Nov 28, 2023

La era de las grandes palas*

La transición energética está creando una demanda completamente nueva de minerales y minería. Al conocido término “Grandes Petroleras” se le sumará el de “Grandes Palas”. ¿Pero se podrá satisfacer la demanda? Las respuestas dependerán no sólo de lo que suceda en términos de minería sino también de geopolítica.

Daniel Yergin/S&P Global

El IMF advirtió recientemente que la búsqueda de emisiones netas cero para el 2050 “estimulará una demanda sin precedentes de algunos de los minerales más cruciales”, lo que generará “costos vertiginosos” que podrían “descarrilar o retrasar la transición energética”. El creciente crescendo de alarma está justificado: los “minerales cruciales” se vislumbran como el principal cuello de botella para la descarbonización.

Dan Yergin

¿La escasez de minerales obstaculizará la transición a la energía limpia? Los gobiernos nacionales –incluidos Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña y Canadá–, la Unión Europea y organizaciones internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Agencia Internacional de Energía están dando la alarma. Como dice el FMI, la búsqueda de emisiones netas cero para 2050 “estimulará una demanda sin precedentes de algunos de los metales más cruciales”, lo que generará “costos vertiginosos” que podrían “descarrilar o retrasar la propia transición energética”.

El creciente crescendo de alarma está justificado: los “metales cruciales” bien podrían vislumbrarse como el mayor obstáculo potencial para el abandono de los combustibles fósiles. La descarbonización requiere un enorme aumento de equipos e infraestructura, lo que a su vez significa un enorme aumento de metales para las baterías y el cableado que requerirá un futuro electrificado. Como lo describo en mi libro The New Map, cambiar la forma en que impulsamos la economía global requerirá pasar de las grandes petroleras a las grandes palas. En otras palabras, tendrá que haber mucha minería.

La demanda de los minerales necesarios ya está aumentando dramáticamente, y el escenario neto cero para 2050 de la AIE proyecta que se triplicará con creces en los próximos siete años. Eso podría ser quedarse corto. La proliferación de programas gubernamentales destinados a acelerar la transición energética aumentará aún más la demanda. El reciente análisis del propio S&P Global concluye que la enorme Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de Estados Unidos aumentará significativamente las ya elevadas proyecciones.

La carrera por asegurar el suministro y construir nuevas cadenas de suministro se está intensificando. GM ha invertido 650 millones de dólares en un proyecto de litio en Nevada para abordar la falta de una “cadena de valor establecida que respalde nuestras ambiciones para los próximos diez años”. Ford tiene una participación en una planta procesadora de níquel de 4.500 millones de dólares en Indonesia. Volkswagen y Stellantis están ayudando a formar una nueva empresa minera para extraer cobre y níquel en Brasil.

Pero satisfacer la creciente demanda seguirá siendo un gran desafío, como lo demuestra el caso del cobre. Gran parte de la transición energética tiene que ver con la electrificación, para la cual el cobre es indispensable. Durante muchos años se le conoce como “Dr. Cobre”, porque las tendencias de la demanda y los precios en sus mercados tradicionales ofrecen fuertes señales sobre la actividad económica general y las perspectivas del PIB. Pero ahora llega algo nuevo: la “demanda de transición energética”, no sólo de cobre sino también de metales como el litio, el cobalto y el níquel.

Las políticas gubernamentales de emisiones netas cero están incentivando la producción de vehículos eléctricos que requieren entre 2,5 y 3 veces más cobre que un automóvil tradicional, en promedio. El almacenamiento en baterías, los sistemas eólicos marinos y terrestres y los paneles solares también requieren grandes cantidades de cobre. Para estimar cuánto cobre adicional se necesitará para satisfacer esta nueva demanda, S&P Global comenzó con los objetivos climáticos de Estados Unidos y la UE para 2050 y luego evaluó las tecnologías que se necesitarían para cumplirlos. La conclusión fue cruda: la oferta de cobre tendrá que duplicarse para la segunda mitad de la década de 2030.

