 Reinaldo Quintero Comenzado un nuevo año, y transcurridos tres años desde la implantación de las medidas restrictivas contra el Estado venezolano, nuestro gremio, la Cámara Petrolera de Venezuela (CPV), es frecuentemente consultado sobre el impacto de estas medidas en la operación petrolera venezolana, y por ende, en la economía nacional.
En primer lugar, la industria de los hidrocarburos en Venezuela está consolidada y desarrollada a través de una cadena de valor que se compone por: aguas arriba, exploración y producción; corrientes medias, refinación y aguas abajo petroquímica, refinación, comercialización y distribución, tanto en mercado interno como en exportación.
Se puede concluir que dichas medidas impactan las actividades a lo largo de toda la cadena de valor, y limitan especialmente tres aspectos primordiales para el desempeño de la industria:
Procura de bienes y servicios requeridos. Esto impide el acceso a recursos físicos que incluyen equipamientos, repuestos, químicos, diluyentes, tecnologías y servicios de operadores e ingeniería.
Fuentes y vías financieras. Lo que restringe el acceso no solo a los servicios de la banca internacional, sino también a los recursos propios requeridos por el flujo de caja de la industria. Además, se ven afectadas también las fuentes de financiamiento que permiten realizar proyectos nuevos y proyectos de mantenimiento necesarios para mantener la operación.
Mercados internacionales. Nuestra industria se construyó como un conglomerado que podría abarcar demanda de Norte América y parte de Europa Occidental. Hoy, debido a que se presenta la necesidad de transportar la producción a mercados alternos, como los asiáticos, se perciben costos asociados a la distancia, que incluyen incrementos en el precio de fletes, mezclas y servicios asociados.
Numéricamente, la procura de los bienes y equipos requeridos se hace más costosa en factores que llegan a ser seis y siete veces los costos originales. En cuanto a los servicios financieros, el incremento es de hasta un 30% en las tasas de interés regulares. Y, finalmente, para sumar a todo lo anterior, se necesita lograr un acceso competitivo a los mercados asiáticos, que es posible a través de altos descuentos sobre el precio de referencia Brent (-22 $/barril ). Lo que se traduce a la dieta venezolana en -$17 por cada barril vendido. Es decir, para un volumen de exportación de 600.000 BD implica una merma para el País de diez millones doscientos mil dólares ($10.200.000,00) por día.
Adicionalmente a lo anterior, existen altos costos operativos por las adaptaciones a las tecnologías alternas que se requieren para continuar operando.
Las empresas agremiadas a la CPV y asociaciones hermanas, abogamos por la racionalización de estas medidas y, a la vez, atendiendo el carácter humanitario de sus consecuencias, también hemos llevado propuestas para mejorar los factores internos que están en nuestras manos y que como venezolanos podemos ajustar a fin de incluir los recursos locales disponibles. También, es necesario llevar a cabo la agenda legislativa para las modificaciones requeridas, reinsertando el factor confianza entre el sector público y privado. Así, nos podremos liberar de las autosanciones y con ello lograr una mayor y mejor recuperación aun dentro de las circunstancias impuestas.
Una vez más, la Cámara Petrolera de Venezuela, reafirma su voluntad de contribuir en los proyectos que tengan como objetivo reimpulsar nuestra industria petrolera nacional, a través de las capacidades de sus empresas afiliadas, de la experiencia de nuestro gremio y de la confianza. Con la participación efectiva, responsable y oportuna de todos los factores y actores, aquí y ahora disponibles, se puede construir el futuro de la industria de los hidrocarburos de nuestro país. |
