PRÓLOGO

REACTIVACIÓN Y COMPETITIVIDAD

EN LA PANDEMIA

Sostenibilidad del sector petrolero

y de la oferta de bienes y servicios

Por: Germán Espinosa/Presidente Ejecutivo CAMPETROL


German Espinosa

En siete meses todo cambió. A nivel global, nunca antes en un período tan corto, habíamos visto cambios estructurales de tal magnitud. La llegada de la pandemia del COVID-19 era algo totalmente inesperado y la profundidad de sus impactos, impensable. Su aparición y propagación exponencial tomó por sorpresa a todo el planeta, convirtiéndose pronto en un fenómeno inédito y angustioso. La humanidad, de manera acelerada, tomó rumbos y comportamientos antes impensables.

Por si fuera poco, con los efectos que causaron la pandemia y las medidas de contención que irremediablemente se tuvieron que tomar, se dieron todas las condiciones para una recesión global, superando inclusive las dimensiones de la Gran Depresión de 1929. Lo anterior, coincidió con el agravante del inicio de una guerra de precios del petróleo, que llevó inicialmente a una sobreoferta de crudo y que terminó siendo contenida, al menos temporalmente, por medio de una política de recortes de los principales productores mundiales. Lo anterior, nos situó en un nuevo escenario dominado por la contracción de la demanda, y se instaló así en el mercado un nuevo normal de precios bajos.

Para economías como las latinoamericanas, que tienen profundos y arraigados problemas estructurales, y cuyas sociedades sufren de una gran cantidad de necesidades básicas insatisfechas, los impactos de la pandemia son más severos que en los países desarrollados, y son aún más graves, si se tiene en PRÓLOGO cuenta que Latinoamérica ya experimentaba una fuerte desaceleración de sus economías antes de la pandemia. Para aquellos países cuyas rentas nacionales son altamente petróleo-dependientes, la situación es mucho más compleja.

En Colombia, en siete meses todo cambió. En efecto, pasamos de tener un buen inicio de año, a sufrir una caída de precios del petróleo a niveles no vistos hace 20 años, que tomó proporciones sin precedentes, por la suspensión de proyectos y contratos por cuenta de la pandemia y las restricciones que fue necesario imponer. Por lo anterior, el tercer trimestre de 2020, será recordado por las mayores caídas históricas de la producción, de la actividad, de la contratación de taladros de perforación y workover, y por los niveles más bajos en los principales fundamentales macroeconómicos tales como el PIB y el empleo, grandes impactos en la estructura productiva nacional y afectaciones directas sobre las economías de las regiones productoras.

Estamos ante una nueva normalidad. Colombia es tal vez uno de los países latinoamericanos que está en mejores condiciones para afrontar esta doble crisis, por su reconocido buen manejo macroeconómico, sus fortalezas institucionales, pero sobre todo por contar con una sociedad emprendedora y resiliente.

Sin embargo, esas condiciones no serán suficientes si no se cuenta con un sector minero energético fortalecido y una pronta y segura reactivación del sector de hidrocarburos. Ante la urgencia económica, es fundamental apoyar al Gobierno Nacional e impulsar el crecimiento económico del país por parte del sector privado. En Colombia no existe otro sector que pueda aportarle mayores rentas a la economía colombiana, en el inmediato corto plazo, pues la urgencia de hacer frente a la pandemia no da espera.

De ahí, la importancia y urgencia de la reactivación del sector, que desde la visión de Campetrol, Cámara Colombiana de Bienes y Servicios de Petróleo, Gas y Energía, trataremos en detalle en este documento. Sin embargo, si no aprovechamos esta coyuntura para impulsar aquellos cambios estructurales que demanda el sector petrolero para ser sostenible en el largo plazo, la vuelta a la normalidad de su operación, por sí sola, no generará las dinámicas que requiere la industria petrolera en toda su cadena de valor.

Hay dos asuntos estructurales que se deberán solucionar, por un lado, el cambio de modelo de relacionamiento del sector con el territorio, y, por otro lado, el cambio del modelo del relacionamiento contractual entre operadoras y compañías de servicios. Solo mediante estos ajustes podremos tener un sector petrolero más competitivo en toda su cadena de valor, y hacer de Colombia igualmente, un destino más competitivo para la inversión en proyectos de E&P, como condición necesaria para adquirir sísmica y perforar pozos exploratorios. Lo anterior es fundamental para lograr reemplazar anualmente los volúmenes de hidrocarburos producidos y garantizar nuestra autosuficiencia en petróleo y gas para los próximos 20años, teniendo en cuenta que el crecimiento económico y poblacional del país demanda más energía, año tras año.

Considerando los países que compiten en la región por atraer las inversiones de capital para los proyectos de E&P, no dudamos que Colombia tiene en esta crisis una gran oportunidad para hacer una diferencia con sus pares y lograr una ventaja comparativa a su favor, siempre y cuando se generen las condiciones necesarias y con una visión de largo plazo. La reactivación y la competitividad no solo son complementarias, sino que, para producir un cambio, se necesitan la una a la otra.

Quiero expresar nuestro especial agradecimiento a nuestros Afiliados y a nuestra Junta Directiva, que fueron soporte e inspiración para poder hacer realidad esta publicación.

Con mucho respeto y con una especial dedicación para el Gobierno, la Industria y el Territorio, les ofrecemos este documento como una invitación a reflexionar sobre la reactivación, la competitividad y la necesidad de un cambio en sector de hidrocarburos.

En siete meses todo cambió. Es el momento del cambio.

Germán Espinosa H.

Presidente Ejecutivo CAMPETROL

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