandarizada, puesto que se puede producir en serie e, incluso, es mudable. Basta recordar que la industria petrolera se instala en zonas del país donde no existía una base urbana para recibir a toda la población que su actividad demandaba. Entonces la construcción rápida de oficinas y viviendas no podía hacerse por métodos convencionales. Existían en los países de origen estos sistemas prefabricados, estandarizados, cuyos componentes se traían y acá se ensamblaban y se hacían con mano de obra local de poca calificación. Es decir, que el sistema era lo suficientemente sencillo como para asumirlo sin grandes problemas.

La característica flexible de esa arquitectura permite que pueda mutar, que pueda crecer; añadir un espacio más, otra habitación o cambiarle un componente dañado o, si se quiere, trasladar la edificación a otro lugar si fuera necesario.

Advierte Romero que no obstante toda esa variedad de ventajas que la arquitectura petrolera ofrece, hay una tendencia pública dirigida a su no conservación, y se debe principalmente a que quedó limitada al hecho del campamento petrolero.

Vale decir que ese tipo de vivienda no se repitió más, no fue asumida por la comunidad. Salvo algunos planteamientos, como puede ser el emplazamiento de la vivienda en el centro de la parcela y la posesión de amplios patios a su alrededor, característica que se repite en las focalizaciones futuras y aún actuales en Maracaibo, desechando la casa pegada una de la otra de la construcción tradicional en el centro de la ciudad.

Patrimonio conservable y ventajas aplicables

Plantea que hay dos aspectos que se deben conservar de la arquitectura petrolera. Uno es el patrimonio en sí, que es lo común y lo correcto hacer con cualquier tipo de manifestación arquitectónica valiosa. Hay que conservar lo construido, sobre todo lo de más valor arquitectónico.

El segundo aspecto lo explica cuando se le pregunta cómo debe trascender esa arquitectura, y responde:

No debe hacerlo repitiendo los mismos modelos e idéntica tipología, sino asumiendo las premisas y valores que esbocé. Es decir, una arquitectura que se adapte a las condiciones ambientales, sea ésta o no tipológicamente como la que hemos definido, pero que ante cualquier planteamiento guarde la característica de adaptación a un trópico húmedo como el nuestro

Advierte que no debe desconocerse que estamos hablando de un patrimonio de primer orden. Y es en ese sentido que el tema debe abordarse, y ha de observarse que la situación y el cuidado de ese bien depende del organismo que disponga de la tenencia de la edificación petrolera de que se trate.

Concluida la conversación con Romero, resalta el convencimiento de que el mantenimiento de estas edificaciones patrimoniales es una de las maneras de contribuir con la preservación de la historia. De la historia del acontecimiento petrolero venezolano y de su arquitectura. Vale decir, de parte de nuestra historia del siglo veinte. Y, aún más, de nuestra historia de más allá en el tiempo. Naturalmente, si es que aprendemos a apreciar sus ventajas y las aplicamos en el presente.

Igualmente queda, a los nativos de Venezuela y más específicamente del Zulia, la satisfacción de saber que hay al menos un vigilante instruido del valor que posee la arquitectura petrolera: Pedro Romero.

Él, por suerte y en su condición de docente y hacedor, está dejando escuela y obra visible que perdurará pasando de una a otra generación de especialistas y podría ser garantía de que en adelante se preservará lo existente y se promoverán sus ventajas ambientales y constructivas.

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REFERENCIAS

  1. Esta entrevista se publicó por primera vez en las redes sociales el 2 de diciembre de 2012. En esta oportunidad se le ha insertado un pequeño cambio al título para que concuerde con el antetítulo. Los intratítulos se rehicieron para que fueran más explícitos. El contenido y desarrollo del texto es casi idéntico, salvo pequeños cambios de forma y la eliminación de una referencia étnica y de entretenimiento que estaba fuera de contexto.
  2. Pedro Alejandrino Romero Ramos es arquitecto y licenciado en filosofía. Nació en Alegría, campo residencial ubicado en Lagunillas y que fuera propiedad de Mene Grande Oil Company. Bachiller del Liceo Dr. Raúl Cuenca, obtuvo su título de arquitecto en La Universidad del Zulia (LUZ) en1975 y ha sido director de la Escuela de Arquitectura de esa universidad, miembro principal de la Subcomisión de Rescate del Acervo Arquitectónico del Estado Zulia, representante de LUZ ante la Junta de Patrimonio Histórico y Artístico de la Ciudad de Maracaibo, expresidente del Centro Rafael Urdaneta (CRU), y directivo del Consejo Nacional de la Vivienda. Romero Ramos posee un currículum vítae que lo destaca como profesional estudioso, activista gremial y metódico investigador de su especialidad.
  3. Biota es el conjunto de los seres vivos de un país, región o localidad cualquiera que comprende los animales y las plantas del área.

5-4-2021