La verdadera lealtad es a los valores de rango universal

Por Gustavo Coronel


 

Gustavo Coronel, geólogo venezolano

Hace algunos años hice saber en mi blog que había obtenido la ciudadanía estadounidense y que, por ello, tenía desde ese momento una doble ciudadanía, la venezolana y la estadounidense. Recibí muchas felicitaciones pero un lector, en tono indignado, me advirtió que la dualidad de ciudadanía me llevaría a la deslealtad y a la traición a la patria. Era imposible, me decía, ser leal a un país y al otro, sobre todo en un caso hipotético de irreconciliable antagonismo entre ellos.

Nunca respondí en detalle a este lector pero hoy veo un caso concreto que me anima a hacerlo. Es el caso del Teniente Coronel Alexander Vindman, el Director de Asuntos Europeos del Consejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, héroe de guerra, condecorado con el Purple Heart por ser herido en acción en Irak. El Teniente Coronel Vindman fue a declarar bajo juramento al Congreso de los Estados Unidos en el proceso de Juicio Político que se le sigue al presidente Donald Trump y allí dijo, entre varias otras cosas, que él tenía conocimiento directo de que había existido una exigencia a Ucrania por parte del ejecutivo estadounidense, es decir el Presidente Trump y algunos de sus colaboradores, para que Ucrania investigara al candidato presidencial demócrata y a su hijo por corrupción y que, en caso de que ello no se hiciera, no habría invitación a la Casa Banca para el presidente de ese país ni se le facilitarían los dineros de ayuda que ya aprobados.

Este pedimento del Presidente Trump denunciado por Vindman sería la prueba de lo que se ha dado en llamar el QUID PRO QUO, es decir, si quieres que te dé, dame como contraprestación lo que te estoy pidiendo. 

De ser así ello representaría una grave violación a la constitución por parte del poder ejecutivo estadounidense. Estas gravísimas declaraciones de Vindman fueron respondidas por el Presidente Trump y por algunos de los congresistas del partido republicano  (otros lo defendieron) con duros ataques. El Presidente Trump acusó a Vindman de “ser desleal a la presidencia”. Algunos congresistas republicanos, por su parte,  pusieron en duda el patriotismo de Vindman, quien nació en Ucrania y emigró a USA de niño, acusando a  Vindman de anteponer los intereses de Ucrania a los intereses de los Estados Unidos.

Considero las acusaciones en contra de Vindman trágicas y absurdas y ello me lleva a explicar mi propia postura en relación con este tema:

  1. En  mi universo ético no existe tal dilema entre patriotismo y doble nacionalidad porque mi lealtad es hacia valores y principios de rango universal. Si bien es cierto que existen legítimas lealtades de naturaleza familiar, de amistad, gremiales o políticas, estas lealtades son – en mi mundo ético – claramente secundarias a mi lealtad hacia principios y valores que deben caracterizar al ser humano civilizado, los cuales  necesariamente trascienden fronteras políticas o tribales
  2. En primer lugar, consideraría que no existe dilema alguno sobre cualquiera situación que no fuera entre dos países sino entre dos gobiernos o entre líderes de ambos países. Por ejemplo, en una situación de conflicto entre el gobierno de los Estados Unidos y el régimen de Nicolás Maduro, como el que claramente existe hoy, no dudo en ponerme al lado del gobierno de los Estados Unidos
  3. En segundo lugar, y esto es fundamental en mi universo ético,  si se tratara de algo más profundo, de una posición antagónica sobre asuntos que involucran principios y valores que atesoro, me pondría al lado de esos valores y principios, no importa cuál sea el país involucrado. Yo no podría, en conciencia, estar al lado de mi país de nacimiento si llegara a adoptar una posición reñida con valores y principios que tienen, para mí, un rango universal, claramente supra nacional. Por la misma razón, no podría ponerme al lado de mi país adoptivo si estuviera de espaldas a esos principios y valores.  No creo en aquello de “mi país con razón o sin ella”, postura absurda que ha llevado a la humanidad, con excesiva frecuencia, a la guerra y a la muerte. No podría arroparme con una bandera que adopta posturas violatorias de mis principios éticos.
  4. En consecuencia no puede existir un dilema para mí entre uno u otro país, como tampoco puede existir un dilema entre elegir entre lealtad automática a una u otra persona. Si alguien de mi familia actúa incorrectamente yo no podría desconocer mi relación familiar, mis afectos no desaparecerían, pero no me convertiría en su cómplice. La lealtad suprema de un hombre honesto no puede ser acrítica, como muchos tenderían a pensar, sino que dependerá de donde está la verdad y la razón ética.
  5. A pesar de que todos profesamos ser leales a principios y valores universales son muchos quienes subordinan esos principios y valores a un sentido equivocado de patriotismo. Patriotismo es querer al país donde se nació y donde se ha vivido, en los días felices y en los días difíciles, amar su geografía y su gente pero no puede ser negar la existencia de sus defectos, perdonar a priori sus crímenes, solidarizarse con sus errores  o cerrar los ojos ante sus posturas violatorias de valores y principios de rango universal.

Nunca es tarde para clarificar nuestras posturas en la vida. Así siempre he sentido y así sentiré hasta el final. Somos leales a nuestros principios y valores de rango universal.

 

Publicado por Gustavo Coronel