Venezuela: el derrumbe de sus paradigmas


 

Gustavo Coronel, geólogo venezolano

La sociedad venezolana se ha manejado por largas décadas en base a algunos paradigmas fundamentales, la mayoría de los cuales están hoy muertos o agonizantes debido a la corrupción del liderazgo político y al bajo nivel de ciudadanía existente. ¿Cuáles son algunos de estos paradigmas?:

  • Nuestra izquierda política es idealista y pura,
  • el presidencialismo providencial,
  • la gratuidad de la educación superior
  • la Fuerza Armada como ejército de libertades y defensora de la Nación,
  • la PDVSA como símbolo de soberanía,
  • la CVG como modelo de desarrollo regional y,
  • los puertos y aeropuertos como funciones estratégicas en manos del estado.

Cada uno de estos paradigmas se encuentra hoy en crisis, en estado de acentuada ruina material o espiritual y, por lo tanto, deben ser profundamente cuestionados y revisados críticamente, cuando no desechados de raíz, si deseamos ver una Venezuela futura libre de pesados fardos que le dificulten el camino a su cabal realización. Aunque la aparición de estos paradigmas ha sido explicable en casi todos los casos, su consolidación ha probado ser fatal para el país ya que han ido configurando una filosofía estatista de nuestra gobernabilidad y el  abandono del fundamental concepto de sociedad civil.

NUESTRA IZQUIERDA POLÍTICA ES IDEALISTA Y PURA. Este paradigma nace con la generación del 28, de una raíz de verdadero idealismo y pureza de intenciones. Los jóvenes estudiantes se rebelaron en contra del dictador Juan Vicente Gómez,  símbolo de autoritarismo primitivismo. Así lo plasma Rómulo Gallegos en sus novelas, particularmente en “Doña Bárbara” y  “Reinaldo Solar”. Los estudiantes se nutrieron de literatura marxista utópica, lo cual llevó al incipiente sector político a la infortunada desviación de apoyar  la tiranía cruel de José Stalin y el comunismo soviético. A partir de esa desviación el izquierdismo venezolano se ha identificado de manera acrítica con las tiranías de izquierda, excusándoles sus peores abusos y crueldades: Stalin, Castro, Chávez. Ahora, frente a la horrorosa mediocridad de Maduro, la izquierda política venezolana se encuentra en franca crisis y requiere con urgencia una profunda revisión. Su alta calidad intelectual era su mayor fortaleza, cuando Otero Silva, Petkoff, Zapata o Cabrujas eran la izquierda. Hoy está representada por  la cursilería y servilismo de un  Lanz, un Izarra o un Isaías Rodríguez y por la procacidad de un SantRoz.

EL PRESIDENCIALISMO PROVIDENCIAL. Este paradigma también tiene una razón explicable, ya que después de la larga dictadura de Gómez  el país necesitaba un  liderazgo político democrático de carisma. Surgió Rómulo Betancourt, con grandeza de miras, vocación didáctica, deseos genuinos de elevar el nivel ciudadano de su pueblo pero, después de él, fueron llegando líderes de menor dimensión que introdujeron progresivamente rasgos de populismo y/o de una democracia rutinaria e indiferente, a lo Herrera o Lusinchi. El genuino  intento de Pérez II de ser estadista le costó una rebelión popular por parte de quienes ya preferían las promesas a las realidades.

LA GRATUIDAD DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR. El deseo de la nueva democracia post-gomecista fue el de crear a corto plazo una sociedad de alto nivel educativo, por lo cual se consagró al nivel político y hasta constitucional  la gratuidad de la educación superior. La universidad se abría para todos. Se permitía la permanencia casi indefinida del estudiante en la universidad. La matrícula era gratis y hasta la comida comenzó a subsidiarse desde 1944, considerada como  “un servicio que responde a un derecho social, el cual podía extenderse a otros grupos relacionados, personal, familiares”. La politización del presupuesto universitario, la baja e irregular asignación salarial a los profesores, la gratuidad total de estudios y alimentación, el relajamiento de los procesos de evaluación, han sido los principales enemigos de la excelencia universitaria, hasta llegarse al desastre chavista a partir de 2000. La lección que debería haber aprendido el país es que no hay nada más costoso que lo gratis.

LA FUERZA ARMADA COMO DEFENSORA DE LIBERTADES Y DEFENSORA DE LA NACIÓN. La consolidación de la Fuerza Armada venezolana como cuerpo pretoriano, con vocación de poder político, probablemente tuvo sus semillas en el caudillismo regional y  las montoneras del siglo XIX. Durante la primera mitad del siglo XX fue poco más que un órgano protector de la dictadura, primero de Gómez, luego de Pérez Jiménez. Por algún tiempo, la democracia pareció haberla convertido en una organización profesional y apolítica, gracias a la tarea que debió acometer para combatir la guerrilla izquierdista. Una vez pacificado el país el cuerpo armado se fue burocratizando y mezclándose con el sector político, convirtiéndose en un organismo esencialmente desocupado, lo cual lo llevó progresivamente a convertirse en una especie de sindicato armado, exigiendo beneficios materiales y cuotas de poder político. Esto llegó a su máxima expresión a la llegada de Chávez al poder, ya que Chávez – siguiendo las recomendaciones de Norberto  Ceresole – introdujo el concepto de alianza cívico-militar, el cual llevó a la Fuerza Armada a desempeñar el papel de socia de la llamada revolución. Hoy en día la Fuerza Armada venezolana es una institución traidora a su misión y muchos de sus miembros de alto rango se han transformado en vulgares delincuentes, contrabandistas, lavadores de dinero, ladrones del erario público, abusadores de su poder armado, represores de la ciudadanía, en fin, una lista macabra de violaciones a la honestidad personal, a  los derechos humanos de sus compatriotas y a sus deberes como defensores de la Constitución y las leyes.  Representan  hoy un lastre insoportable para el país.

