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Gasolinavirus

Por: Rafael Gallegos


 

Como los enfermos crónicos, Venezuela ya no sabe que le afecta. Si el hígado, el corazón, los riñones; o todo junto. Todo falla. No sabemos si es el coronavirus, la gasolinavirus, el desidiavirus o el malgobiernovirus. 

Los médicos de enfermos crónicos tienen serios dilemas para aplicar los tratamientos. Las medicinas para el corazón hay que recetarlas  en bajas dosis porque pueden afectar los riñones, o los pulmones; y las medicinas para las afecciones pulmonares pueden intoxicar el hígado.

Igual sucede a los gobernantes del mundo ante la pandemia. Tienen un serio dilema. Si aplican una cuarentena estricta la economía tiende a paralizarse y la gente pasa mucha hambre. Si por el contrario dejan fluir la economía y hacen caso omiso de las cuarentenas, puede morir mucha gente. Ser o no ser… morirse de hambre o morirse de covid-19.

En el caso venezolano se agrega el factor gasolina. Si se relajan las medidas de cuarentena y la gente comienza a realizar sus rutinas laborales, no habrá movilidad ya que no hay gasolina. ¿Peor el remedio que la enfermedad?  Tan es así que ya los deslenguados plantean que los epidemiólogos de El Palito y Cardón, fueron quienes prolongaron la cuarentena.

¿Y cómo es eso que no hay gasolina en el país “con las mayores reservas de petróleo en el mundo”? ¿Culpa de Trump? ¿Culpa de las sanciones? ¿Cómo es eso que el mundo está atosigado de petróleo y gasolina  en los tanques de almacenamiento  de tierra y en los barcos petroleros, y Venezuela está paralizada por falta de combustible?

Y sin echarle la culpa a las sanciones que comenzaron a aplicarse cuando las refinerías ya estaban produciendo al 15 % de su capacidad. Ya estaban desmanteladas. Las refinerías venezolanas que llegaron a tener una capacidad de procesamiento de más de un millón de barriles, ya son nostalgia. ¿Quién se responsabilizará por eso?  ¿El imperio? ¿”La ultraderecha”? ¿O será que se trata de una destrucción inducida? Sin eufemismos, el gobierno  destruyó el parque refinador de Venezuela y por eso no hay gasolina. Sabotaje petrolero… un largo sabotaje gerencial que ya lleva veinte años.

Venezuela llegó a producir más de 500.000 barriles diarios de gasolina. Y exportaba. Ahora produce cero. Ce-ro. Premio Nobel de Demolición. ¿Cuánta gasolina es necesario  importar para que el país se pueda movilizar?  Depende. Para movilizarlo en cuarentena, algo más de 100.000 barriles por día. ¿Para movilizarlo como antes del coronavirus, es decir un país semiparalizado con peligroso decrecimiento del producto interno bruto, un poco más  de 200.000 barriles por día. Claro, sin contar el consumo de nuestros “panas” y jefes de la revolución cubana.  

Por lo tanto, cuando se libere a Venezuela de la cuarentena, tendremos que importar a 200.000 barriles por día…. seis millones de barriles  de gasolina por mes. Saque cuentas. ¿Quién los puede pagar? El problema es serio. No se trata de que por ahí venga un tanquero de México con trescientos mil barriles, o unos barcos iraníes con un millón. Se trata de muchos tanqueros que traigan todos los meses por lo menos con seis millones de barriles.

Por ello el gobierno trató – y sólo trató- de activar la Refinería de El Palito. Pero los hidrocarburos son cosa seria que requiere gerencia de primer nivel. No pudieron. O dejemos el beneficio de la duda, no han podido.

Ahora tratan de  activar una de las refinerías de Falcón, otrora el complejo refinador más grande del mundo, y para ello traen equipos y técnicos iraníes. Suerte, porque  tal vez allí radique el retorno al pre covid-19. Aunque no deja a atosigarme la idea de que eso es como poner repuestos de Lada en un Chevrolet.

Sin embargo, la  solución iraní en el mejor de los casos sería apenas parchetes aplicados en paredes que se derrumban por la humedad. La solución de la gasolina es de fondo. Porque la gran verdad es que no hay gasolina porque acabaron con la industria petrolera. Ergo, la solución de fondo es rescatar la industria petrolera. ¿Podrá hacerlo la “revolución” que la demolió? Todo es posible.

