Sistema de Refinación Venezolano

Francisco Arias
Presidente del Capítulo Anzoátegui de la Cámara Petrolera de Venezuela

Francisco Arias

Es sin duda un tema con muchas aristas que desarrollar, por la importante y neurálgica influencia que tienen los productos refinados en nuestra necesidad diaria de movilizarnos, producir bienes y servicios, entre otros; todas importantes y necesarias para la economía del país.

Como parte de la cadena de valor de los hidrocarburos, el negocio de la refinación en Venezuela debería ser, en esencia, una fuente confiable de combustible para el mercado interno, compuesto por: el parque industrial, la generación termoeléctrica y el sector del transporte. Además de generar ingresos por concepto de exportación de los diferentes productos que de él se deriven.

Del proceso de refinación, se obtienen derivados blancos tales como, la gasolina, nafta, kerosene, gasoil, diésel, lubricantes, entre otros. Por ello, lo sensible del tema cuando entendemos que el país depende de esta parte del negocio petrolero y necesita que funcione adecuadamente, pero lamentablemente la realidad difiere de lo que eventualmente esperamos que sea.

La refinación es, quizás, uno de los procesos dentro de la industria petrolera que contiene un alto grado de complejidad técnica, por lo delicado del manejo de sus productos. Esto implica saber mantener una estricta atención, inversión y adecuados planes de mantenimiento a toda la infraestructura existente, para asegurar así, la continuidad de las operaciones.

Venezuela desde hace más de 100 años ha estado a la vanguardia en cuanto a su parque refinador, contando hasta fecha con una capacidad instalada de procesamiento de 1.3 MMBD, distribuidos entre los Complejos Refinador Paraguaná CRP (Amuay y Cardón) en Falcón, Bajo Grande en el Zulia, El Palito en Carabobo, y Puerto La Cruz y San Roque en Anzoátegui, con lo que se debería tener garantizado el suministro constante.

Hoy la realidad es preocupante, toda vez que lo que se genera no cubre las expectativas esperadas y que nuestra infraestructura refinadora está sufriendo un acentuado y acelerado deterioro, producto de inadecuados planes de mantenimientos e inversión, aunado a restricciones internacionales que, de alguna manera, impactan a la industria petrolera.

Pero por muy oscuro que se presente el escenario, la realidad es que sí podemos recuperar y reactivar nuestra capacidad de refinación nacional. ¿Qué va llevar tiempo, inversión y esfuerzo? ¡Claro! Lo importante de todo esto, es que “no estamos comenzando de cero” y tenemos la experiencia para hacerlo.

Una de las áreas que será necesaria atender de manera prioritaria es la de los servicios industriales, tales como electricidad, agua, vapor y químicos, ya que de estos depende la operación y continuidad de los procesos. También será necesaria la implementación de estrictos programas de mantenimientos correctivos y preventivos, para asegurar una operatividad confiable y continua de las refinerías.

En Puerto La Cruz, urge la culminación de los proyectos asociados a Conversión Profunda, que son necesarios para la utilización de crudos pesados (Merey 16) de la Faja, como parte de la dieta de nuestro parque refinador y así poder optimizar la producción de combustibles blancos, no solo para consumo interno, sino además, para su exportación.

En este mismo orden y más importante aún, tenemos al talento humano, quienes son los principales actores de cualquier plan o programa de recuperación del parque refinador venezolano ya que son estos, los que podrán materializar cualquier propuesta o intención. A ellos, debemos darle el justo reconocimiento y mejorar su calidad laboral, para lograr obtener los resultados esperados.

Pasando por lo humano, técnico y financiero, es con la participación de todos, como lograremos alcanzar cualquier objetivo para la recuperación de nuestras refinerías. El cometido, bien vale la pena y ayudara a mejorar nuestra calidad de vida y mejorará el entorno país.

“Tenemos una infraestructura de refinación instalada, podemos recuperarla”