Nov 02, 2023

El camino de PEMEX

hacia la recuperación financiera

El sector petrolero mexicano se encuentra en una encrucijada histórica. La industria, en gran parte monopolizada por PEMEX, ha enfrentado importantes desafíos financieros en los últimos años.

Por Luis Vielma/CBMX

La vulnerabilidad de los precios del petróleo, la caída de la producción en los últimos 10 años, la extraordinaria inversión en una nueva refinería y las necesidades de inversión en exploración, perforación e infraestructura, representan una situación económica crítica para la empresa nacional.

Parece que ha llegado el momento crucial de considerar una alternativa diferente, como es la negociación de valores, utilizando un esquema fiduciario donde se asignan activos futuros o flujos de efectivo con el objetivo de emitir valores. El propósito es obtener financiamiento brindando liquidez a activos no líquidos, y por ende, lograr un giro real en las proyecciones de PEMEX, sin renunciar a la propiedad estatal ni poner en riesgo la soberanía nacional.

Para entender la urgencia de abordar la situación de PEMEX, es fundamental reconocer la importancia de esta empresa estatal en la economía mexicana. PEMEX ha sido un pilar fundamental de generación de ingresos para el gobierno mexicano durante décadas. Además, la petrolera da empleo a miles de mexicanos y juega un papel crucial en la seguridad energética del país. Sin embargo, su capacidad para cumplir con estas responsabilidades ha disminuido debido a problemas financieros y operativos.

En los últimos años, PEMEX ha enfrentado una serie de desafíos financieros que han comprometido su capacidad para operar de manera eficiente y sustentable. Algunos de estos desafíos incluyen una importante carga de deuda, que supera los 100 mil millones de dólares, y el servicio de esta deuda absorbe una parte sustancial de los ingresos de la compañía, lo que limita su capacidad para invertir en exploración y producción de petróleo, que ha alcanzado una meseta de 1,8 millones de barriles diarios y apenas más de 4.0 mil millones de SCFPD. El esfuerzo y resultados de esta administración son reconocidos, pero no han sido suficientes, pues persiste la necesidad de mayor inversión en exploración y producción, así como acceso a tecnología de punta. La infraestructura petrolera de México necesita importantes inversiones para seguir siendo competitiva en el mercado global. Con estos recursos podría incorporar tecnologías que le permitan cumplir con sus compromisos de descarbonización y transición energética, así como incorporar proyectos de energías alternativas como la eólica y la solar. Sin esta inversión, la empresa nacional continuará en este ciclo perverso de búsqueda continua de financiamiento a un alto costo de capital que cada año será más difícil de obtener, por lo que no podrá aprovechar el potencial de los recursos potenciales que superan los 130 mil millones de barriles, los cuales están disponibles y son reconocidos internacionalmente.

Ante esta realidad, no hay muchas opciones para la petrolera nacional. Por un lado, puede hacer más de lo mismo; es decir, recibir un presupuesto cada vez más reducido (el presupuesto para 2024 es aproximadamente el 50% del de 2023), lo que podría empeorar sus tendencias operativas y financieras. Por otro lado, puede idear un esquema diferente, como la titulización, que es una solución viable y pragmática. PEMEX o el Estado mexicano tienen varias opciones para implementar tal esquema, en lugar de sólo la opción “neoliberal”, que implica la emisión de acciones de la empresa en los mercados bursátiles nacionales e internacionales, permitiendo a los fondos de inversión adquirirlas y obtener una participación en el mercado. compañía.

PEMEX tiene la opción de negociar con sus acreedores, fondos y bancos que han apoyado a la estatal con préstamos y exigir sus pagos en las fechas de vencimiento acordadas. Incluso puede acordar con empresas de servicios con las que PEMEX tiene deudas importantes para convertirlas en montos de participación bursátil, asociados a mecanismos de tipo fiduciario. Esto podría hacerse por tipo de negocio, desde exploración, perforación de pozos, construcción de plantas o instalaciones y oleoductos hasta transporte de petróleo o gas.

Aunque estos esquemas pueden verse como pasos radicales, es importante enfatizar que no implican la pérdida del control estatal ni ningún impacto en la soberanía nacional. Hay ejemplos asociados a la titulización de algunas empresas nacionales que lo han hecho y se han recuperado financieramente, entre ellas Petrobras y Ecopetrol. Estos esquemas permitirían a PEMEX obtener capital fresco de inversionistas privados, aliviando o eliminando su carga de deuda y proporcionando los recursos necesarios para invertir en su cartera de proyectos prioritarios.

Además, este tipo de esquemas a menudo incorporan elementos adicionales de rendición de cuentas que requieren una mayor supervisión y una gestión más eficiente. Esto podría ayudar a PEMEX a operar de manera más competitiva y reducir los costos operativos. Además, como se mencionó, no implican la pérdida de la propiedad estatal ni del control estratégico de la empresa nacional, ya que dentro del directorio, el director general y los miembros designados representarán una mayoría en la toma de decisiones. La incorporación de inversionistas es relevante porque permitirá a PEMEX acceso abierto y continuo a tecnologías de punta y expertos internacionales, lo que redundaría en un mejor acceso a prácticas y competencias para mejorar su excelencia técnica y operativa.

Es comprensible que existan preocupaciones legítimas sobre una propuesta de titulización de la empresa productiva nacional, especialmente en un entorno político en el que se ha reforzado el carácter nacionalista de las dos grandes empresas energéticas nacionales, PEMEX y CFE, en el entendido de que la soberanía es fundamental para México. Sin embargo, este particular esquema no implica la venta de activos estratégicos ni la pérdida de control sobre los recursos naturales del país. Asimismo, la búsqueda de una mayor eficiencia no representa una amenaza a la estabilidad y derechos laborales de los trabajadores durante este proceso; al contrario, representa una oportunidad de crecimiento y mejora en su calidad de vida.

Al final, el futuro de PEMEX representa un riesgo u oportunidad para la economía mexicana. Un esquema de titulización para la empresa nacional puede ofrecer una solución práctica y factible para abordar los desafíos financieros y operativos que enfrenta la empresa, sin sacrificar la propiedad estatal o la soberanía nacional. Sugerimos que las autoridades gubernamentales consideren seriamente esta opción y que la empresa nacional, en conjunto con el Ministerio de Hacienda, evalúe el mecanismo que mejor se adapte a las realidades financieras actuales, y así crear una propuesta que pueda atraer intereses de inversión, fondos, empresas aliadas y Empresas de servicios nacionales e internacionales. Esto permitirá a PEMEX alcanzar el camino que asegure su estabilidad y recuperación financiera. La titulización es un camino viable que debe explorarse con seriedad y determinación. El “qué” está ahí. Es necesario encontrar el “cómo” hacerlo.