La era del petróleo no ha terminado

(Publicado en Petroleum 312/Enero 2016)


 

Jorge Zajia

Jorge Zajia Editor in Chief

La gran noticia petrolera del 2015 fue que Estados Unidos levantó las restricciones a sus exportaciones de crudo y a partir del primer día de este año (2016) empezará a enviar petróleo al exterior. Este hecho produjo sorpresas, pues nadie llegó a imaginar que sucedería tan rápido; pero hoy el gigante del norte es el mayor productor del aceite de roca del mundo con un promedio diario en el 2014 de 13.973 KBbls, por encima de Arabia Saudita y Rusia que el año pasado registraron un promedio de 11.624.000 y 10.853.000 barriles de petróleo por día.

Los otros grandes productores del preciado carburante para el mismo 2014, en América, son Canadá 4.383 KBPD; Brasil 2.950; México 2.812; Venezuela 2.689; Colombia 1.016; Argentina 715; Ecuador 557; Perú 180 y Trinidad y Tobago 116 miles de barriles diarios de petróleo equivalente. Por su parte, la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP continúa aumentando su producción, reportando un volumen de 31.17 MMBPD el mes pasado (Dic 2015) –su máximo nivel en siete años.

Este comportamiento de la producción de hidrocarburos significa que los precios continuarán bajando hasta estabilizarse en un nivel que todavía nadie lo sabe; aunque si se sospecha que llegar a los niveles deseados de 80 a 100 $/Bbl es una quimera, un sueño. Al cierre de esta edición, el 18 de Diciembre del 2015, el precio del barril del crudo marcador WTI (West Texas Intermediate) para entrega en Enero 2016, se ubicó en $35.52 en el New York Mercantile Exchange, Nymex. Para ratificar este escenario de la dramática situación de los precios, la cesta venezolana –un importante productor de talla mundial-, cayó a menos de 30 $/Bbl. Algunos análisis indican que el piso del precio del crudo va a situarse en los 20 $/Bbl.

El desarrollo de los acontecimientos es tan violento que nadie atina un pronóstico sobre el futuro del petróleo. Los más radicales aseguran que ya se acabó la era del petróleo y parodian la célebre frase puesta de moda por el no menos célebre ministro de petróleo de Arabia Saudita, el Jeque Yamani: “La edad de piedra no se terminó por que se acabaron las piedras” y apoyados más en un deseo que en un análisis objetivo de la realidad, pregonan a los cuatro vientos que estamos frente a un nuevo mundo y que a medida que los precios sigan bajando colapsarán las economías de los ricos estados del Golfo, encabezados por Arabia Saudita y que esta crisis arrastrará a Rusia a la bancarrota.

La lógica elemental apunta en otra dirección –y nuestros deseos también-. Esas afirmaciones responden a una situación sociopolítica y religiosa y no a lo que el sano juicio y el sentido común indican y es que, lejos de terminarse, la verdadera era del petróleo está en sus albores, partiendo de la premisa universal aceptada mayoritariamente, que el petróleo es con mucho el energético por excelencia –el mejor- de todos cuantos existen.

La era del petróleo no se va a terminar mientras exista un barril de petróleo en el subsuelo de la corteza terrestre y lo que va a suceder –aunque se tome un tiempo más-, es que el consumo del hidrocarburo se va a disparar gracias a su bajo precio, accesible para la gran mayoría de los países. Quienes tiene que estar preocupados de su futuro son los productores del carbón mineral y vegetal; así como quienes han puesto sus esperanzas y su dinero en el desarrollo de las llamadas fuentes alternas, algunas de ellas renovables.

Insistimos en el tema de la contaminación que produce la quema de los combustibles fósiles y el calentamiento y que la solución es un asunto de tecnología que también la humanidad va a desarrollar; pero mientras ello ocurre, la propia industria petrolera mundial se debe embarcar en una campaña de arborización masiva, que minimice y hasta radique este fenómeno que realmente es una amenaza para el futuro desenvolvimiento armónico de la vida sobre el planeta.

Los petroleros del mundo no tenemos más alternativa que la de encarar el porvenir con optimismo, inteligencia y creatividad, porque ya se sabe a ciencia cierta que las fuentes del preciado aceite de piedra descubiertas y por descubrir, existen en abundancia y que es cuestión de ajustar los costos de producción para adaptarlos a la nueva realidad del desarrollo económico del planeta.