Mar 23, 2021

Renace la Esperanza

(Inspirado en el Editorial publicado Oct 02, 2018)


 

Jorge Zajia

Jorge Zajia | Editor in Chief

“La culebra ha picado muchas veces”, por lo que sobran los motivos para ser cautelosos, pero el repunte, discreto pero sostenido, de la actividad petrolera mundial ha despertado nuevamente el optimismo entre las mujeres y hombres que viven de la explotación del oro negro, o “excremento del diablo”, según sean los ojos con que se mire.

En estos tiempos de pandemia y crisis sanitaria, se están tomando las cosas con calma, porque aún persiste la incertidumbre que se cierne sobre las tendencias de la economía mundial, que además se mueve al vaivén de una situación geopolítica muy complicada que amenaza la paz mundial, por lo que hay que actuar con mucho cuidado ya que no se tiene la certeza del rumbo que transitará el mundo en el futuro cercano.

La otra variable que regula y cataliza la expansión vertical de la actividad petrolera, es el cambio estructural que se ha producido a raíz de la aparición del Covid 19, que ha tenido como consecuencia la caída libre de los precios del crudo, obligando de paso, a que el negocio de la producción del preciado combustible sea más eficiente; para ello, es pertinente decirlo, ha contado con una herramienta formidable que es la tecnología, cuyo desarrollo está rompiendo los paradigmas del pasado, conduciendo a una explotación mas económica, y más limpia, de las fuentes de energía, principalmente de los hidrocarburos.

Las proyecciones, sin embargo, apuntan a que antes que finalice el 2021 el consumo mundial de petróleo volverá a rondar los 100 MMBPD, y algunos análisis de la banca especializada afirman que muy pronto el precio del crudo volverá a coquetear con los 100 dólares por barril. El clásico 100 x 100.

Otra realidad es que el precio bajo del crudo, ha incrementado su demanda en detrimento de las otras fuentes que conforman la matriz del consumo energético mundial, tales como el carbón, la madera (gracias a Dios) y las fuentes de energía renovables, más costosas por unidad de energía producida (BTU) y con severas limitaciones para su aplicación práctica y eficiente.

El repunte, más o menos importante, de la actividad petrolera global, con Estados Unidos a la cabeza como el mayor productor de petróleo delante de Arabia Saudita y Rusia, reafirman que los hidrocarburos son la principal e insustituible fuente de energía con que cuenta la humanidad; mucho más ahora que se está produciendo un cambio estructural en sus patrones de explotación, y consumo, para que satisfaga a plenitud los tres principios fundamentales que debe poseer toda fuente de energía: abundante, seguro y barato.

Por ahora debemos esperar a que se desarrollen los hechos y estar muy atentos a estos nuevos tiempos de cambios estructurales y radicales, donde nada va a ser igual que antes en el fabuloso negocio del aprovechamiento de los hidrocarburos.