Oct 01, 2025
Minas de Azufre de El Pilar
Proyecto MMH Nov 1967-Mar 1968
Antes de presentar una breve historia de las minas de azufre en el Estado Sucre de Venezuela, es importante presentar la importancia del azufre a través de la historia humana.
Donald Goddard/Liverpool Petroleum
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Introducción
Este material es tanto un elemento químico (S), así como un mineral natural y tiene una larga historia de uso, desde miles de años antes de la era industrial. En la antigua Grecia y Roma (aprox. 1000 ac – 400 ad), se quemaba azufre para fumigar y desinfectar hogares y templos. Se usaba medicinalmente como ungüento para enfermedades de la piel. En China (aprox. 500 ac – 1000 ad), el azufre fue clave en la invención de la pólvora, combinando azufre con carbón vegetal y salitre. Se utilizó en fuegos artificiales y en la tecnología armamentística temprana, extendiéndose posteriormente a Oriente Medio y Europa. Entre los años 1500 y 1700, se generalizó el uso del azufre extraído de minas, principalmente como fungicida e insecticida contra el mildiu de las uvas. Los ungüentos de azufre se hicieron comunes para tratar la sarna, la tiña y los piojos. El azufre se extraía de Sicilia (Volcán Etna), que se convirtió en el mayor proveedor de Europa.
En los Siglos 18 y 19, para usos militares, el azufre era un componente crucial de la pólvora (alrededor del 10%). Se utilizó ampliamente en las guerras europeas y la expansión colonial. Para usos industriales, se quemaba para producir dióxido de azufre, utilizado para blanquear textiles y, posteriormente, para la fabricación de papel. Justo antes de 1900, el azufre era un importante tratamiento medicinal y un ingrediente clave en la pólvora y la guerra.
Fue alrededor de esta fecha que el industrial alemán James Schaeffer reconoció su importancia y fundó su empresa, “La Compañía Minera Alemana de Azúfrales en Venezuela”, para explotar las minas de azufre a cielo abierto en el estado de Sucre, en Venezuela. Comenzando la década de 1900, se siguió utilizando ampliamente en Europa y muchas otras partes del mundo en medicina, agricultura, metalurgia y guerra.
A partir de mediados del siglo 20, a medida que crecía la demanda mundial de combustibles limpios y productos bajos en azufre, las refinerías de todo el mundo, incluidas las de Venezuela, comenzaron a extraer sistemáticamente el azufre del petróleo crudo (un proceso llamado desulfuración) y lo recolectaron en grandes cantidades. Para las décadas de 1960 y 1970, este “azufre recuperado” del petróleo comenzó a superar al azufre extraído de las minas. En las décadas de 1970 y 1980, por razones ambientales, los gobiernos, especialmente en Estados Unidos, Japón y Europa Occidental, comenzaron a regular las emisiones de dióxido de azufre (SO₂) de las centrales eléctricas, los vehículos y las refinerías.
Después de la creación de PDVSA en 1976, y en cumplimiento con regulaciones ambientales internacionales, Venezuela comenzó a invertir en unidades de refinación más complejas. Su Parque Refinador Paraguaná recibió mejoras para procesar crudos ácidos y más pesados y las unidades de hidrodesulfuración se convirtieron en el estándar para el diésel y el querosén. En las décadas de 1990 y 2000, la “era de ultra bajo azufre” se continuó imponiendo leyes mas estrictas. Como resultado, hoy en día, más del 90% del suministro mundial de azufre proviene de la refinación de petróleo y el procesamiento de gas natural. Por lo tanto, las operaciones tradicionales de minería a cielo abierto y el proceso Frasch han desaparecido casi por completo.
