VENEZUELA

El precio de la gasolina


 

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Jorge Zajia

Jorge Zajia | Editor in Chief

En Venezuela con un dólar usted puede comprar 150 millones de galones de gasolina de alto octanaje, limpia, sin azufre. Si desea saber cuántos galones puede adquirir con el precio de una cerveza de 222 cc de capacidad en una “licorería”, simplemente multiplique por tres, porque el popular “cuartico” (equivalente ¼ de litro) tiene un precio que ronda los US$3. Ese precio de la gasolina en Venezuela no beneficia a nadie dentro del país y es la principal causa de la ruina y la pobreza que sufre toda la nación.

Aunque no hay cifras oficiales del contrabando de extracción, podríamos especular que al menos un 30% de los casi 500 mil barriles que se consumen en Venezuela se escapan hacia Colombia, Brasil y El Caribe, países estos cuyo precio de los combustibles es incluso mas alto que el de Estados Unidos. Uno puede intuir -aunque no es el tema de esta nota editorial-, que ese es un negocio fabuloso para los que controlan el cartel del contrabando de combustibles y lubricantes, mayor que el tráfico de drogas, sin sufrir las angustias y las sanciones que acarrea ese otro negocio de considerable magnitud.

Para los propios habitantes del país es complicado saber exactamente cuánto es el precio de llenar el tanque de su automóvil de 50 litros. Oficialmente el valor de ese volumen de gasolina es BsS 0.0005, una cantidad que no se puede pagar porque el billete de menor denominación es de dos bolívares soberanos, el cual no es aceptado por nadie en Venezuela, porque, por ejemplo, para pagar un cartón de huevos de gallina de 30 unidades se necesitan 15.000 billetes de 2 BsS; entonces la gente termina pagando el tanque de gasolina con un billete de 10 bolívares y no recibe su cambio, porque las monedas desaparecieron el mercado. En las estaciones de servicios o “bombas” no se puede pagar con tarjetas de débito ni de crédito.

Venezuela -una tierra bendecida por la Providencia- es el único país que puede, y debe, aumentar el precio de los combustibles significativamente y obtener ventajas de esa decisión, ya que bien aplicada e instrumentada se debe convertir en una formidable herramienta para el progreso, pues el Estado dispondría de forma inmediata y expedita de cuantiosos recursos económicos que le van a permitir superar la pobreza y elevar la calidad de vida de su población.

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Habría que determinar muy bien el impacto en la economía de un incremento de precios a niveles justos. Sincerando la situación, los ahorros por el subsidio directo y por la eliminación del contrabando de extracción, podrían fácilmente ser de unos 20 mil millones de dólares anuales; a lo que hay que sumarle los ingresos por las ventas, ahora legales, a los vecinos y los excedentes destinarlos a otros mercados internacionales sedientos del valioso carburante.

Por su puesto, y este sería el final feliz de una historia de amor por sus nacionales, así como el galón de gasolina de 93 octanos sin plomo, va a pasar de un precio de no se sabe de cuantas millonésimas de centavo de dólar es, a unos tres dólares por galón, el salario mínimo -y las pensiones y las jubilaciones-, se deben ajustar proporcionalmente a este incremento, que en el caso venezolano el monto del salario mínimo, debería estar rondando los 500 $/mes.

Uno de los mitos que acechan a Venezuela sobre cómo va a conseguir los recursos económicos para acometer la reconstrucción, puede amortizarse en parte con el precio justo de sus combustibles y lubricantes, dentro de un mercado abierto donde participe la iniciativa privada, férreamente controlada por el Estado, para evitar las distorsiones y aberraciones del pasado cuyas consecuencias está sufriendo todo el país.

Estas vagas ideas, productos de la intuición y el deseo, más que de un análisis matemático y económico, sólo pretenden despertar y abrir la mente de quienes están destinados a dirigir muy pronto el destino de la Tierra de Gracia por las sendas del progreso y la felicidad colectiva.

Otro tema interesantísimo y que tiene que ser otra poderosa herramienta para el desarrollo armónico y equitativo de la nación, es el de la distribución de la Regalía petrolera, que en Venezuela ha sido aplicada como un instrumento de captación de impuestos, mas que el de una justa retribución a los pisatarios y dueños de la mina; ese es el motivo que los pueblos petroleros venezolanos, en vez de mostrar una riqueza proporcional a la que han aportado, lo que dan es lástima por el estado de abandono en que se encuentran … tal como lo tipificó el insigne escritor y periodista de Barcelona del Neverí, Miguel Otero Silva, en su célebre novela “Las casas muertas”.

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