Argentina, en los últimos 14 meses concretó una serie de reformas trascendentales en su accionar macroeconómico, con el objetivo de atraer fuertes inversiones a varios sectores de su economía. Flotó el tipo de cambio, resolvió asuntos pendientes con el sector financiero internacional, transparentó la información y estadísticas y mucho más.

Durante 2016, inició un sinceramiento de precios de gas natural y electricidad, mismos que estaban con elevados subsidios y que habían llevado al país a sumirse en constantes apagones y cortes de suministro que dañan su sistema productivo y calidad de vida de sus ciudadanos. Energía barata pero inexistente era el cuadro que reinaba. Una segunda fase de quita de subsidios en gas y electricidad se darán este 2017.

Estas medidas elevaron la inflación, contribuyeron a ahondar la recesión económica y competitividad y ha castigado el bolsillo de una gran mayoría de argentinos. La apuesta, es que con estas acciones y otras, las inversiones comenzarán a llegar con intensidad, de manera que se mejore el desempeño económico y se creen más y mejores empleos. Una apuesta arriesgada en un país con escasa credibilidad para llegar a conseguir inversiones por sus constantes vaivenes económicos, sociales y políticos.

Por falta de inversiones se incrementaban cada vez más las necesidades de importar gas natural (GNL y de Bolivia), energía eléctrica y nafta. El país del tango llegó a tener un déficit en importaciones energéticas cercanas a los US$12,000 millones por año. Esto dejaba las arcas del Estado vacías y sin recursos para atender necesidades sociales.

Con las reformas anotadas un primer paso exitoso ya se concretó en el sector energía. Bajo ciertas garantías del Estado, durante el 2016, Argentina adjudicó 59 proyectos de energías renovables, con inversiones privadas que bordean los US$4,000 millones para instalar 2.423,5 MW y con un precio ponderado promedio de 57,44 US$ /Kwh.

Otro avance reciente es la Adenda a los Convenios Colectivos de Trabajo firmada por el gobierno central, gobernadores de provincias y líderes de dos poderosos sindicatos petroleros para bajar costos operativos y destrabar inversiones en uno de los shales más importantes del planeta: Vaca Muerta. Recordar que el sindicalismo en varios sectores económicos en Argentina es un freno para las inversiones. Estos sindicatos son irracionales en sus demandas laborales y hacen no competitivas y no rentables las inversiones.

Era inminente bajar costos y el Convenio Colectivo Laboral firmado es un paso importante.Otra señal que se ha entregado es el sendero de precios en boca de pozo, que según entendemos,es de 7.50 US$/MMBtu para 2017, 6.50 US$/MMbtu para 2018 en adelante y liberados al mercado hacia el 2021, en competencia con GNL importado, con gas importado de Bolivia y competencia de gas con gas producido en Argentina.

Varios programas pilotos en “sweetspots” en la ventana de gas natural en Vaca Muerta han sido encarados con resultados bastante aceptables en cuanto a productividad. Rincón de la Ceniza, San Roque, El Orejano y Aguada Pichana y varios otros podrían entrar en Factory Drilling (perforación masiva de pozos) y comenzar a elevar producción de gas natural. El Acuerdo Colectivo firmado fue presenciado y de alguna manera avalado por empresas muy grandes como Dow Chemical, Total, YPF, Shell, Exxon y otras menores como Pan American y Tecpetrol. Se prometieron billonarias inversiones a partir de este 2017.

Podemos avizorar dos escenarios. Que no se concreten nuevas y fuertes inversiones, lo cual sería detrimental para el gobierno de Macri y la Argentina, favoreciendo mayores importaciones a largo plazo de gas de Bolivia y de GNL. El otro, que fuertes inversiones si arriben a Vaca Muerta y se instale nueva producción. Este escenario es una noticia muy complicada para Bolivia que está aspirando detonar un nuevo ciclo exploratorio mirando a Argentina más allá del 2026. Recordar que existe incertidumbre de mercado en lo que pasará con Brasil después del 2019.

Argentina está en un punto de inflexión y tiene toda la carne sobre el asador en relación a Vaca Muerta. Hacia mediados de 2018 se verá a qué lado se inclina la balanza.