Minas de Azufre de El Pilar en el Estado Sucre
Fase Inicial 1895 -1913
La historia moderna de las Minas de Azufre El Pilar comenzó en 1895. Están ubicadas a 6.4 kilómetros (4 millas) por una vía de tierra hacia el oeste del pueblo El Pilar en el Estado Sucre, y del cual deriva su nombre. En esa fecha se formó en Colonia, Alemania, una empresa llamada “La Compañía Minera Alemana de Azúfrales en Venezuela”, dirigida por James Schaeffer. La publicación de Pilar Figueroa S. titulada “La compañía Minera Alemana de Azufres en Venezuela y la Explotación del azufre en el Distrito Benitez, Estado Sucre (1895-1904)” describe en detalle la historia de los primeros trabajos realizados hasta el 1904. Este autor menciona que el gobierno venezolano le otorgó una concesión para operar la mina ubicada en esas montañas del Distrito Benito a partir de 1898.
Se le exigió a la empresa que explotara y transportara el azufre al puerto de Carúpano, ubicado a unos 16 kilómetros (10 millas) en línea recta y a través de las montañas y directamente al norte.
En 1901, la empresa prometió construir un teleférico para mover el azufre hasta la costa y se logró por un par de años. Debido a que no cumplieron con todas las demandas del contrato, en 1913 el gobierno venezolano concluyo el proyecto con la empresa Minera Alemana. Durante los siguientes 40 años, la actividad minera de azufre estuvo prácticamente paralizada. La lejanía del área y difícil acceso, la difícil logística de manejar tal operación y el abundante azufre de otras fuentes en todo el mundo, fueron en parte responsables de la disminución del interés de las minas.
Fase Dos 1953 -1963
Muchos años después, en 1953, dos geólogos venezolanos, Enrique Lavie y Dionisio Zozaya, escribieron un artículo sobre “Las Minas de Azufre El Pilar”, recomendando una investigación sobre su potencial económico futuro. En 1958, otros dos geólogos, Félix Balda y Carlos Carmona, después de un breve recorrido por la zona, publicaron un informe preliminar sobre los depósitos de azufre cercano a los caseríos Agua Caliente y Las Minas. El geólogo Lavie, en 1963, después de una visita corta al lugar de las minas y donde su tio el Sr. Aureliano tenía una finca, escribió otro informe recomendando un nuevo proyecto de explotación. Para este momento, ya se habían descubierto durante los años 1901 al 1904, cinco depósitos de azufre en la superficie. Estos estaban separados el uno del otro y los cuales se extendían en dirección este-oeste por aproximadamente siete kilómetros (4.5 millas) a lo largo de la zona de falla de El Pilar. De este a oeste se llamaban las minas, Los Chirriaderos, Mundo Nuevo, Alemana, Salvaje y Nueva Esperanza.
Fase Final – Proyecto MMH 1967-1968
El enfoque de este artículo está basado en la experiencia del autor quien participo como geólogo en el proyecto Minas de Azufre de El Pilar 1967-1968” de la Dirección de Minas del Ministerio de Minas e Hidrocarburos (MMH).
Para la planificación del nuevo proyecto y de mucha ayuda durante el desarrollo del mismo, fueron las publicaciones de los primeros geólogos quienes visitaron las minas de azufre entre 1953 y 1968. Estos contenían información acerca de la mineralización superficial basado en visitas de corto plazo. Por falta de un presupuesto adecuado combinado con la falta del interés en el mineral azufre en aquel tiempo, no se realizaron investigaciones más detalladas dentro de la zona de las minas.
Este nuevo empuje en el interés sobre este mineral comenzó en Noviembre de 1967 en las Torres Simón Bolívar, donde estaba ubicada la Dirección de Minas. Como parte del plan de trabajo del proyecto, se estaban buscando dos geólogos para realizar investigaciones detallados de campo alrededor de estas minas de azufre en el Estado Sucre. Después de ver el aviso en la prensa solicitando geólogos, el autor se presentó en las oficinas de la Dirección de Minas donde fue recibido por el geólogo jefe, Bogdan Korol, un venezolano de padres ucranianos. Resultó ser un excelente geólogo con mucho entusiasmo acerca de operaciones mineras. Otro joven geólogo, Darío Caldera, ya estaba allí y también solicitando trabajo.
