Ago 04, 2025

OPINIÓN

La cultura se aprende

Cuando, en 1969, se descubrió un yacimiento petrolífero marino gigante frente a las costas de Noruega, el país escandinavo celebró el descubrimiento pero también avizoró el shock que se le podía venir encima.

Alberto Rial/El Carabobeño

Hace unos días, en un chat de amigos y colegas petroleros, alguien trajo el tema del Fondo Global de Pensiones de Noruega (FGPN), uno de los fondos más grandes del mundo con un valor equivalente al PIB de México. El instrumento financiero fue creado en 1990 por el parlamento noruego para equilibrar el flujo de ingresos petroleros, soltándolos cuando hubiera escasez y acumulando para invertir en los momentos de abundancia, con la idea de evitar desequilibrios económicos ante la repentina riqueza y el tamaño relativo de la economía en comparación a las cuantiosas reservas de hidrocarburos descubiertas.

Cuando, en 1969, se descubrió un yacimiento petrolífero marino gigante frente a las costas de Noruega, el país escandinavo celebró el descubrimiento pero también avizoró el shock que se le podía venir encima. Para 1976 ya contaba con 2.300 millones de barriles (MMb) de reservas probadas y producía 280.000 barriles diarios. Las reservas llegaron a un máximo de 14.800 MMb en 1988 y a finales de 2024 tenía 8.100 MMb. El máximo de producción fue de 3,2 MM de barriles diarios (MMbd) en 2001, mientras que hoy produce alrededor de 1,8 MMbd de petróleo y unos 12.000 MM de pies cúbicos diarios de gas natural.

El primer dinero del FGPN se depositó en 1996. Si bien los ingresos de la producción de petróleo y gas se han ido transfiriendo al fondo, la mayor parte del valor se ha generado invirtiendo en activos de renta fija (27%), renta variable (71%) e inmobiliarias y proyectos de energías renovables (2%). Con una población de 5,6 MM de personas, el FGPN valía 1,8 billones (billones españoles; 12 ceros) de dólares al cierre de 2024. En ese año las ganancias fueron de 231.000 MM de dólares (rendimiento del 13%). Unos 40 mil dólares por habitante.

Por supuesto que toda esa información no se trajo al chat; está puesta como contexto. Lo que sí se hizo en la conversa digital fue recordar el Fondo de Inversiones de Venezuela (FIV), creado en 1974 durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, para ahorrar los excedentes petroleros y evitar desequilibrios económicos. En los años subsiguientes el supuesto ahorro no solo no se materializó, sino que se aumentó la deuda externa y se llegó al viernes negro de 1983, con la moneda devaluada y el final abrupto de la Venezuela Saudita ¿Qué pasó? Que se gastó y sobregastó en proyectos y programas que debían ser financiados por el presupuesto ordinario y nadie pensó en la posibilidad de las vacas flacas. Hasta que llegaron.

El otro instrumento financiero criollo, el Fondo para el Desarrollo Nacional (FONDEN), fue una entidad que nació en julio de 2005 como un instrumento de reservas monetarias del gobierno de Hugo Chávez para invertir productivamente los ingresos excedentarios que se recibían como producto de las exportaciones petroleras. El FONDEN nunca fue auditado por la Asamblea Nacional ni por nadie y los dineros que pasaron por ahí –cientos de miles de millones de dólares- pasaron a formar parte de las millonarias inversiones (puentes, represas, líneas de metro, trenes) que se pagaron y nunca se construyeron, de las dádivas a los aliados del chavismo y de la corrupción que terminó en la extrema crisis económica actual y en unos escasos 10 mil millones de dólares en reservas internacionales que no alcanzan para casi nada.

Por supuesto que el contraste entre el FGPN y los intentos venezolanos de ahorro gubernamental es extremo. Y por ahí se fueron las opiniones de los que participábamos en el chat: la corrupción y el cortoplacismo de un lado contra la disciplina y la visión del otro. Hasta que llegó la frase que tenía que llegar: la verdadera diferencia, dijo uno de los contertulios, es que Noruega está habitada por noruegos.

Como en aquel “no somos suizos” de un dirigente político hace casi 40 años, se desataron las opiniones. Noruega tiene instituciones fuertes, transparencia, redistribución inteligente y un modelo de Estado que funciona, dijo uno, pero el software noruego no nació perfecto. Lo programaron con buena educación, equidad, democracia real y años de responsabilidad política.

Y vino el retruque: ¿pero de dónde vienen las instituciones fuertes y la transparencia y las demás virtudes? De los valores sociales. De las creencias, los principios y la cultura de la sociedad. Ahí está el fondo de todo y la verdadera diferencia entre ambos gentilicios, el del Norte y el nuestro, y por eso es que el primer trabajo que habrá que hacer en Venezuela cuando las condiciones cambien es la educación ciudadana y la formación en valores. Solo así podremos construir un Fondo Soberano que sirva para lo que debe servir.

La cultura se forma según las reglas, las instituciones y lo que la sociedad premia o castiga. La moldean la educación, las leyes, las instituciones y los ejemplos y modelos que vienen desde arriba, desde abajo y desde los lados. Que se sepa, la cultura no viene en el ADN. Es aprendida, y por eso –con esfuerzo y tiempo- se puede cambiar. Pero solo la podremos cambiar si la conocemos y la aceptamos. Porque si uno no conoce el punto de partida nunca podrá llegar al lugar que quiere.

Alberto Rial

Ingeniero con Maestría en Gerencia. Autor del libro “La Variable Independiente”Únete a nuestros canales en Telegram y Whatsapp. También puedes hacer de El Carabobeño tu fuente en Google Noticias.