El paradigma del petróleo

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Jorge Zajia

Jorge Zajia | Editor in Chief

La edad de piedra no terminó porque se acabaran los piedras y la era del petróleo no llegará a su fin porque se acabe el petróleo”. Palabras mas, palabras menos, esta frase atribuida al Jeque Ahmed Zaki Yamani poderoso en influyente Ministro de Petróleo y Fuentes Minerales de Arabia Saudita entre 1962 y 1986 y Ministro de la OPEP por 25 años, se evoca con frecuencia como advertencia para decir que todavía va haber mucho petróleo en el subsuelo de la faz de la tierra cuando este deje de serle útil a la humanidad.

Y pensar que a finales de la década de los 70 se formaron nubes borrascosas en el horizonte petrolero del planeta que, en virtud de estudios muy serios de la AIE, la Universidad de Pensilvania y hasta de la CIA, presagiaban un final trágico del petróleo como una fuente abundante, segura y, sobretodo, barata de energía. Los más connotados analistas de esa no muy lejana época, pronosticaron con mucha seguridad y credibilidad, que las reservas mundiales de los hidrocarburos apenas alcanzarían para unos 20 años y que hacia finales del siglo de oro del preciado carburante, el Siglo XX, estas estarían totalmente agotadas.

La consecuencia inmediata de ese error de cálculo fue el pánico colectivo que conllevó a la primera crisis petrolera de la que tenemos memoria, que puso fin a la era del petróleo barato; que de paso terminó de liquidar la hegemonía que, en el mercado mundial de los hidrocarburos, ejercía el cartel conformado por las célebres Siete Hermanas.

Durante estas cuatro décadas, muy a pesar del gran desarrollo tecnológico que ha permitido acceder a reservas nunca antes soñadas en regiones inhóspitas, el debate se había centrado sobre la escasez y más escasez del petróleo, una especie de paranoia, colectiva una realidad que había privado en el escenario socio político mundial, que estos días le ha dado paso a una nueva forma de ver las cosas, a la luz de los novedosos y prometedores descubrimientos de fuentes no convencionales de petróleo y gas -de esquistos o lutitas o, simplemente, de formaciones no 

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convencionales-, una realidad que está revolucionando la concepción energética del mundo y generado un nuevo discurso sobre la energía y el petróleo. Para redondear esta idea, es necesario decir que el gobierno del gran consumidor mundial de petróleo, Estados Unidos, en boca de su presidente ha anunciado con bastante estridencia, que por primera vez en varias décadas la producción doméstica de hidrocarburos había superado el volumen de las importaciones y que el gran país del norte, además de disputarle a Rusia y Arabia Saudita el primer lugar entre los grandes productores de crudo del mundo, se ha convertido en un exportador nato de hidrocarburos; lo cual no es poca cosa, pues el gran país del norte es el gran consumidor de energía del orbe.

Los pronósticos de este nuevo año no favorecen el mercado de combustibles fósiles, pues se prevé un desequilibrio entre la oferta y la demanda, que superará el recorte de la producción acordada por la OPEP y sus aliados de 1.2 MMBPD, producto de una recesión en la economía mundial. Pero la historia no termina ahí. La mayor parte de la disminución de la demanda de petróleo se debe a la optimización en la economía de los combustibles, que reducirá significativamente su demanda. El contrapeso de esta situación, son las migraciones masivas de personas de América Latina hacia USA y de África y Asia hacia Europa, lo que inducirá a un fuerte crecimiento económico en esos continentes y, consecuentemente, a un gran incremento de la demanda de petróleo.

Tal como hemos presentado estas ideas generales sobre la realidad actual del petróleo, queremos decir que el mercado petrolero jamás va a colapsar, pues aún tiene un campo infinito entre los grandes contingentes humanos que todavía hoy se refugian, como única posibilidad de satisfacer sus necesidades energéticas, en la leña y el carbón y cuya alternativa inmediata es emigrar hacia el consumo de petróleo y gas natural.

Así que queridos lectores, disfrutemos tranquilos, en familia y en la Gracia de Dios de esta Navidad 2018 y miremos el 2019 llenos de optimismo, convecidos que los tiempos por venir son de paz y prosperidad.

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