Los objetivos del proyecto, para realizase en cinco meses, fueron explicados y cuyas actividades principales incluían: 1) levantamientos geológicos alrededor de las minas viejas en busca de indicios adicionales de azufre, 2) realizar levantamientos topográficos de las cinco minas existentes y 3) realizar perforaciones someras alrededor de las minas conocidas en el lugar. Una condición para ser contratado fue que tenían que estar preparado para viajar dentro de tres días para la zona minera ubicada en la región más oriental del país, al sur de la ciudad portuaria de Carúpano y en las montañas cercanas y al oeste del pequeño pueblo, El Pilar.
Estos dos nuevos reclutas geólogos eran solteros, sin empleo y desesperados por realizar cualquier trabajo de geología, sin importar dónde estuvieran en el planeta. Algo no muy común fue que les ofrecieron el trabajo el mismo día y naturalmente, ambos aceptaron. Sin duda, la razón por la que fueron contratados fue: 1) fueron los dos únicos geólogos en Venezuela que solicitaron ese trabajo, 2) sabían que estos dos jóvenes geólogos estaban desesperados por trabajar y 3) era obvio que estaban dispuestos y capaces de emprender esta nueva aventura enseguida.
El Equipo Técnico Del Proyecto
Alrededor de la primera semana de Noviembre de 1967 y tres días después de haber sido empleados, los dos geólogos volaron hasta el aeropuerto de Carúpano. Aquí Marco Urbina, un joven técnico en geología de Caracas y Mario Paparella, un topógrafo o “geometra” italiano, llegaron en un viejo y destartalado jeep para recogerlos. Paparella fue traído desde la lejana ciudad de El Callao en el estado Bolívar, donde había llegado algunos años antes desde Torino, Italia. Como empleado de la Dirección de Minas de MMH, trabajaba como topógrafo en las famosas minas de oro de Venezuela. Al igual que a los dos geólogos, Paparella y Urbina, quien vino de otra obra del MMH en Mérida, fueron asignados a este proyecto de azufre.
Desde el aeropuerto de Carúpano, condujeron hacia el sur durante aproximadamente una hora por una muy buena carretera y con muchas curvas hasta llegar al pequeño pueblo de El Pilar (22 Km). Desde allí, manejaron otra hora más en dirección oeste hacia las montañas en un camino de 6.4 kilómetros de tierra polvoriento y muy accidentado, cruzando varias quebradas con agua corriente que solo un jeep (4×4) podía atravesar a paso lento. Finalmente, después de un recorrido muy lento, llegaron la residencia del personal técnico llamada “La Mansión”. Era la una construcción única y amplia en ese lugar montañoso y cercano a las minas de azufre. Fue obvio que estaban cerca de las “Minas de Azufre El Pilar” debido al olor muy fuerte de huevos podridos producto de las muchas fuentes termales (fumarolas) y los depósitos superficiales de azufre en el área.
Allí fueron recibidos por otros dos técnicos geólogos, Juan Luis Bolívar, Justo Hurtado y un cocinero, Sergio Martínez. Esta persona resultó ser quizás el mejor chef de las obras mineras del MMH. Preparaba sándwiches suculentos para los trabajos de campo del equipo técnico y deliciosas comidas de mariscos, pollo, filetes de carne y todos los platos que se pueda imaginar y como se come en un restaurante de cinco estrellas. Aunque vivía en el caserío de Las Minas, bajando la montaña a un kilómetro al sur de “La Mansión”, estaba allí todas las mañanas a las 5:00 a.m. preparando las comidas del día.
El equipo estaba completo y consistía de un Ucraniano (Korol), un Italiano (Paparella), un Trinitario (Goddard) y cinco Venezolanos (Caldera, Bolivar, Hurtado Urbina, Martinez), quienes trabajaron juntos disfrutando la tarea a la mano y de manera excepcional.
