Ramón Cornieles

Los petroleros venezolanos están de luto cerrado por la muerte el 1ero de Julio del 2019, a la longeva edad de 95 años, de quien fue uno de los representantes más brillantes de la casta de los profesionales de la industria petrolera venezolana

 

Cumple con el penoso deber de participar el sensible fallecimiento del

Ing. Ramón Enrique Cornieles

(QEPD)

 

Ocurrido en la ciudad de Caracas el día lunes 1 de julio de 2019. El Ing. Ramón Enrique Cornieles fue un prominente y reconocido profesional de la Ingeniería con amplia trayectoria en la industria petrolera venezolana, en la cual ejerció altos cargos, , especialmente en el área de la Refinación de Hidrocarburos, la Dirección de Operaciones de Pequiven , la Presidencia de Bariven y se jubiló a partir del 1 de julio de 1985.

Ing. Ramón Enrique Cornieles

Entre sus diversos Reconocimientos y Distinciones es de destacar el Premio Honorifico Dr Gumersindo Torres,2016, la máxima distinción que otorga la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Petróleo ( SVIP ) para reconocer la actuación sobresaliente y meritoria vinculada a su trayectoria en la industria petrolera nacional.

El acto velatorio se llevó a cabo el dia jueves 4 de julio ( 9.00 am – 3.00 pm ) en la Capilla Monumental del Cementerio del Este, La Guairita, Caracas y luego recibió cristiana sepultura.

Queremos expresar nuestros más sinceros sentimientos de condolencia y unirnos al dolor que hoy embarga a sus familiares, colegas y amigos, especialmente a su esposa Gabriela, a sus hijos y nietos.

Juntos todos elevamos una plegaria para que el Señor Dios le haya perdonado sus faltas, haya valorado sus buenas acciones y hoy esté en el cielo gozando de la vida eterna.

 

La Junta Directiva Nacional SVIP                                                                    

Yo soy la resurrección y la vida, el que
crea en mí, aunque haya muerto vivirá
Y todo aquel que vive y cree en mí,
no morirá eternamente. Juan 11, 25-26.

 

Junta Directiva Coener

Presidencia


 OBITUARIO

La Junta Directiva de Coener y toda su membresía esta de luto por la irreparable pérdida de un amigo, venezolano ejemplar, de conducta intachable, principios y valores éticos y comprometido con la sociedad y el país.

Ramón Cornieles

Ramón Cornieles se graduó de Técnico Mecánico en la Escuela Técnica Industrial de Caracas (ETI) y posteriormente de Ingeniero Mecánico en la Universidad de Toledo en Ohio, USA. Obtuvo un Doctorado en Economía de los Hidrocarburos. Prestó servicios para la Shell durante 27 años y 10 para la industria nacionalizada. ​ Académico Miembro de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat (ANIH), de la Sociedad Venezolana de Ingenieros de petróleo (SVIP). Fue un intelectual de gran valía que aportó lo mejor de sí para la comprensión y divulgación del conocimiento del tema energético, sostuvo una activa y consecuente participación dentro de Coener, en especial dentro del Comité de Manufactura.

De las expresiones de algunos de los miembros de Coener tomamos

“De prosa fácil y verbo fluido, logró permear su vasto conocimiento y sus acciones con acierto, efectividad y relevancia, siendo, por ello, merecedor de altos reconocimientos por parte de las instituciones a las cuales dedicó los mejores años de su vida, y por sus alumnos, colegas, amigos y familiares quienes vieron en él a un ciudadano ejemplar, intachable y comprometido con la sociedad y el país “

Lleguen hasta su esposa Gabriela Moran de Cornieles, a sus hijos, nietos, familiares, a sus compañeros de promoción, amigos y a sus colegas de la industria petrolera venezolana, nuestras más expresivas palabras de condolencia.

