Ni nativos ni inmigrantes: somos ciudadanos digitales

Estado: con conexión

Luis Pulgar Finol


 

Luis Pulgar Finol

En su concepto tradicional y desde la antigüedad, un ciudadano es una persona considerada como miembro de un estado, titular de derechos civiles y políticos, sometido a sus leyes.

En el mundo globalizado, desde que nos empezamos a adentrar en el siglo XXI, se hizo indispensable acostumbrarnos a vivir como ciudadanos digitales. Todos lo somos querámoslo o no. Como los ciudadanos de un país deben cumplir sus leyes y gozan de ciertos derechos, aunque no los conozcan, a nosotros nos ocurre lo mismo en lo que respecta a vivir en el actual mundo digital. La mayor parte de las personas que habitamos este planeta en esta etapa del desarrollo de la humanidad, estamos inmersos en el mundo digital cada vez más envolvente y formamos parte de él, aún el caso de que no lo comprendamos del todo ni hagamos uso de las facilidades que nos ofrece.

En 2001 el autor norteamericano Marc Prensky escribió un artículo que tuvo gran receptividad internacional: “Nativos digitales, inmigrantes digitales” (1) en el cual acuñó esas dos denominaciones: Llamó “nativos digitales” a aquellas personas que desde que tuvieron uso de razón interactuaron con las herramientas del mundo digital. En ese tiempo las más usuales eran las computadoras personales y los teléfonos celulares. No se vislumbraba aún el actual afán, de prácticamente todas las personas, por la permanente conexión, que ha generado el acceso casi universal a los teléfonos inteligentes. Los nativos digitales eran para él todos los nacidos después de 1980 en los países desarrollados, especialmente en Estados Unidos. Partía del supuesto de que como son personas que nacieron con la presencia permanente y cotidiana de los distintos tipos de dispositivos digitales en sus casas, prácticamente no necesitan que nadie les enseñe a utilizarlos.

Como contraparte, llamó “inmigrantes digitales” a las personas que nacieron antes de que esas herramientas fueran de uso común y las adoptaron en algún momento de sus vidas empujados por las circunstancias. Esta clasificación, que hasta cierto punto puede considerarse simplista, tuvo un complemento que sí considero válido e importante: Prensky afirmó que el vivir en un entorno digital transforma radicalmente la forma en que las personas piensan y procesan la información y probablemente la manera como ésta se estructura en sus cerebros.

Las denominaciones se hicieron populares y en muchos discursos se asume que describen la realidad tal como es. Sin embargo, la verdad es que el mundo está aún muy lejos de funcionar así. Como lo explican Susana Lluna y Javier Pedreira en la introducción de su libro “Los nativos digitales no existen” (2)“aunque es cierto que no le tienen el respeto –o quizás el miedo en algunos casos- que le tenemos los que hemos crecido sin este tipo de acceso a ordenadores e internet, no es nada cierto que de forma innata sepan hacer uso correcto de esas herramientas”.

Estoy totalmente de acuerdo con ese planteamiento. Por ello es que yo prefiero hablar de “ciudadanos digitales” en lugar de “nativos” o “inmigrantes” digitales. Me parece que esta denominación describe mucho mejor lo que está ocurriendo en nuestro entorno actual. Todos somos ciudadanos digitales

Una forma de ilustrar este hecho es el recordar que antes, hace no tantos años, a muy poca gente le importaba si nos gustaban o nos dejaban de gustar las cosas, o al menos no se daban cuenta. Hoy en día con los “like” que colocamos en las redes sociales y todas las demás manifestaciones de nuestra opinión que hacemos públicas cada día, si se enteran, y vamos generando enormes cantidades de información que se van integrando a la gran corriente del “big data”. Se dice que el 90% de la información que ha generado la humanidad en toda su historia se ha producido en los últimos tres años.

