Como ya es conocido por todos, la década de bonanza en América Latina (2004–2014), impulsada primordialmente por elevados precios de materias primas, ha traído innumerables beneficios económicos y sociales a la región. Contrario a los movimientos más nacionalistas, Perú ha mantenido una economía abierta a las inversiones, ha fortificado su seguridad jurídica, ha respetado contratos y se han firmado casi una veintena de tratados de libre comercio, fomentando una dinámica exportadora vigorosa y diversificada.

Perú es el país que más ha crecido económicamente en la década de bonanza en toda la región, llegando algunos años muy cerca a dos dígitos (9.14% el 2008). En lo social también se ha logrado substanciales avances en materia de reducción de pobreza. La democracia funciona con alternancia de poder, libertad de expresión e instituciones cada vez más robustas e independientes. Todo indica que Perú continuará liderando esta dinámica económica, social e institucional en la región en los próximos años.

Cabe recordar que la economía peruana sigue dependiendo bastante del sector minero e hidrocarburos, pero está mucho más diversificada que hace una década atrás, con producción y exportaciones crecientes de productos y servicios con más valor agregado como: textil, pesquero, metalmecánico, desarrollo de software, agropecuario, turismo, culinario, etc.

Empero, el sector hidrocarburos en Perú pasa por una coyuntura bastante crítica y que no ha cortejado lo acaecido en otros sectores de la economía, como hemos anotado anteriormente. La actividad de exploración y producción en Perú se ha estancado notablemente. Las reservas de gas natural y de petróleo están declinando. Si bien la producción de gas natural sigue en aumento (debido al desarrollo del proyecto Camisea), la producción de petróleo se ha desplomado de 80,000 Bbl/día el 2004 a 46,000 Bbl/día este 2016.

En el caso del petróleo, además de no haber tenido descubrimientos importantes, con el escenario de bajos precios, se han paralizado varios proyectos de crudo pesado en la selva peruana. La futura exploración no tiene visos de recuperarse y cada vez hay menos contratos de exploración y producción vigentes. El 2009 se tenían 67 contratos y este 2016 disminuyeron a 37. Casi la mitad de estos están en fuerza mayor por problemas ambientales, sociales y de otra índole. Desolador panorama.

Perú, a pesar de tener su economía abierta al mercado y ser proclive a las inversiones, no ha logrado captar la atención de las denominadas “majors” que si están en países como Argentina, Uruguay, Colombia, Venezuela, Bolivia y que en breve las tendrá México. Las empresas que llegaron al Perú han sido muy pequeñas y muchas de ellas bastante especulativas.

Este escenario de escasa exploración y declinante producción, responde a una problemática particular que existe en Perú y que analizamos a continuación. En primer lugar está la denominada “tramitología”. Elaborar un estudio de impacto ambiental y lograr su aprobación puede tomar entre dos a tres años, lo que ahuyenta inversiones.

Otro aspecto es la conflictividad social. Varios proyectos no han podido llevar descubrimientos realizados al mercado, ni tampoco lograr nueva exploración por conflictos sociales asociados. En la mayoría de los casos la intervención del Estado ha sido reactiva y no preventiva. Varias ONG’s establecidas en Perú han logrado frenar la actividad, no en un afán de contribuir o proteger a las comunidades o medio ambiente, sino en un ánimo de oposición por obtener lucro o beneficios económicos.

La indefinición sobre el rol de Petroperú, su empresa estatal, es otro factor. Esta empresa ha sido blanco de un conflicto ideológico entre quienes defienden al Estado como empresario y los que creen que Petroperú debe desaparecer. La experiencia en la región muestra que casi todos los países cuentan con una empresa estatal en hidrocarburos. Lo importante para estas empresas es tratar de blindarlas al máximo del poder político de turno.
La geología en Perú tampoco es favorable, especialmente para petróleo y para bloques costa afuera. La metodología de licitaciones en función de porcentajes más elevados en las regalías no es el adecuado y se debe optar por serios compromisos de inversión. Las regalías e impuestos están elevados para el potencial geológico que se tiene. El Gasoducto Sur Peruano en construcción necesita anclar mercados con exportaciones de gas, energía eléctrica y petroquímica fuera de fomentar demanda interna.

El nuevo gobierno del presidente Pedro Pablo Kuczynski, tendrá que analizar esta problemática y dar un serio golpe de timón si quiere dinamizar inversiones y actividad en el sector hidrocarburos. Caso contrario, Perú terminará importando petróleo para sus modernizadas refinerías, con un gasoducto semivacío por varios años, sin petroquímica y menos contribuciones de impuestos y regalías de este importante sector de la economía, que debe sumar a los otros sectores económicos que ya tienen una mayor dinámica.

* Actual Socio Director de Gas Energy Latin America y Drillinginfo