May 28, 2024

El Terremoto de Cúcuta y el Petróleo Venezolano (I/II)*

Rafael Galegos 635


 

Una inmensa bola de fuego cruzó el cielo de Cúcuta la noche anterior al gran terremoto. El largo relámpago sin trueno alumbró los rostros de los cucuteños y las calles y las paredes de las casas del pueblo. Adentro se iluminaron los corredores, los baños, las habitaciones, los patios, los más ínfimos rincones. Para los pobladores, esa inmensa luz confirmaba los malos presagios de los adivinos.

–      Viene una tragedia terrible.

–      No quedará piedra sobre piedra.

–      Fin de mundo.

–      Castigo de Dios, castigo de Dios.

–      Mucho aguardiente y mucho putañero.

–      Harán cola en el infierno.

–      Ave María Purísima.

Estaban aterrados. Cúcuta llevaba varios días sacudida por fuertes temblores de  sonidos estrepitosos que algunos imaginaban como unos desaforados gritos de Lucifer procedentes del centro de la tierra… o del mismísimo infierno.

–      Se abrieron las puertas del infierno.

–      Dios nos proteja.

–      Y se están escapando los demonios.

–      Yo vi uno que salía corriendo de la iglesia.

–      No sea charlona.

–      Y cómo se le ocurre que me voy a jugar con eso.

–      Yo creo que el demonio corría porque el cura le echó agua bendita.

–      Y esa agua se evapora, porque los diablos llegan calientísimos por los fuegos de las pailas.

–      Ave María Purísima.

De la nada nacían grietas en las paredes de adobe. Los objetos como impulsados por fuerzas fantasmales cobraban vida y saltaban al suelo desde las camas, las mesas y los más exagerados referían que desde el techo de los escaparates.

–      Los adivinos  lo vienen diciendo, estamos al borde de una tragedia.

–      Dios nos proteja.

Los agüeros se cumplieron el 18 de mayo de 1875 a las once horas, quince minutos y once segundos de la mañana certificados por el reloj de la iglesia que caído en el piso quedó marcando esa hora para siempre.

Hace ya casi 150 años que ojalá conmemoremos, porque significó el prólogo de la historia petrolera de Venezuela.

Un terrible movimiento telúrico de 7,3 grados Richter estremeció a la cordillera andina y acabó con Cúcuta y las poblaciones vecinas. A lo Rubén Darío: “un hondo temblor que pasa por las vértebras enormes de los Andes”. Los pisos se abrían y cerraban violentamente como aplaudiendo. Los ríos invertían su cauce. Las casas se desplomaban formando una humareda que por varios días afectó la visibilidad del pueblo. La  onda expansiva se sintió cientos de kilómetros a la redonda, más allá de Caracas por el este y de Bogotá por el oeste.

En Venezuela las ciudades fronterizas San Antonio del Táchira y Capacho, quedaron totalmente destruidas. Los pobladores de ésta última, se trasladaron a una hacienda vecina llamada Blanquizal y procedieron a fundar Capacho Nuevo. Años después, sobre las ruinas de Capacho, rehicieron otra ciudad y la denominaron  Capacho Viejo.

La Alquitrana, un rezumadero y una visión

El movimiento telúrico de Cúcuta también afectó seriamente los sitios de San Cristóbal, Michelena, Rubio, La Mulera, La Grita, Colón. Que curiosamente cubrían territorios natales de Castro, Gómez, López Contreras, Medina, Pérez Jiménez, Carlos Andrés Pérez y Ramón Velásquez, siete futuros presidentes de Venezuela por sesenta y cinco años  del siglo XX.

Un importante efecto del terremoto, fue el afloramiento de  alquitrán en los ríos de la zona cercana a Rubio y a San Cristóbal, ya de por sí llena de menes y conocida precisamente por eso como La Alquitrana.

–      Con el terremoto parieron las rocas – comentaba la gente.

–      Y al bebé lo bautizaron Alquitrán.