Por otra parte nuestra exposición permanente a la tecnología de la información, muchas veces sin advertirlo, no nos proporciona automáticamente las competencias para utilizarla de manera productiva. Existe una brecha inconsciente y natural entre el acceso que tenemos todos al mundo digital y nuestra capacidad de sacarle el máximo provecho. En años más recientes el mismo Prensky complementó su concepto original de “nativos digitales” con el de “sabiduría digital” (3) para describir la capacidad de además de saber utilizar las tecnologías digitales, poderlas evaluar críticamente para seleccionar con ética y pragmatismo las más convenientes para nuestras necesidades. De hecho, diversos estudios han demostrado que para poder hacer uso seguro y eficaz de las nuevas tecnologías se requiere complementar la “intuición” con un grado de “formación” (4)

Muchos jóvenes que son capaces de navegar eficazmente en internet para encontrar información, cuando se trata de algo más que Instagram, Facebook, What’s app, Snapchat y los programas que usan para descargar música, son tan torpes como cualquier novato e incapaces de utilizar con efectividad y a fondo las herramientas de Office®

Por lo general, estas personas tampoco conocen sus derechos y deberes en la era digital y mucho menos se preocupan por investigarlos, como lo comentan Lluna y Pedreira en el libro citado. Lo importante es reconocer que para cualquier profesional hoy en día es indispensable ser capaz de navegar en el océano de innovación y transformación que nos rodea, para hacer valer su ciudadanía en el mundo digital. Esto implica poder utilizar de manera eficaz y creativa no solamente las redes, sino también las herramientas tecnológicas y así poder contar con la información relevante, tanto estructurada como no estructurada, para poder agregar valor real en las organizaciones.

En el caso específico del profesional de Recursos Humanos, no puede concebirse su desempeño como verdadero “business partner” sin la inmersión total en el mundo digital y el mejor aprovechamiento posible de la información estructurada y no estructurada sobre la gente y la organización a la que sirven.

Un ejemplo cotidiano es el proceso de captación de talentos que hoy en día se apoya fundamentalmente en las redes sociales profesionales como LINKEDIN, que proporcionan información inmediata sobre candidatos potenciales, mostrando además sus trayectorias y muchas veces una buena pista sobre sus competencias y las redes a las que tiene acceso. Si se utiliza con la suficiente habilidad, se pueden realizar búsquedas muy eficientes, que ahorran tiempo esfuerzo y dinero.

La participación en las múltiples comunidades de conocimiento accesibles por este tipo de medios nos permite acceder a respuestas a muchas inquietudes y a la solución de casos de trabajo en tiempo real, mediante consultas inmediatas con personas que pueden estar localizadas en cualquier parte del mundo. Lo importante es estar en la capacidad de dotarse y utilizar las más avanzadas herramientas tecnológicas disponibles de manera natural y eficaz para maximizar la efectividad de su trabajo. Ya es un lugar común mencionar el impacto que ha tenido la situación vivida en todo el mundo como consecuencia de la pandemia que, entre otras muchas consecuencias, ha producido un salto cuántico en el uso de las tecnologías digitales para facilitar al máximo el trabajo a distancia, generando en un año el progreso que, en condiciones normales, hubiera tomado mucho más tiempo.

No es suficiente la intuición, en el caso de los “nativos digitales”, ni el uso cotidiano y casero de la tecnología en el caso de los “inmigrantes digitales”. Es necesario capacitarse, investigar e innovar en el uso de la tecnología.

Los profesionales de Recursos Humanos tienen que ser “ciudadanos digitales” de primera linea en sus organizaciones. Deben ser capaces de comprender lo que está sucediendo en el mercado, desarrollar la mentalidad adecuada para generar soluciones, así como también ser impulsores de la transformación digital, no sólo de su área, sino de toda la empresa. Esto tiene que incluir la visión financiera para entender la transformación digital en términos de propuestas de valor.

En un reciente e interesante artículo Ben Churchouse (5) se preguntaba si Recursos Humanos estaba llegando tarde a la fiesta de la 4ta Revolución Industrial, refiriéndose al mundo tecnológico y específicamente a la cibernética. Mi opinión es que, como siempre, depende de cada uno quedarse atrás o estar en la vanguardia, como se espera de nosotros.

(1) “Digital Natives, Digital Immigrants” Marc Prensky (On the Horizon – MCB University Press, Vol. 9 No. 5, October 2001)

(2) “Los nativos digitales no existen” Susana Lluna y Javier Pedreira – DEUSTO S.A. EDICIONES 2017

(3) “H. Sapiens Digital: From Digital Inmigrants and Digital Natives to Digital Wisdom” – Marc Prensky – Febrero 2009

(4) “La falacia del “nativo digital””| Panorama Digital Septiembre 15, 2016

(5)  “The 4th Industrial Revolution: Is HR Late to the Party?” Ben Churchouse Enero 29, 2019