Amigo, Descansa en paz.
Caracas 4 de julio del 2019

 

Gustavo Coronel

Me informan que acaba de fallecer Ramón Enrique Cornieles. Creo que estaba cerca de los 95 años y fue el prototipo del gerente petrolero de carrera meritocrática ejemplar, de los que  comenzaron, como Alberto Quirós, en las tareas más modestas y llegaron al tope ejecutivo de sus empresas. Creo que Ramón era de Betijoque, Estado Trujillo. Era un gerente recio,  de excelente sentido del humor y un lector incansable de las teorías más avanzadas sobre gerencia y sobre ingeniería mecánica y refinación. Hasta casi el final de su vida se mantuvo activo escribiendo sobre la industria petrolera en la prensa y por Internet. Alberto Quirós, en artículo publicado en 2014, celebrando sus 90 años, lo llamó el Gerente Humanista por excelencia. Ramón trabajó en la industria petrolera por 37 años y fue becario de Shell,  Gerente de Refinación de Shell de Venezuela, Director de Maraven, Director de Operaciones de Pequiven y presidente de Barivén, entre otras posiciones.

Conocí a Ramón en su sitio favorito, Cardón, la refinería que el manejó por algunos años. En 1977 fui enviado a remplazarlo por unos meses, ya que era necesario enviarlo a la petroquímica. Esta empresa acababa de ser adscrita a PDVSA y tenía unos 4000 empleados cuando realmente necesitaba unos 1500. Cornieles fue allá y en breve tiempo, acompañado de otros grandes gerentes, la limpió y reorganizó. Cuando me dejó en la refinería me dijo: “Mira, Coronel. No te metas con las plantas que tú no sabes nada de eso. La refinería marcha muy bien”. Como, en efecto, yo no sabía nada de eso, le dejé el manejo técnico de la refinería a Leo Wilthew, Luis Hernández y Leopoldo Aguerrevere, entre otros, quienes eran los expertos y me dediqué a embellecer la refinería, a sembrar árboles y a visitar a cada empleado en su trabajo.     

La última vez que vi a Ramón fue hace unos 17 años. Me lo encontré en un avión regresando a Maiquetía desde Maracaibo. Me ofreció una colita a Caracas en su auto, un antiguo artefacto cuyos parabrisas no funcionaban. Lo supe cuando nos  cayó un aguacero en la autopista y tuve que servir de limpia parabrisas humano, con medio cuerpo fuera del auto. Al llegar a Caracas, el auto se  apagó en la autopista y, ¿quién tuvo que empujar? El suscrito.

Cuando arrancamos de nuevo, Ramón me preguntó: “Nos tomamos unas cervezas en Plaza Venezuela”?  Y yo le dije: “Lo que yo voy a tomar es un taxi para la casa, Ramón”. Y Ramón me miró con sus ojos llenos de picardía y se sonrió a carcajadas.

Casi hasta el final de su vida mantuvo una incesante actividad intelectual por Internet. Ramón Cornieles fue gran ejemplo de buena ciudadanía venezolana. Alberto Quirós escribió en El Nacional, en 2014, que Cornieles le había narrado dos cuentos que ilustraban su optimismo y bien humor. Uno se refería a un prisionero que le había ofrecido a su captor, un sultán persa, enseñar a su caballo a volar en un año, a fin de posponer su ejecución. Cuando el compañero de celda le dijo que había prometido un imposible, el prisionero dijo: “En un año el sultán puede morirse, yo puedo morirme y, quien sabe, a lo mejor el caballo aprende”. El otro se refería al Cigarrón, el cual vuela en contra de todas las leyes de la aerodinámica contenidas en los libros. Ramón decía que ello se debía a que el cigarrón no sabía leer.   

Ramón Enrique Cornieles fue un trujillano de excepción. De él dijo Alberto Quirós en el artículo que menciono, publicado en 2014: “Ramón siempre demostró con el ejemplo que no hay incompatibilidad en saber mandar y saber obedecer y entender cómo se siente un jefe o un subordinado. Por eso, a sus 90 años ha recibido numerosos reconocimientos de sus compañeros de trabajo y de muchos para quienes es solo una referencia”.

Para nuestro querido compañero de Shell/Maraven/PDVSA de muchos años, nuestro emocionado recuerdo.

