EN MI BLOG DE JULIO 04, 2022

Planifiqué ir a la playa y terminé como director de PDVSA

Por Gustavo Coronel


 

Primera fila izq a derecha: Edgar Leal, Manuel Ramos (entró en 1978), José Domingo Casanova, Julio César Arreaza, José Rafael Domínguez, Julio Sosa Rodríguez, Raul Henríquez (remplazó a Manuel Peñalver como Director por Fedepterol). Segunda fila izq a derecha: Carlos Guillermo Rangel, Luis Plaz Bruzual, Alirio Parra ( entró en 1978), Gustavo Coronel, Rafael Alfonzo Ravard, Benito Raúl Lozada, José Martorano Battisti, Andrés Aguilar (asesor legal) Pablo Reimpell

Décimo cuarto viaje a Serendipia

En la mañana del sábado 30 de Agosto de 1975 me encontraba cargando mi pequeña camioneta FIAT con algunas vituallas para irme a la playa de Camurí Grande, cercana a Naiguatá, con Marianela y mis tres hijos Gustavo Ernesto, 15, Corina, 14  y Ana, 9. Como a las 11 a.m. sonó nuestro teléfono y fui notificado por la secretaria del ministro Valentín Hernández Acosta que debía estar en Miraflores a la 1 p.m. para la juramentación de la primera junta directiva de Petróleos de Venezuela. Traté de excusarme en base a mis planes de ir a la playa con la familia, pero la secretaria me dijo que mi asistencia era necesaria.

Así lo notifiqué a mi familia y procedí a descargar los corotos playeros de la camioneta. Resentí la llamada, porque estaba seguro de que mi asistencia sería solamente como testigo de la ceremonia, en mi condición de presidente de AGROPET, la organización de  empleados petroleros que había contribuido sustancialmente a la forma final que tuvo la nacionalización petrolera venezolana. Esa asistencia a la ceremonia me costaría mi fin de semana playero.

Al verme salir hacia Miraflores mi hijo mayor le dijo a Marianela: “A ese lo van a nombrar director de la compañía”.

Al llegar a Miraflores entré al salón donde se llevaría a cabo la ceremonia y me encontré con el grupo de directores que iban a ser designados. Me dirigí al Dr. Julio César Arreaza, quien iba a ser nombrado vicepresidente, y le dije: “Dr. Arreaza, creo que estoy aquí por error. Preferiría ausentarme”. Y él me respondió: “Si usted fue llamado para estar aquí, debe existir una razón. Debe quedarse”.

Después de una larga espera vimos entrar al salón al ministro Valentín Hernández, quien saludó a todos los presentes. Se acercó a mí y me dijo: “Coronel. Usted va  ser designado miembro de esta junta directiva, pero debo decirle que ello será en contra de mi recomendación y bajo protesta, ya que habíamos convenido en no designar en esta junta a ningún miembro activo de la industria petrolera. El presidente Pérez ha insistido en su designación  pero quiero decirle que no estoy de acuerdo con esto”.

No tuve tiempo de reaccionar a estas frases del ministro Hernández porque en ese momento entraron al salón el presidente Pérez y el General Rafael Alfonzo Ravard, quien sería designado presidente de la primera junta directiva. Pérez se acercó a cada uno de nosotros y nos dijo algunas palabras. A mí me dijo: “Sé que usted no me hará quedar mal”.

De inmediato se procedió al nombramiento y regresé a mi casa en La Lagunita asombrado, a informar a mi familia de lo que ya mi hijo se había encargado de pronosticar. De inmediato llamé al presidente de mi empresa SHELL de Venezuela, Alberto Quirós Corradi, para notificarle la noticia. Transcribo de memoria mi llamada:

  • Alberto. Te llamo porque estoy regresando de Miraflores de la juramentación de la primera junta directiva de Petróleos de Venezuela. Te informo que, para mi total sorpresa, he sido designado miembro suplente de esa primera junta”.
  • Por un largo intervalo hubo total silencio del otro lado del teléfono. Finalmente, Alberto me dijo: “Gustavo. Quiero decirte tres cosas. Primero, mis felicitaciones. Segundo. Estás despedido de SHELL! Tercero, vente de inmediato con Marianela, vamos a abrir unas botellas de Moet Chandon”. 

Esta designación fue totalmente inesperada, tanto para mí como para muchos de mis colegas en la industria petrolera. Algunos pensaron que ello había sido el resultado de una maniobra política y que yo había estado actuando en AGROPET en búsqueda de tal desenlace. Afortunadamente, la mayoría pudo ver que la designación había sido la recompensa del gobierno de Carlos Andrés Pérez  a la labor de AGROPET, a la participación de los técnicos petroleros venezolanos en el debate y que el nombramiento de su presidente como miembro de esa primera junta directiva comprometía a los gerentes y técnicos petroleros a mantenerse vigilantes ante cualquiera amenaza de politización de la naciente industria petrolera nacionalizada.

Años después, en un viaje que hice a Nueva York, ya sentado en mi asiento de clase turista, una aeromoza se acercó y me dijo que el ex-presidente Pérez me invitaba a almorzar con él, en la primera clase. Al sentarme a su lado y compartir el resto del viaje con él tuve oportunidad de conocerlo (nunca antes había hablado con él, con excepción de su breve anuncio aquel día de Agosto 2015). En esta ocasión me dijo que me había designado en PDVSA para que fuera fiel a lo que nosotros los gerentes y técnicos petroleros deseábamos, es decir, que la industria se mantuviese libre de politización. Me dijo: “para ponerlo a usted allí”, me dijo, “debí argumentar muy fuerte con el ministro Hernández”.  Y agregó, antes de separarnos: “Tuve razón al colocarlo allí, Coronel”.

Ya casi todos los protagonistas de esta pequeña historia han fallecido: Alberto Quirós, el presidente Pérez, el General Rafael Alfonzo Ravard, el Dr. Julio César Arreaza, el ministro Valentín Hernández, todos los integrantes de aquella primera directiva. Solamente estamos vivos Edgar Leal, de quien no he sabido nada durante muchos años,  y yo.

Por  lo tanto no puedo llamar a los ya fallecidos en apoyo a lo que aquí digo, pero sí puedo decirles que jamás adulteraría la verdad sobre estos hechos. Hacerlo sería deshonrar la memoria de venezolanos quienes me merecen el mayor respeto y por quienes tuve mucho afecto en vida.

Puedo decirles que fui totalmente fiel a la confianza que el presidente Carlos Andrés Pérez depositó en mí ese día de Agosto de 1975. Durante mis cuatro años allí, 1976-1979, di la batalla por una PDVSA libre de interferencias políticas. Encontré aliados maravillosos, incluyendo a  grandes señores del petróleo venezolano como Luis Plaz Bruzual, José Martorano y José Rafael Domínguez, en el seno de las directivas de PDVSA y Guillermo Rodríguez Eraso y Alberto Quirós en las presidencias de Lagoven y Maraven.

Esa batalla se ganó por algunos años y ello le dio a PDVSA una bienvenida independencia financiera y de gerencia. Lamentablemente no pudimos evitar la debacle que vendría después.

Este episodio de mi vida fue serendípico. Queriendo irme un sábado cualquiera a la playa, terminé jugando un papel inesperado en el curso de  los acontecimientos nacionales que marcaron el curso de los primeros cinco años de PDVSA.

Publicado por Gustavo Coronel

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