Este resultado es extremadamente improbable, considerando que puede llevar entre 16 y 20 años (o más) desarrollar una nueva mina. En todo el mundo, el proceso de obtención de permisos, cada vez más ligado a políticas polémicas, ha ido tomando cada vez más tiempo. Por supuesto, la escasez y los altos precios brindarán incentivos para el reciclaje, la innovación tecnológica y la sustitución; pero lograr estas compensaciones llevará tiempo.

Además, la producción de cobre está incluso más concentrada que la del petróleo. Mientras que tres países –Estados Unidos, Arabia Saudita y Rusia– producen el 40% del petróleo crudo del mundo, sólo dos países producen el 40% de su cobre: Perú y Chile. Perú ha tenido siete presidentes en otros tantos años, y el gobierno populista de Chile está decidido a aumentar el control gubernamental y los ingresos de la minería, como lo demuestran sus planes de nacionalizar las reservas de litio del país, que resultan ser las mayores del mundo.

El plan chileno señala un impedimento importante para nuevas inversiones en minería en todo el mundo: lo que el eminente economista internacional Raymond Vernon llamó el “obsolescing bargain.” El gobierno de un país rico en recursos y una empresa minera internacional acuerdan un régimen fiscal que facilita una inversión multimillonaria en un nuevo proyecto minero. Pasan los años, el dinero se gasta y la mina está en funcionamiento. Pero entonces llega al poder un nuevo gobierno, ve que los precios de los minerales están subiendo y decide cambiar los términos del acuerdo para aumentar su participación en los ingresos.

Este tipo de inestabilidad llevará a la empresa a suspender nuevas inversiones. En el caso de una nacionalización total, cualquier nueva inversión de la empresa operadora queda, por definición, congelada, ya que la empresa ya no opera. De cualquier manera, el aumento esperado en la producción minera no se produce. Con el próximo crecimiento de la demanda de transición energética y el aumento de los precios que conlleva, a los gobiernos de los países poseedores de recursos les resultará difícil resistir la tentación de cambiar los términos de los acuerdos existentes. También establecerán condiciones de entrada más estrictas para nuevos proyectos, lo que disuadirá a las empresas (y a sus directorios) de invertir dinero en ellos.

Y luego hay una complicación adicional: la geopolítica. Las cadenas de suministro para lograr emisiones netas cero están enredadas con la creciente rivalidad entre Estados Unidos y sus aliados, por un lado, y China, que tiene una posición predominante en el procesamiento de minerales en metales. Alrededor de dos tercios del litio y el cobalto del mundo se procesan en China, al igual que casi la mitad del cobre del mundo. Estados Unidos, aunque es un productor de cobre, importa cobre procesado de China.

La constatación de que estas cadenas de suministro dependen tanto de China ha hecho saltar las alarmas en Estados Unidos y Europa. Los gobiernos ahora se apresuran a tratar de “eliminar el riesgo” de las cadenas de suministro de minerales alejándolas de China. Por lo tanto, Estados Unidos ha lanzado una nueva Asociación para la Seguridad de los Minerales entre países consumidores y productores con ideas afines; y las principales disposiciones del IRA están dirigidas específicamente a reducir la dependencia de China y llevar la cadena de suministro de baterías eléctricas a Estados Unidos.

Pero eliminar riesgos en las cadenas de suministro será costoso y lento, debido a los interminables procesos de obtención de permisos. Si bien las tensiones en esta área no han llegado a ser tan altas como en la lucha por los chips de computadora, eso podría cambiar. Si la rivalidad chino-estadounidense se intensifica, la construcción de nuevas cadenas de suministro se volverá aún más complicada, lo que aumentará el riesgo de que minerales cruciales se vuelvan vulnerables a una escasez crítica.

*Artículo de Project Syndicate

Daniel Yergin, vice chairman of S&P Global, is the author of “The New Map: Energy, Climate, and the Clash of Nations.” 

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Daniel Yergin | www.danielyergin.com