Ago 25, 2022

AQUEL ZULIANO

(Nostalgia de Maracaibo)

Marianela y Gustavo Coronel

Esta canción evoca la Maracaibo que amo:

https://www.youtube.com/watch?v=ZX7JpB0KgJ0

A la memoria de Rita Minoprio, una bella mujer zuliana, quien fue como una hermana.

Por Gustavo Coronel

La grey zuliana

Aquel zuliano vivía en Bella Vista y asistía al Club SHELL, donde jugaba tenis y tomaba “shandi”. Pero también iba a jugar billar en el Saladillo, en las Lomas de Sabaneta o a comer pescado en Cabeza de Toro. Disfrutaba de los mejores y peores sitios de la ciudad, porque en todos palpitaba el corazón maracucho, como en sus gaitas y – sobre todo – en la danza zuliana.

Club Shell, hoy Bella Vista de Maracaibo

En 1956 aquel zuliano fue a un baile de carnaval en el Club Alianza, en la avenida El Milagro. Parte de la pista de baile era de tierra todavía y, cuando las parejas comenzaban a bailar, se levantaba tremendo polvero. A nadie le importaba. Como a las diez de la noche llegó la reina del carnaval del club, una muchacha de piel del color de la miel. Al verla, aquel zuliano quiso bailar con ella, lo cual logró después de una larga espera. Al tenerla cerca y en sus brazos, se vio en sus ojos muy negros y  le cautivó su dulce sonrisa.

Tres años después la reina del carnaval se convirtió en su esposa y por los siguientes 62 años fueron intensamente felices. No es que no tuvieran algunos encontronazos y discusiones, pero siempre predominó el placer de estar juntos, el buen sentido y el coraje para rectificar si es que alguno de los dos había sido injusto.

Hicieron una casa en Tierra Negra, con el dinero obtenido de un trabajo en el extranjero que fue muy peligroso, pero del cual aquel zuliano salió ileso, en la esquina de la avenida 13A y calle 69A.  Allí nació su primer hijo y un señor que tocaba el violín en la orquesta Sinfónica de Maracaibo y, además, hacía yogurt, les vendió ese alimento para el niño, quien se negaba a tomar leche. El yogurt le salvó la vida.

Aquel zuliano caminaba de su casa a la oficina, situada en el edificio Las Laras, una bella estructura de balcones rodeados de frondosos árboles de ese nombre.  Los sábados por la tarde iba ocasionalmente a sentarse en la terraza del Hotel DETROIT, en plena avenida 5 de Julio. Desde esa terraza veía pasar a la gente, saludaba a sus amigos y se tomaba, quizás, unas 15 cervezas, sin que ellas le dejaran huella alguna, gracias al calor imperante. Un día de Diciembre de 1957, en esa terraza, los esbirros de Pérez Jiménez lo hicieron preso porque estaba repartiendo manifiestos contra el régimen. A la semana de estar preso, la empresa para la cual trabajaba logró su liberación y tuvo la oportunidad de participar en un asalto a la cárcel de Maracaibo que llevó a la liberación de los presos políticos, incluyendo a Jesús Paz Galarraga.

La Maracaibo de esos años era una ciudad primorosa. De amplias avenidas y calles simétricas, de absoluta limpieza. Después de alguna rumbosa fiesta en uno u otro de los clubes: Comercio, Náutico o Alianza, aquel zuliano y su reina del carnaval se iban al restaurante italiano de la esquina de 5 de Julio con Bella Vista, el cual estaba abierto toda la noche, a comer pastas y sopa de arroz.

Después de la caída del dictador continuaron  viviendo en una Maracaibo de maravillas. Su restaurant favorito era MI VAQUITA. Allí tenían excelentes almuerzos y mejores cenas, durante las cuales cantaban artistas de algún renombre y hasta aficionados, como él mismo.  Aquel zuliano iba todos los sábados al mercado libre de Santa Rosalía, el cual era una fiesta de flores, legumbres y frutas multicolor, llena de maracuchos y maracuchas vociferantes y de característico buen humor.

Plaza Baralt

Una de sus visitas favoritas era a la Plaza Baralt, a perderse entre la muchedumbre que hablaba y cantaba al mismo tiempo, visitar los múltiples negocios que vendían cualquier cosa y admirar las sensuales mujeres de Maracaibo.  Allí tenía su proveedor de whisky, el cual le garantizaba que no era “puyao”.

Por siete años aquel zuliano se fundió plenamente con el alma maracucha y ello lo hizo muy feliz y le dio memorias inolvidables. Hoy, aquel zuliano es ya anciano y es invadido por una gran nostalgia cuando piensa en esos maravillosos años, cuando era joven, cuando estrenaba casa, con su reina del carnaval al lado, viendo crecer a sus niños.

Aquel zuliano nació en Catia y creció en Los Teques, pero se “naturalizó” maracucho por la vía del corazón.

Nunca he olvidado a mi querida ciudad del sol amada, donde encontré compañera para mi maravilloso viaje, donde nacieron todos mis tres hijos y donde viví fascinado por la personalidad del maracucho, por su sentido del humor y su contagiosa alegría.

Que sus flores siempre permanezcan lozanas, como su espíritu.

Publicado por Gustavo Coronel