Ver también: http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2014/05/ramon-cornieles.html y

http://www.el-nacional.com/noticias/opinion/ramon-cornieles_103933

 

Eduardo J. Betancourt

A la memoria de Ramón Cornieles

 La muerte de un amigo siempre es un momento de reflexión, especialmente cuando se trata de una figura como la de Ramón, que para muchos de nosotros sirvió como modelo de superación, de gerencia honesta y de calidad humana. Lo conocí apenas comenzando a trabajar con la Shell, en 1964. Acababa de cumplir los 21 años y estaba iniciando mi carrera profesional, con esa mezcla de temor y ambición que proporciona la juventud. Para ese entonces Ramón era Gerente del Terminal de Puerto Miranda. Durante el programa de inducción nos tocó entrevistarnos con él, a Luis Eduardo Paul, Francisco Layrisse y a mí. Los tres habíamos estudiado en la Universidad Central, habíamos hecho juntos nuestra tesis de grado y habíamos decidido trabajar en la industria petrolera. En esa entrevista, además de explicarnos cómo funcionaba el terminal y como era la vida en la Shell, Ramón nos hizo una pregunta: ¿A qué puesto quieren llegar ustedes en esta empresa? Sin titubear le respondimos: a gerentes. Él se sonrió y nos dijo: eso es porque ustedes solamente están viendo el lado bueno de la gerencia, pero les voy a decir el malo: muchas veces un gerente tiene que despedir trabajadores, y cuando lo hace debe estar consciente de que está despidiendo a un padre de familia, cuyo sustento proviene de ese trabajo.

En efecto, para ese entonces las empresas trasnacionales sabían que en menos de 20 años se extinguirían las concesiones y habían decidido maximizar sus ganancias y minimizar sus costos. De esta manera, la industria petrolera venezolana pasó de unos 48,000 trabajadores en 1958, a cerca de 23,000 trabajadores para el momento de la nacionalización (o estatización, para que no se ponga bravo mi amigo Horacio Medina). Paradójicamente, los profesionales sentíamos una gran estabilidad laboral, ya que la estrategia de la empresa era la retención del talento, ligado al negocio medular, y la eliminación de las funciones de apoyo no indispensables.

Esas palabras de Ramón tuvieron una gran repercusión en mi vida profesional futura y tal vez me motivaron a dos cosas: la primera, a pensar como planificar las organizaciones para que estas cosas no ocurrieran, o al menos se minimizaran, y la segunda, a considerar el lado humano de la relación de trabajo, especialmente cuando se trata de despidos.

Otra gran enseñanza me la proporcionó después que él se había jubilado. Para ese entonces estábamos organizando, en una filial, un curso especial que se les daba a los empleados que estaban ya en edad de jubilación, con el fin de prepararlos para ese cambio de vida. Las estadísticas de aquel entonces indicaban una gran tasa de mortalidad a los cinco años del retiro. Creíamos que sí preparábamos a las personas para afrontar ese cambio, podrían tener un incremento en su esperanza de vida. En este caso, el curso era especial, ya que las personas que se iban a jubilar eran de la nómina ejecutiva. Por ese motivo decidimos entrevistar a ejecutivos jubilados y pedirles que le dieran su mejor consejo a los que pronto estarían en esa situación.

Cuando hablé con Ramón, de nuevo se sonrió y me dijo, con picardía, te voy a responder honestamente, pero sé que no vas a poder publicar mi consejo. “Lo que yo le recomendaría, es lo que yo hice: tener una hija después de jubilado. Ese es mi mayor de incentivo para vivir, pues hasta que yo no la vea graduada y encaminada en la vida, no me pienso morir”. Efectivamente, tuve que cambiar un poco el mensaje y traducirlo como: “El mejor consejo que da Ramón es tener un incentivo superior al trabajo, después de jubilarse, para sentir que la vida vale la pena vivirla”.

