Feb 27, 2023

Opinión

EL FRENAZO CULTURAL
Por Alberto Rial


 

Alberto Rial

Asisto a un webinar sobre la relación entre la sociedad venezolana y el petróleo. Con abundante material e información, el expositor contó la historia del país desde los tiempos de Gómez hasta finales del siglo pasado, y enumeró los avances que se fueron sucediendo en la industria de los hidrocarburos hasta que el chavismo ganó las elecciones en 1998 y se acabó lo que fue en su momento la tercera o la quinta o la novena mayor y más rentable petrolera del mundo. Historia conocida y probada para el que la quiera conocer. Historia escondida por el régimen, como tantas otras evidencias de destrucción que se le han achacado a las sanciones, al imperio del norte, a las iguanas o a los escuálidos.

En algún momento del conversatorio sale a relucir el tema que siempre está por ahí, en el subsuelo inmediato de cada quien: cuándo fue que se malogró el país. Alguien menciona que Venezuela y la PDVSA azul comenzaron su camino cuesta abajo durante el gobierno de Luis Herrera; otro pone la fecha a finales de los años 70. Finalmente, sale a relucir aquella frase de Manuel Peñalver, para la época secretario general de Acción Democrática, cuando declaró a la prensa en 1987 el famoso “los venezolanos no somos suizos” como argumento de fondo para resistirse a las propuestas de modernización política generadas por la COPRE (Comisión Presidencial para la Reforma del Estado) y al mismo tiempo justificar la estructura tradicional centralizadora, interventora y castradora de los gobiernos tradicionales en esta parte del continente americano. O sea, que la cultura colectiva de la sociedad criolla no podía aspirar a ser gobernada como si fuera helvética o nórdica o anglosajona o germana porque no llenaba las condiciones necesarias (creencias, valores, motivaciones) para darse ese lujo.

Mucha gente criticó y se revolvió ante las palabras de Peñalver, pero unos pocos años más tarde, durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez II, el intento de implantar un sistema político y económico más parecido al mundo desarrollado, y en línea con varias recomendaciones de la COPRE, resultó en un amplio rechazo popular –a todos los niveles y estratos-, el saqueo del 27 de febrero del 89, dos golpes militares, la destitución del presidente Pérez mediante una serie de artimañas y chapuzas -nada suizas, por cierto- y, eventualmente, en el triunfo en las elecciones de 1998 de quien encarnaba, para el momento, las virtudes más admiradas por el soberano: el líder fuerte, militar, demagogo y populista.

Le realidad es terca. La cultura de la gente es de verdad, no un tema exótico para las conversaciones de café o de whisky. Lo que la gente cree, el software que guía sus decisiones y sus juicios, tiene capas de maduración y refuerzo social y nadie va a venir a cambiarlo con discursitos y reglas nuevas. Los modelos más sofisticados y modernos, esos que llevan a la prosperidad y a la armonía social, no tienen nada que aportar en un entorno cultural que los rechaza, o que rechaza el cambio que tiene que darse en la idiosincrasia para que la nueva forma de hacer las cosas sea posible.

No somos suizos. Y será muy difícil que lleguemos a serlo. Quizás ni es deseable que lo seamos, porque el camino a la cultura cantonal sería muy largo y culebrero. Podríamos, eso sí, aspirar a ser mejores venezolanos, pero siempre que conozcamos cómo somos, sin eufemismos ni falsos atributos, y tomemos en serio el frenazo que una cultura caudillista y afiliativa va a ejercer sobre cualquier intento de desarrollo. Hay gente que ha investigado ese tema y tiene propuestas y proyectos interesantes, como los que adelantó el Laboratorio de Psicología Social de la ULA en Mérida y Ciudad Guayana en los años 90.

Cuentan que George Gershwin, el brillante compositor norteamericano, le pidió consejos y enseñanza al francés Maurice Ravel, famoso autor de El Bolero. Ravel, en un arranque de ingenio, le contestó “¿Para qué ser un Ravel de segunda cuando puedes ser un Gershwin de primera?” Ahí queda eso.

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Ingeniero con Maestría en Gerencia. Autor del libro “La Variable Independiente”

albertorial@hotmail.com