PDVSA COMO SÍMBOLO DE SOBERANÍA. La politiquería, las ideologías extremas, los complejos colectivos  de inferioridad, la misma riqueza petrolera concentrada en manos de gobiernos populistas y los resentimientos de clases ha llevado a una noción estatista y autoritaria de la gobernanza. El estado manda, el estado da, el estado quita. Los venezolanos ven el estado como proveedor de recompensas a quienes son leales a la autoridad o como agente de castigo para los disidentes. Los conceptos de sociedad civil, de iniciativa privada y ciudadana, los derechos y deberes que el individuo posee en sociedades avanzadas, todo ello se ha mantenido en el enanismo. Y como el estado ha sido generalmente el gobierno y el gobierno el líder providencial, ello ha conducido a una sociedad dependiente de una figura paternal, el cual – para empeorar las cosas – ha estado frecuentemente ausente del hogar, tanto literal como figurativamente. Ello ha llevado a identificar soberanía con estatismo.  Por ello se estatificó la industria petrolera, la cual ha llegado a ser  una herramienta para el beneficio de una oligarquía del poder político, con exclusión del resto de la nación. El resultado del saqueo está hoy a la vista,  una industria en ruinas, con sus fragmentos en manos de chinos, rusos, iraníes, militares corruptores, chavistas lavadores de dinero, es decir, la antítesis de lo que debe ser la verdadera soberanía. No hay soberanía petrolera,   somos hoy un país vasallo e indefenso.

LA CVG COMO SÍMBOLO DE DESARROLLO REGIONAL. La CVG es (realmente, fue) una empresa que nació con un claro mandato de planificadora del desarrollo regional y que se fue convirtiendo, debido a la corrupción del liderazgo político y a la codicia de las “fuerzas vivas” de la región, en un monstruo de dos cabezas, una de hasta 40  empresas en su mayoría improductivas, otra de servicios públicos altamente subsidiados o de  distribuidora de energía y productos terminados a otras dependencias del estado que no le pagaban. Un sueño bien llevado por algún tiempo se convirtió  luego en vaca lechera para nutrir al sector político y a las clases poderosas de Guayana,  en  pesadilla burocrática pasto de la codicia de militares, sindicaleros y empresarios regionales.

La CVG  ya no existe. Ninguna planta funciona normalmente, la mayoría de ellas está  cerrada. El modelo fue pasto de la corrupción y de la cobardía, proceso que comenzó bastante antes de la llegada a Guayana del chavismo pero que se exacerbó a esa llegada. Lo que debía ser una corporación que diera recursos al resto del país se transformó en una corporación que vivía del resto del país. De agente contributivo a la Nación se convirtió  en parásito en necesidad de constantes inyecciones de dinero.  Como en las caimaneras beisboleras de antaño, cuando ya le derrota se tornaba avasallante, hoy es preciso gritar: “Otra partíaaaaa!”.  Debe surgir un nuevo paradigma de desarrollo regional, aunque sin honestidad y sin verdadero compromiso ciudadano cualquier modelo futuro estará condenado al fracaso.

PUERTOS Y AEROPUERTOS EN MANOS DEL ESTADO. El Puerto de Puerto Cabello siempre ha sido el más importante del país. Hoy está en la bancarrota. Su historia ha sido siempre tenebrosa. En manos del gobierno central, durante buena parte del siglo XX, llegó tener unos 3000 empleados, muchos de ellos reposeros. Gracias a la descentralización su funcionamiento fue asignado a la gobernación del estado Carabobo, en manos de Henrique Salas Romer y de 3000 empleados pasó a tener unos 200 empleados, ya que mucha de su actividad se contrataba con terceros. Aunque nunca exento de corrupción debido a la presencia obligada de otros sectores del gobierno, tales como la Guardia Nacional y  el Ministerio de Hacienda, el Puerto se convirtió en una formidable fuente de ingresos para el estado Carabobo. Esto desapareció al llegar Chávez al poder, quien devolvió el puerto al gobierno central para ponerlo en manos de una empresa cubana castrista. Esto fue aprovechado por otras dos instituciones parasitarias del gobierno, DIANCA y OCAMAR, para erosionar la actividad del puerto. Hoy en día el puerto de Puerto Cabello está en ruinas después de que en 2001, bajo la gerencia del Estado Carabobo, figurara como el tercer puerto más importante  de América Latina.

ESTÁ LEJANA LA REDENCIÓN DE VENEZUELA

El cambio de paradigmas que será necesario será, en el mejor de los casos, una tarea de décadas. Es evidente que la Venezuela de hoy no es factible.  Si no altera radicalmente los paradigmas que la han  manejado por casi 100 años corre el peligro de  desaparecer como país independiente.

¿UN ESCENARIO DE LARGO PLAZO: LA GRAN COLOMBIA?   

Es posible que, en el largo plazo, hacia fines de este siglo, Venezuela pase a ser parte de un país de mayor tamaño, un  bloque andino-amazónico en el cual nuestras prioridades como país deban ser modificadas en base a prioridades regionales de mayor rango. A pesar de las explosiones de ultranacionalismo parroquial a lo Bolsonaro, a lo Trump o a lo Brexit que existen hoy, el planeta Tierra se mueve de manera lenta pero inevitable hacia un proceso de integración como fórmula última de sobrevivencia.

 

 

Publicado por Gustavo Coronel