–      Jajaja

El Dr. Carlos González Bona trabajando a lomo de mula pasó por el sitio de los menes, los observó detalladamente… y comenzó la historia petrolera de Venezuela. Éste barinés de unos cuarenta años, era uno de los hombres más estudiados de la Venezuela de su época: Médico de la Universidad de Caracas, que ejercía en la zona; Teniente de Ingenieros la Academia Militar de Matemáticas que peleó en la Guerra Federal,  Ingeniero fundador del Colegio de Ingenieros de Venezuela en 1861, empresario dueño de boticas y de periódicos, y hasta le quedó tiempo para algunas publicaciones a su nombre.

El Dr. González Bona hacía su recorrido de rutina para atender a sus pacientes de la zona. En una ocasión, mientras observaba distraídamente cómo el aceite navegaba por los ríos, tuvo la visión de levantar allí una empresa productora de keroseno, y se convirtió en el gran emprendedor de la comarca.

Una visión, guardando las distancias, como la de Saulo en su camino a Damasco cuando un resplandor lo deslumbró y lo tumbó del caballo.

–      Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? – le dijo una voz proveniente del cielo que él determinó era del Maestro Jesús.

Saulo, luego conocido como San Pablo, se convirtió al cristianismo y se  transformó en uno de sus grandes voceros.

Los crecidos menes por el terremoto provocaron una visión en el Dr. González Bona que resultó el prólogo de la historia petrolera de Venezuela.

La Alquitrana queda a pocos kilómetros de San Cristóbal y de Rubio, respectivamente lugares de nacimiento del general Isaías Medina Angarita, que lideraría la emblemática Ley Petrolera de 1943 y de Carlos Andrés Pérez, quien un siglo después nacionalizaría la industria petrolera venezolana.

El Dr. González Bona tenía conocimiento de la reciente explotación petrolera norteamericana, iniciada en 1858 por el “coronel” Edwin Drake, un maquinista de tren de 38 años, de espíritu aventurero, dicen que mal encarado y cojo por un eterno dolor de espaldas, y que se inventó el rango de coronel para ganarse  respeto en ese ambiente minero tan rudo.

Continuará…

*Selección de párrafos del libro “Venezuela impregnada”, de quien suscribe, actualmente en revisión y a la búsqueda de editor.

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CURRICULUM VITAE / RAFAEL GALLEGOS CASTRO

Ingeniero de petróleo, Consultor Gerencial Independiente, Facilitador de talleres a empresas y columnista semanal en la prensa nacional. Ha dictado alrededor de 400 talleres de Gerencia y de Petróleo. Consultor Gerencial.

Profesor invitado en el Programa Internacional de Gerencia de Hidrocarburos en el IESA. Profesor invitado en programa de CENDECO Entorno Social, en la Universidad Metropolitana. Coordinador De Diplomado “Diplomacias, Petróleo y otras formas de Energía”, en la UCV. Coordinador Del Diplomado “Venezuela Energética” en la UCAB. Charlista de “El entorno como componente estratégico del negocio” ante ejecutivos de PEMEX en Villahermosa, México.

Trabajó 23 años en PDVSA donde se desempeño como operador en los campos petroleros e ingeniero de yacimientos y de planificación en las áreas de Oriente, Zulia y Barinas y Apure. Fungió Jefe de Planificación de Operaciones en Corpoven Barinas, Consultor Gerencial de Mejoramiento Continuo de Corpoven, Líder de Inversión Social de PDVSA EyP, Gerente de Asuntos Públicos de PDVSA SUR, Gerente General de AC Voluntariado de PDVSA y líder de proyecto de microempresarios del CIED ( COFIE oriente).

Coautor (en conjunto con Eddie Ramírez) del libro: “Petróleo y gas, el caso Venezuela”, año 2015. Ha sido coautor de libros/compilación de diversos autores acerca de Gerencia y Responsabilidad Social. Columnista semanal del Diario 2001 desde el año 2005 hasta el 2011. Actualmente publica artículos semanales en su Blog “Petróleo sin Reservas”, que son reproducidos en los periódicos digitales de Estados Unidos: Informe21, Diario de Caracas y El Punto News.

Se graduó de Ingeniero de Petróleo en la UCV en 1979 y realizó estudios parciales de postgrado en Finanzas en la misma universidad en los años 1983 y 1984.

Es miembro del Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV), de la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Petróleo (SVIP), del sindicato de trabajadores petroleros Unapetrol, miembro Fundador del Centro de Orientación de Energia (COENER), y miembro del Equipo Coordinador de Gente del Petróleo.

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