La fiebre del oro negro

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Jorge Zajia

Jorge Zajia | Editor in Chief

El petróleo es una fuente de energía asequible, disponible, confiable y sostenible. Un precio bajo durante un largo período, extenderá su futuro.” Esta frase sintetiza la intervención de Scott W. Tinker, un notable geólogo texano, Director del Bureau of Economic Geology, en la conferencia que dictó durante la Sesión de Apertura de la SPE 2015 ATCE, en plena crisis del colapso del precio del petróleo.

Ante el calificado auditorio de expertos de la comunidad petrolera mundial, que en aquel momento disertaban sobre los desafíos que enfrentaba el negocio de los hidrocarburos, Scott trató de tranquilizarlos diciéndoles, con seguridad y sin complejos, que muy a pesar de la crisis actual, esta se va a superar y la industria va a resurgir mucho más fuerte en virtud de la importancia y preeminencia que tienen los combustibles fósiles en la economía mundial. “Sostengo -dijo sin que le temblara la voz-que la energía es la mayor industria del planeta y es la que sustenta todo lo demás”.

La realidad nos ha enseñado que realizar pronósticos sobre el futuro del petróleo es una tarea muy difícil, ya que la mayoría de las veces esas predicciones caen en el territorio incierto de la especulación, porque responden más a un deseo de cómo queremos que sea la situación, más que un análisis frío y objetivo de los factores que la determinan.

En el 2014 nadie predijo -ni siquiera se sospechó-, que el precio del crudo iba a caer a los niveles de pánico que cayó; embriagados como estaban entonces los modernos “mineros”, en la efervescencia de precios altos –exageradamente altos, pensábamos nosotros-, del valioso energético. Ese escenario de precios altos de la principal fuente de energía de la humanidad, presionó hacia el alza toda la economía mundial y todo subió de precio al ritmo que le impuso el valor del crudo. A pesar de ello, todavía hay quienes están “deshojando la margarita”, con el deseo y a la espera que el precio vuelva a subir a los niveles que se registraron en el pasado no muy lejano.

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El impacto inicial de la caída del precio fue muy fuerte y sus consecuencias se hicieron sentir donde más duele, que fue en el despido masivo de personas a todos los niveles de la industria, afectando mayormente a aquellos que ocupaban posiciones de buen nivel y devengaban los sueldos más altos. Otro impacto fue en las inversiones en exploración, al punto que hoy en día hay una necesidad imperiosa de realizar grandes descubrimientos de petróleo y gas, para compensar la merma de sus reservas.

La producción de petróleo, al contrario, se ha ido incrementando año tras año a su ritmo histórico y ya, anticipándose a los pronósticos, superó los 100 MMBPD y su precio también se ha recuperado antes de lo previsto en los estimados más optimistas y ha coqueteado con el límite sicológico de los 100 $/Bbl, si bien los expertos -y el mundo así lo requiere-, se debe estabilizar en los 80$/Bbl hasta más allá del primer semestre del 2019.

La fiebre del petróleo ha sido muy fuerte desde los inicios mismos del siglo pasado y en este siglo XXI se avizora que esta fiebre va a seguir subiendo de temperatura, en función del crecimiento vegetativo de la población mundial y al resurgimiento de los mercados emergentes, cuya demanda de energía será de gran magnitud. Es innegable que en ese escenario el petróleo y el gas natural continuaran siendo la fuente de energía dominante, gracias a su maleabilidad y su gran poder energético; sumado a su abundancia, seguridad y bajo costo.

Un enemigo latente del consumo de petróleo con fines energéticos es el tema del calentamiento global, lo cual es una realidad que hay que enfrentar con decisión. El control de las emisiones de dióxido de carbón es un asunto que se va a solucionar en base al desarrollo tecnológico; mientras tanto, una forma relativamente barata para controlar la saturación de CO2 en la atmósfera es mediante la siembra masiva de árboles en todo el planeta, lo cual es sería una tarea, además, de gran impacto social y económico que todos los agentes involucrados en la explotación de los hidrocarburos debemos emprender hoy mismo.

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