El Campamento Del MMH en Las Minas de Azufre
La Mansión, construida a comienzos de los años 1900, era una construcción grande de concreto, cuadrado, de una planta, con siete dormitorios, un comedor, cocina y un baño alrededor de un patio abierto. Era un lugar fascinante y muy cómodo. Con respecto a las otras comodidades de esta vivienda, tenía electricidad para las luces provistas por un generador ubicado a varios metros de distancia para evitar el ruido del motor. La cocina tenía una estufa de gas propano y una nevera de querosén. Se canalizó agua fría, ambientalmente limpia y fresca hacia la casa desde una quebrada que fue represado para formar un pequeño embalse, y ubicada una pequeña distancia cuesta arriba. La temperatura era algo frío por la noche y no muy caluroso durante el día porque en esa montaña había una brisa fresca que soplaba la mayor parte del tiempo. No había aire acondicionado ni sistema de calefacción, pero no era necesario. A unos 200 metros cuesta abajo estaba la pequeña oficina, iluminada también con luces del generador.
El personal técnico podía trabajar allí solo hasta las 8:00 p.m. porque el generador se apagaba a esa hora la mayoría de las noches. Linternas, velas y lámparas de querosén Coleman estaban disponibles para que el personal pudiera moverse en la oscuridad por la noche.
El Ambiente Natural Montañoso
El personal técnico del proyecto fueron algunos de los pocos en el área que necesitaban jeeps para trabajar alrededor de las minas o para ir a El Pilar, un viaje de casi una hora hacia el este o a Carúpano para comprar alimentos y equipos. Los geólogos asignados al proyecto, andaban a pie realizando observaciones geológicas dentro de las quebradas cercanas a las minas de azufre. Los caminos alrededor de las minas eran de tierra y hasta los confines más lejanos del área del proyecto había que ir montado en mulas alquiladas. De vez en cuando, se encontraban pequeños “trapiches” (molinos de azúcar) donde se hacía azúcar marrón (papelón) de exprimir la caña de azúcar y también “alambiques”, donde se destilaba el ron.
A lo largo de los años, esta hermosa región montañosa no tenía las comodidades de infraestructura más básicas, y los burros y las mulas seguían siendo el principal método de transporte para la comunidad agrícola donde se cultivaba café, cacao y caña de azúcar. Ahí no había electricidad para los campesinos que aún cocinaban con fuego de leña y que no tenían agua corriente en sus casas, con pisos de tierra, con techos cubiertos por láminas de zinc o de palmeras. El agua se obtuvo con cubos de plástico de las quebradas cercanas que corrían por toda el área. Las muchas quebradas corrían en dirección norte-sur y el Río Chaguaramos, de mayor corriente de agua, en dirección este-oeste. Algunos saltos de agua de hasta 20 metros de alto, con sus pozas, existían cercanas a las minas. Uno de estos era el Salto La Chorrera, lo cual formaba parte del ambiente tropical espectacular con una vegetación densa.
Características Geológicas de la Región
Las minas de azufre se encuentran dentro de la Formación Barranquin de edad Cretácico y asociadas con las fallas de la región. Este importante sistema de fallas regional, llamada Falla del Pilar, es responsable de la formación de abundantes manantiales de aguas calientes y de los depósitos de azufre vistos en la superficie que son de origen hidrotermal. Referente a esta zona de fallas, que se extendía a través del área de las minas, ha causado varios terremotos en la región del noreste de Venezuela a lo largo de su historia. Los terremotos registrados comienzan con uno en el año 1530, con la destrucción de la ciudad de Cumaná. El último en Julio de 1997, destruyó la ciudad de Cariaco, con la pérdida de muchas vidas. Esta zona de falla muy activa, responsable de todos estos desastres, se extiende en dirección este-oeste a unos 700 kilómetros (450 millas) a través de la Fosa de Cariaco directamente a través del área de las minas de azufre y más allá de la isla de Trinidad, donde también se producen fuertes terremotos.
Los principales terremotos a lo largo de la falla han medido intensidades tan altas como 6.8 Ms en la escala de Richter, pero los temblores se sintieron constantemente mientras se trabajaba en el área de las minas. El renombrado geólogo Carlos Schubert, con quien el autor de este articulo tuvo el placer de trabajar durante varios años más tarde, en sus publicaciones sobre este sistema estructural, la describe como una falla transcurrente, este-oeste, entre la Placa del Caribe y la Placa Sudamericana.
