Nuevo paradigma energético

Por Luis Xavier Grisanti


 

 Han transcurrido seis años desde la publicación del libro Venezuela: ilusión, realidad o ficción, editado por la Fundación Venezuela Positiva bajo la presidencia del Dr. Heraclio Atencio Bello. El libro contiene ensayos de varios autores venezolanos acerca de los complejos desafíos del desarrollo nacional y sus soluciones.

 

Nos correspondió escribir el ensayo Nuevo paradigma energético. Nuestro trabajo intentaba explicar en 2014 cómo la Revolución Tecnológica – la III y la IV Revolución Industrial – de fines del siglo XX y principios del XXI, ha abarcado también a la industria energética y petrolera mundial, como consecuencia del efecto expansivo de la oferta de energía y el impacto contractivo de la demanda, luego de la descomunal bonanza de precios 2003-2014. Las tendencias transformadoras que entonces advertíamos se han afirmado y continúan profundizándose de cara a la tercera década del siglo XXI; todas acentuadas por los cambios en los patrones de producción y consumo derivados de la pandemia del coronavirus.

Los subcapítulos del trabajo se refieren al cambio de época que entonces se venía ya manifestando en la industria energética global por las nuevas tecnologías y las innovaciones científicas, las cuales apuntaban (apuntan) hacia una economía verde y descarbonizada, aun cuando la mayoría de los pronósticos prevén la preminencia de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural) en la matriz energética mundial por dos o tres décadas más (con una constante contracción de la participación del carbón y el petróleo y un aumento de la del gas natural).

Hoy día podemos comprender mejor cómo hemos llegado a la actual situación del mercado energético y petrolero mundial. Las advertencias de entonces, que ahora reiteramos, plantean retos transcendentales para los Petro-Estados que, como Venezuela, padecen la Enfermedad Holandesa y la Maldición de los Recursos o Paradoja de la Abundancia, en medio de una industria global cuyas transformaciones tecnológicas y científicas no se detendrán, sino que se acelerarán.

Y nosotros los venezolanos, cuando el mundo se inserta en la sociedad del conocimiento y en la III y la IV Revolución Industrial (la robótica, la inteligencia artificial, los vehículos autónomos, el internet de las cosas, la impresión en 3D, etc.), seguimos con nuestro atavismo rentístico, creyendo que el tener “las reservas petroleras más grandes del mundo,” nos va a sacar del atraso y el subdesarrollo.

No se trata de descartar la utilización eficiente y racional de nuestros recursos de hidrocarburos para apuntalar el crecimiento y el desarrollo socioeconómico del país, sino de despojarnos del extractivismo histórico y fiscalista, e insertarnos dentro de una estrategia integral de desarrollo sustentable no rentístico (como lo hizo Noruega, por ejemplo y la propia Holanda, que pudo superar su dolencia).

@lxgrisanti