Los ojos del mundo están sobre Venezuela


 

Jorge Zajia

Jorge Zajia | Editor in Chief

E l Ave Fenix, según la mitología egipcia, volaba por todo egipcio recogiendo los materiales más finos y bellos para construirse un nido, desde donde entonaba la melodía más hermosa jamás escuchada mientras se dejaba consumir completamente por las llamas, para renacer tres días después, lleno de fuerza y poder; pues era necesario renovarse cada cierto tiempo para adquirir mayor sabiduría e iniciar así un nuevo ciclo para inspirar al pueblo

Hoy la Pequeña Venecia -bautizada así por el navegante florentino Amerigo Vespucci y a quien debe su nombre América-, sufre una destrucción total de sus instituciones políticas , donde el control el gobierno lo ejerce unipersonalmente el poder ejecutivo; su infraestructura económica, donde su principal fuente de ingresos, la industria petrolera, ha sido saqueada y canibalizada y las precarias industrias y red comercial expropiadas y quebradas; una infraestructura inexistente, donde no hay agua potable, electricidad, comida, medicinas, ni los otros servicios básicos como comunicaciones, educación, salud y esparcimiento y diversión; y social, con emigración de alto calibre y un envilecimiento, desmoralización y anarquía total de sus nacionales. Ya…!

Hace 200 años, la patria de Andrés Bello y Simón Bolívar, de José María Vargas y Simón Rodríguez, sufrió una situación de dimensiones titánicas durante la larga y cruenta Guerra de Independencia (1810-1824), que dejó al país desolado, en bancarrota y endeudado hasta límites mas allá de lo imaginable. En esa oportunidad, la recuperación de ese maravilloso que limita al norte con el Mar Caribe, fue lenta como consecuencia de las sanguinarias guerras civiles que se prolongaron por 100 años, hasta bien avanzado el Siglo XX y porque el país no tenía nada que ofrecer a cambio de la ayuda necesaria para su reconstrucción. Solamente café, nada más.

Después del caos y la destrucción viene la reconstrucción, que es la condición necesaria para generar desarrollo y riqueza. Cuando vemos el modernismo y la calidad de vida que se han gestado en Kuwait e Irak, luego de unas guerra que las destruyeron, es inevitable pensar por analogía,

que la reconstrucción de Venezuela es una tarea más fácil y expedita que lo que pudieran estimar los nuevos hombres y mujeres que les va a tocar en gracia dirigir este proceso.

La reconstrucción de Venezuela ahora se fundamenta, no en aromático café del Táchira, ni en el sabroso cacao de Carúpano, sino en sus cuantiosos recursos petroleros, que independientemente de la mayor o menor importancia que pueda tener en las preferencias del consumo energético global, va a continuar siendo un commodity muy apreciado y de alta demanda, porque continuará siendo, junto a su hermano el gas natural, la fuente de energía más abundante, segura y barata con la que cuenta la humanidad. Y eso es “centavo”. Eso es crédito.

Los hidrocarburos van a contribuir en un alto grado a capitalizar las arcas del Estado venezolano. El Banco Interamericano de Desarrollo, BID, y el Fondo Monetario Internacional, FMI, son instituciones especializadas en rescatar países en ruinas que cuenten con voluntad política y recursos con que responder al financiamiento y los créditos que se le faciliten. El capital privado internacional y nacional, también será un factor que suma puntos a este esfuerzo de la reconstrucción, que exige que se adopte un esquema de economía mixta, sin complejos ni los tabúes del pasado.

El mundo entero está muy pendiente de Venezuela, porque la experiencia dice que aquí habrá trabajo honesto y creador de grandes dimensiones y, en los próximos años este rico y generoso país, se va a convertir en el polo de atracción de las mayores empresas del planeta, sustentado por su potencial energético: petróleo, gas, carbón, hidroelectricidad y minerales radioactivos; que apuntalarán la recuperación de su talento humano disperso por el mundo, la reparación de toda la infraestructura de servicios; y la reorganización política, económica y social.

Ya habíamos concebido esta nota editorial, cuando leímos el análisis “Barclays pronostica un milagro económico en Venezuela”, que nos permitimos reproducir en esta edición del Petroleum Newsletter y en nuestro portal www.petroleumag.com.