El Trabajo del Geólogo
Los geólogos se encargaron de realizar estudios geológicos de superficie a lo largo de las quebradas y riachuelos que corrían principalmente de norte a sur en las proximidades de los muchos depósitos de azufre y manantiales de agua caliente (fumarolas) ubicados a lo largo de la zona de falla de El Pilar.
Para realizar los trabajos geológicos, y debido a la densa vegetación y al terreno montañoso, los únicos lugares para observar los afloramientos de rocas expuestas fueron dentro de las quebradas y riachuelos que cortan la Formación Barranquín. De inmediato, se observó evidencia de actividad tectónica extrema asociada con la zona de falla de El Pilar. Se observaron capas de alta inclinación, anticlinales abundantes y estructuras volcadas. Fue un proceso lento, caminando en aguas llanas hasta el tobillo y sobre rocas resbaladizas. Tales condiciones le permitieron avanzar menos de 50 metros por día mientras se enfocaba en medir los rumbos y buzamientos de las capas con su brújula Brunton y realizar descripciones litológicas detalladas de las rocas. Estos consistían principalmente de calizas duras, alternando con capas de arenisca y de lutita.
El plan de trabajo también incluía buscar evidencia adicional de depósitos de azufre. Por lo tanto, la mayoría de los días, el trabajo se inició en la madrugada a salir el sol, caminando por las quebradas cercana a La Mansión y luego se extendió a otras quebradas más lejanas dentro de la zona del proyecto. A menudo, se encontraban saltos de agua de 20 metros de altura que se vertían en grandes estanques. En esas áreas remotas, donde no había otras personas, quitarse la ropa y saltar a esas maravillosas piscinas de agua clara para refrescarse, fue para el geólogo un evento muy agradable.
Casi todos los días, alrededor de las 3:00 p.m., la humedad y el calor dentro de los lechos de las quebradas se hicieron insoportables. Después de trabajar largas horas examinando los afloramientos rocosos de la Formación Barranquín, algunas ubicadas más de dos horas de distancia de La Mansión, era tiempo de regresar. Todos los del equipo técnico trabajaban hasta tarde y esperaban esas deliciosas comidas que el “chef” Sergio cocinaba a diario para la cena.
Resultados de la Actividad de Perforación
Durante el tiempo que duró el proyecto, cada dos semanas el geólogo jefe del proyecto, se presentaba y pasaba unos días revisando los avances que el equipo técnico estaba realizando. Siempre estaba muy interesado en el progreso realizado con la actividad de perforación y sus resultados. Se utilizaron cuatro pequeños equipos de perforación de tipo trípode, construidos en Canadá, cada uno con un perforador y tres trabajadores y supervisados por los técnicos geólogos. Un total de 20 personas, cinco por taladro, participaron en esta actividad. En su camino hacia la quebrada elegida para observar los detalles geológicos de los afloramientos, a veces los geólogos visitaban los lugares de la perforación. El objetivo era de enterarse del progreso de esta actividad que duraba hasta ocho horas y paraba durante la noche. Lo que llamaba la atención era el color amarillento del azufre, a pesar que olor sulfuroso bastante fuerte.
Los técnicos tenían instrucciones de perforar pozos más profundos a unos 30 metros (90 pies) que a una profundidad menor de 20 metros (60 pies) que se habían planificadas originalmente. La cantidad de pozos que finalmente se perforaron, unos 40 en total, fueron lo suficiente para poder entender mejor la extensión y la profundidad de la mineralización del azufre en el subsuelo. Esta actividad fue considerado un requerimiento técnico/geológico necesario y los resultados indicaron que el espesor de los depósitos de azufre variaba entre tres y seis metros.
Resultados de Las Actividades Geológicas y Topográficas
Desde el momento en que llegaron a las minas a principios de Noviembre hasta mediados de Diciembre, el equipo trabajó casi sin parar. Se tomaron unos días de descanso para Navidad, volvieron a comenzar la primera semana de Enero y continuaron trabajando hasta fines de Marzo de 1968. El topógrafo Paparella, debido a la enorme extensión del área de las minas, necesitaba más personal. Por lo tanto, el geólogo Darío Caldera fue asignado para ayudarlo. Fue muy contento con este cambio ya que el trabajar en las quebradas calurosas y húmedas no fue de su agrado. Juntos se dedicaron a terminar los levantamientos topográficos a tiempo y las cinco minas fueron mapeadas topográficamente. También se finalizó el estudio geológico de superficie dentro de las siete quebradas principales en la montaña.
