Ene 22, 2024

Inversión en Energía, Petróleo y Gas

El principal desafío que confronta la economía venezolana es el de lograr una reactivación sustentable a corto y a largo plazo. La industria del petróleo y el gas natural debe ser la palanca que vigorice su debilitado aparato productivo.

Luis Xavier Grisanti/Banco Exterior


 

Si bien el mundo entró en un proceso de transición energética que favorece a las energías renovables, los hidrocarburos continuarán siendo las principales fuentes de energía durante las próximas dos o tres décadas, aunque en forma decreciente para el petróleo crudo y creciente para el gas natural.

La reactivación de nuestra industria de los hidrocarburos requerirá de no menos de un centenar de millardos de dólares de inversión (capex), la cual sólo puede provenir del sector empresarial privado, nacional e internacional, debido a que el Estado deberá destinar sus ingresos fiscales al rescate de la malograda infraestructura vial, eléctrica, hídrica, hospitalaria y educativa del país. Será también primordial la generación de un flujo de caja operativo positivo (opex) en las empresas productoras, gerenciado bajo sanos criterios de administración financiera.

El acceso al crédito y una saludable intermediación financiera de la banca nacional y extranjera, así como de los organismos multilaterales, podrán darle un sólido piso de sustentabilidad económica a los sectores productivos del país.

Deberá provenir del empresariado nacional e internacional, debidamente calificado, la inversión en la industria eléctrica, sin la cual la reanimación del aparato productivo se verá severamente limitada. Si al campo de las energías agregamos las necesidades de capital de los deteriorados servicios públicos, todos requeridos de vastos recursos financieros, gerencia profesional y planes de desarrollo realizables, estaríamos ante un componente de capital de varios centenares de millardos de dólares, que algunos estiman en $500 millardos.

La recuperación de la institucionalidad estatal será determinante en la formación de políticas públicas de los sectores económicos, lo cual permitirá la canalización correcta de los recursos de inversión (capex) y operación (opex) por parte de las compañías privadas, globales y venezolanas. Las tarifas del servicio eléctrico y los precios de los combustibles, así como las de los demás servicios públicos, deberán reflejar sus valores de reemplazo y deben ser capaces de cubrir sus costos de producción y gastos de operación y generar una rentabilidad razonable a partir de la cual obtener recursos para la reinversión, la innovación y la actualización tecnológica.

Son primordialmente las compañías petroleras internacionales (IOCs), así como las nacionales (NOCs) y las venezolanas, las que están llamadas a proveer los capitales requeridos para que Venezuela vuelva a producir más de 3 millones de barriles diarios y 12 millardos de pies cúbicos diarios de gas natural. Sus valores de buen gobierno corporativo, profesionalismo y trasparencia las califica ante los mercados globales de capital para levantar los fondos necesarios para su recuperación. Ello sentará las bases para el crecimiento y desarrollo a corto y a largo plazo de la economía venezolana dentro de un ambiente de reconciliación nacional y superación de la larga pugnacidad política.

La obtención de ingentes flujos de inversión no depende sólo del levantamiento temporal o permanente de las sanciones, de suyo importante, sino de cinco ingredientes esenciales:

  1. Una estrategia desarrollo económico y una estrategia energética holística para que Venezuela pueda reinsertarse en el mapa energético e hidro-carbonífero mundial, incluyendo una nueva institucionalidad para las energías. Dicha estrategia debe inspirarse en los diecisiete (17) objetivos de desarrollo sustentable adoptados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en el 2015.
  2. Una política económica integral y coherente que restablezca el equilibrio fiscal, monetario y financiero del país, de tal manera que el aparato productivo crezca en forma sostenible con una inflación de un dígito bajo un sistema racional de precios, un tipo de cambio competitivo y no sobrevaluado y un sistema financiero sano.
  3. El cumplimiento contractual del marco regulatorio contemplado en las leyes de hidrocarburos, hidrocarburos gaseosos, actas constitutivas/estatutos de las empresas mixtas y licencias de gas y demás leyes y reglamentos aplicables. Es indispensable aplicar políticas públicas que garanticen el buen gobierno corporativo, la profesionalización del talento humano, el cumplimiento de los estándares internacionales de higiene, salud, seguridad y ambiente, la trasparencia en los procesos de procura y la regularización de los activos, pasivos y acreencias existentes.
  4. Repotenciar las más de 40 empresas mixtas y más de 20 licencias de gas existentes y propiciar nuevas licitaciones trasparentes entre empresas nacionales e internacionales profesionales, poseedoras de capital, destrezas técnicas, circuitos confiables y ortodoxos de financiación, distribución y comercialización, y tecnologías de punta.
  5. Desarrollar un nuevo modelo de negocios consensuado entre el Estado y el empresariado privado nacional e internacional, incluyendo una racionalización de la presión tributaria, la cual es en nuestro país una de las más altas del mundo y sobrepasa el 90%, en comparación con el promedio mundial de 69% y de países como Guyana con un nivel de 57%.

Si el Estado y el empresariado privado, nacional e internacional, logran, en alianza virtuosa y mediante el diálogo y la cooperación, ejecutar políticas públicas y corporativas en línea con los cinco factores descritos, Venezuela recuperará su espacio en el concierto de naciones energéticas del planeta, en obsequio de su desarrollo socioeconómico sostenible.