Después de solicitar mi jubilación prematura de PDVSA, en el año de 1999, debido al cambio nada favorable que estaba ocurriendo, comenzamos a vernos más. Frecuentemente nos desayunábamos en un restaurant, en un centro comercial en Alto Prado, donde disfrutaba extraordinariamente oyéndole sus experiencias y preguntándole cómo tomó decisiones en los momentos difíciles de su carrera. Fue un profesional exitoso, que comenzó a trabajar con la Shell en puestos muy bajos y su deseo de superación lo llevó a realizar sus estudios y escalar las diversas posiciones, hasta llegar a la cumbre. En una ocasión me comentó: no estudié por accidente, ni por suerte. Todo lo que hice, primero lo planifique y después lo lleve a cabo. Yo creo en la importancia de la planificación. Una vez retirado continuó con su actividad intelectual, escribiendo y trasmitiendo sus experiencias, siendo un modelo para muchos de nosotros. Hoy queremos hacer llegar este sencillo tributo a su esposa, a su hija, y todos sus descendientes, y desear para Ramón una vida eterna y que Dios lo tenga en su gloria.

 

Héctor Partidas

Triste noticia para empezar un dìa. Tuve el honor de conocerlo y compartir con èl en varias oportunidades.

Me permito anexar lo que es posible la ùltima foto que he visto de Don Ramòn y una anécdota que escribì el año pasado sobre èl.

De còmo Don Ramòn (sin saberlo) me salvò de una guardia en Suabeadura
Corrìan los primeros meses de 1964 y en mi entrenamiento como ETI en Operaciones Tierra tenía que pasar por sopotocientos departamentos. Casi todos me gustaban. Casi. Pero hubo dos que desde el primer dìa los odiè. Perforaciòn era uno pero ya lo había pasado en Diciembre del 63. Pero desde Enero había entrado por tres meses a Suabeadura. Guardia de dia, tarde y noche. La genial idea de Mr. Schoonevelt (creo que se espelea asì) era que sacaban a un trabajador de la guardia y nosotros asumìamos sus funciones. Tanto estudiar y echarme las 144 horas semanales en la ETI de Caracas por 6 años para venir a caer aquí, pensaba yo. 3 veces al dìa. Yo, que había entrado directo en Deshidrataciòn con mi compinche Sepùlveda probando unas químicas para el crudo Laguna 11 en el TDN. Y hasta camioneta me habían dado. Y hasta había hecho un esquema tridimensional del sistema de manejo de crudo del TDN. Y hasta nos habían felicitado. Y después, Perforaciòn por un mes (que me pareció un año) y ahora Suabeadura bajo la recia e implacable tutela de Leòn Aular (QEPD) quien no me daba ni un ratico de descanso. Pero, a los inocentes los protege Dios. Un Domingo por allì por Febrero o Marzo, no recuerdo bien, Dios tocò a mi puerta en la corpulenta figura de Carlos Martìnez (no confundir con el otro) que me dijo que ese dìa le hacían una despedida al compadre Ramòn Cornieles en Bachaquero y que estábamos invitados. Ese dìa me tocaba guardia de tarde en la Màquina 7 (la que mandaban a los pozos màs antipáticos) y se me prendió el bombillo. Raudo y veloz salì corriendo (ni siquiera tenía carro) para Florida Pequeña donde vivía Leòn. Cada vez que me tocaba hablar con Leòn yo me encogía como una alfandoque que se està enfriando según lo había visto cuando mamà los hacìa para la venta. Despuès de pensarlo y repensarlo como 5 minutos me armè de valor y toquè la puerta pero listo para una retirada honrosa si era el caso. Hablamos de un domingo a las 10 de la mañana. Se abrió la puerta y apareció Leòn. Hacìa honor a su nombre. No es que tuviera melena, pero a uno se le aflojaban las càpsulas. Buenos días Sr. Aular. Què quereis? Sr. Aular, resulta y acontece que el Sr. Carlos Martìnez me ha invitado a una despedida de Don Ramòn Cornieles en Bachaquero esta tarde y como tengo guardia, querìa saber si me daba permiso ya que admiro mucho a Don Ramòn. Vos lo conoceìs? No, Sr Aular. Y por què lo admiráis mucho? Porque me han dicho que es muy bueno. (Eso lo inventè yo). Despuès de crujir los dientes (crunch, crunch, crunch) por una eternidad, me dijo: Bueno, andà vete y yo arreglo el reemplazo. Me saludáis a Don Ramòn. 
Y por eso es que he admirado a Don Ramòn ya que sin conocerme me salvò de una odiada guardia en Suabeadura. Gracias Don Ramòn. La última vez que lo vì fue en uno de los cafecitos a los que invitaba Bicelis en Maracaibo, antes de salir definitivamente de mi tierra. Y hace poco escribì alguito por sus 95 años. Como el Johnnie Walker pues. Que cumpla muchos màs.