Al principio cada geólogo escogió una quebrada diferente para poder avanzar la tarea geológica. Luego, se inspeccionaron siete quebradas principales para un total de 16 kilómetros lineales (10 millas) que cubren un área de aproximadamente 24 kilómetros cuadrados alrededor de las cinco minas de azufre. Las quebradas mayores que fluyen de norte a sur y ubicadas de oeste a este fueron: El Caballo y Mundo Nuevo que desembocaron en el río Nueva Colombia. Aún más al este, las quebradas fueron La Chorrera, Acueducto, El Salvaje, Agua Blanca y La Montaña. Estos fluyeron hacia el sur y entrando en el río Los Chaguaramos, que corría en dirección este, pasando por el pueblo de Aguas Calientes. Mapas y secciones fueron preparados por el geólogo mostrando sus observaciones geológicas dentro de la Formación Barranquín. Cuando se concluyó el proyecto a finales de Marzo de 1968, la actividad geológica en la zona escogida no encontró depósitos de azufre adicionales de importancia.
Otra actividad de sumamente necesitada fue la construcción de vías para vehículos en la zona del proyecto. Aproximadamente, nueve kilómetros (5.6 millas) de caminos de tierra se construyeron en el área de las minas, más que todo para las necesidades de la actividad de perforación y el movimiento de los taladros a las diferentes localizaciones escogidas. Además, el camino de tierra de 6.4 kilómetros desde el caserío Las Minas hasta el pueblo El Pilar se mejoró considerablemente, cortando el tiempo de viaje en jeep de una hora a casi media hora. Donde había que atravesar una de las muchas quebradas en la vía causó severos problemas y fue difícil mejorar el cruce de las mismas.
Conclusiones
Las actividades asignadas se completaron a finales de Marzo de 1968 con éxito. De acuerdo a los requerimientos del proyecto, el plan final consistió en combinar la información de perforación, los datos topográficos y geológicos para determinar el volumen, la extensión y las reservas de los depósitos de azufre asociados con las cinco minas. Los resultados de la evaluación económica se realizaron en Caracas y se preparó un informe final con detalles sobre el verdadero valor económico real de este recurso de azufre.
Las conclusiones indicaron que debido al poco volumen de azufre en el área y a su bajo precio para ese momento, el recurso no era económicamente rentable. Por lo tanto, hasta hoy, no se ha justificado realizar actividades de minería de azufre en ese lugar naturalmente hermoso y montañoso.
A finales de Marzo de 1968, ya finalizando el proyecto, se le dijo a todo el grupo, compuesto de los técnicos geólogos, el topógrafo y los geólogos, que estaban asignados para trabajar en un proyecto en el oeste de Venezuela a partir de la primera semana de Abril. Se trataba de investigar un depósito de cinabrio (mercurio) ubicado en el estado Lara. Debido a que esto significaba que todavía tenía un trabajo y disfrutaban trabajar al aire libre, esas noticias los hacían feliz. El geólogo Darío Caldera, quien resultó ser una persona maravillosa y un buen amigo para todos, fue asignado a otro proyecto al sur en el estado Bolívar y se perdió todo contacto con él por un tiempo.
Este artículo está dedicado a nuestro querido amigo Darío Caldera quien, en 1978, diez años después del proyecto “Minas de Azufre El Pilar”, murió a la edad de 40 años. Perdió la vida trágicamente a raíz de la picada de una culebra Mapanare (Bothrops atrox), en la pierna, durante los trabajos geológicos en el Cerro Chichiviriche cerca de Tucacas, en el Estado Falcón. Esta información está basada en las conversaciones que tuvo el autor de este artículo con los trabajadores que acompañaban a Darío el día de la muy triste tragedia. Que en paz descanse.