Sin embargo hay que tomar en cuenta que nuestra industria petrolera no fue demolida por equivocaciones. El desiderátum de la “revolución” ha sido la Estrategia Lobo Feroz. Destruir a Venezuela para comerte mejor. Es decir para gobernarte forever. El modelo cubano. Y la industria petrolera no podía quedarse fuera de la destrucción. Lo que pasa es que se les fue la mano. Por ello ahora les urge rescatar una petrolera de dimensiones domésticas, suficiente para satisfacer las necesidades de un país en  “revolución”, o sea semiparalizado de por vida.

Decíamos que sí es posible que la “revolución” rescate la industria petrolera. Solo faltaría un detallito: tendría que brincar la talanquera. Dejar de ser lo que ha sido. Negarse. Y de paso convencer a los inversionistas serios que los demoledores, que parecían aplicar aquello “que mientras más demuelas mejor demoledor serás”, ya se dejaron de eso y serán los constructores de la nueva industria petrolera. Algo así como Atila sembrando grama por donde pasó su caballo.

Hablando seriamente, el rescate es global. Rescatar la industria petrolera  pasa por rescatar al país, y viceversa. El problema es de fondo. Si se quiere superar las necesidades no basta con acuerdos o ayudas humanitarias. Hay que cambiar el modelo que ha provocado a esta sociedad tan escasa de electricidad, agua, comida, hospitales, industrias. Lo demás, es curitas para hemorragias.

Cierro con una anécdota de un gran amigo pediatra, tempranamente fallecido. Iba todos los sábados a algunos barrios de Caracas – en los años ochenta porque la miseria no es nueva y por eso ganó Chávez –  a atender a los niños. Me explicaba que la mayoría eran barrigones por parásitos, estaban descalzos, mal vestidos y sobre todo  desnutridos.

Un día dejó de ir y le pregunté la causa. La respuesta me dejó frío: no Rafael yo lo que soy es médico y esos muchachos lo que tienen es hambre.

¿Y Venezuela? Feliz cola en las gasolineras.

 

 

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CURRICULUM VITAE / RAFAEL GALLEGOS CASTRO

Ingeniero de petróleo, Consultor Gerencial Independiente, Facilitador de talleres a empresas y columnista semanal en la prensa nacional. Ha dictado alrededor de 400 talleres de Gerencia y de Petróleo. Consultor Gerencial.

Profesor invitado en el Programa Internacional de Gerencia de Hidrocarburos en el IESA. Profesor invitado en programa de CENDECO Entorno Social, en la Universidad Metropolitana. Coordinador De Diplomado “Diplomacias, Petróleo y otras formas de Energía”, en la UCV. Coordinador Del Diplomado “Venezuela Energética” en la UCAB. Charlista de “El entorno como componente estratégico del negocio” ante ejecutivos de PEMEX en Villahermosa, México.

Trabajó 23 años en PDVSA donde se desempeño como operador en los campos petroleros e ingeniero de yacimientos y de planificación en las áreas de Oriente, Zulia y Barinas y Apure. Fungió Jefe de Planificación de Operaciones en Corpoven Barinas, Consultor Gerencial de Mejoramiento Continuo de Corpoven, Líder de Inversión Social de PDVSA EyP, Gerente de Asuntos Públicos de PDVSA SUR, Gerente General de AC Voluntariado de PDVSA y líder de proyecto de microempresarios del CIED ( COFIE oriente).

Coautor (en conjunto con Eddie Ramírez) del libro: “Petróleo y gas, el caso Venezuela”, año 2015. Ha sido coautor de libros/compilación de diversos autores acerca de Gerencia y Responsabilidad Social. Columnista semanal del Diario 2001 desde el año 2005 hasta el 2011. Actualmente publica artículos semanales en su Blog “Petróleo sin Reservas”, que son reproducidos en los periódicos digitales de Estados Unidos: Informe21, Diario de Caracas y El Punto News.

Se graduó de Ingeniero de Petróleo en la UCV en 1979 y realizó estudios parciales de postgrado en Finanzas en la misma universidad en los años 1983 y 1984.

Es miembro del Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV), de la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Petróleo (SVIP), del sindicato de trabajadores petroleros Unapetrol, miembro Fundador del Centro de Orientación de Energia (COENER), y miembro del Equipo Coordinador de Gente del Petróleo.