 

José Álvarez-Cornett

Por un post de Cecilia Hernández me he enterado del fallecimiento del ingeniero Don Ramón Cornieles quien creo debía tener cerca de 95 años. Don Ramón fue gerente de Puerto Miranda y de la Refinería de Cardón, trabajó en la industria desde los tiempos de la Shell. También fue Director de Maraven. 

Don Ramón hasta hace no mucho se mantuvo activo participando en grupos de trabajo y dictando charlas como Aspectos Destacados de las Operaciones en Venezuela de la Royal Dutch Shell en el periodo 1912-1975 (publicada en 2011 en la revista GEOS, Revista Venezolana de Ciencias de la Tierra, Diciembre y dictada en el 2013 en el marco del Centenario de la Industria Petrolera la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Petróleo (SVIP)).

Yo no lo conocí personalmente pero mantuvimos hasta hace un par de años una correspondencia electrónica sobre un tema de investigación en el que trabajo: la tecnología petrolera desarrollada en Venezuela y, en especial, en Maraven (un tema que no he podido continuar trabajando y lo tengo detenido porque la situación del país no me permite trabajar como se debe).

Gustavo Coronel hace unos años escribió algunas anécdotas sobre él. http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2014/05/ramon-cornieles.html

Me entristece mucho su partida. Ramón Cornieles nació Edo. Trujillo y surgió desde abajo por el sistema meritocrático de la industria petrolera. Él se graduó de Técnico Mecánico en la Escuela Técnica Industrial de Caracas (ETI) y posteriormente de Ingeniero Mecánico en la Universidad de Toledo en Ohio, USA. Presto servicios para la Shell durante 27 años y 10 para la industria nacionalizada. Entre las posiciones que ocupó destacan. Director de Refinación y de Exploración y Producción para Maraven, Director de Operaciones para Pequiven y Presidente de Bariven.

 

Sergio Sáez

 Lamento mucho la muerte de Ramón, gran ejemplo no solo de trabajo, sino de amistad.

Le conocí en IVP cuando llegó de avanzada con José Mavares  para la adscripción de IVP  a PDVSA, bajo PEQUIVEN como empresa Filial. Acepté a su solicitud de colaborar con Macklin Black, para ese entonces Gerente del Complejo Morón en un proceso de “limpieza” de funcionarios corruptos, contando con la oportuna ayuda del Dr Soto Montero. Los resultados del mismo fueron agradecidos y reconocidos por Ramón, Macklin y José. Lamenté de veras no haberle aceptado la oferta de pasar un tiempo en la Refinería de Cardón con Gustavo Coronel y el valioso equipo de esa refinería. 

Ya retirados me invitó a incorporarme en la creación del Grupo Caracas para la defensa de nuestros derechos como Jubilados de PDVSA y sus Filiales.

Como anécdota recuerdo la solicitud que me hiciese de llevarlo a su casa después de una reunión del Grupo Caracas, previa la invitación de comernos unas cachapas en una “taguarita“ frecuentaba en El Hatillo. No solo disfrutamos las suculentas cachapas, sino que me recomendó le llevase una a mi esposa. Gesto que me pareció muy propio de su personalidad. La sorpresa fue que para el momento de pagar la cuenta su tarjeta de consumo y la TEA de PDVSA estaban en “cero”. Menos mal que soy poco gastador y pude cubrir la “invitación”.

Hago votos por que Dios lo tenga dentro de los elegidos por sus grandes dotes de Honestidad y de Buen Ciudadano. Como me lo demostró con su gran y sincera amistad. Me enorgullezco como él de nuestro gentilicio trujillano, pues nací en El Batatal.