El petróleo barato


 

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Jorge Zajia

Jorge Zajia | Editor in Chief

José Chinquinquirá “Chinco” Ferrer, el primer día de clase de nuestro curso de Recuperación Secundaria, 1970, en la Escuela de Petróleos  de la Universidad del Zulia, nos recibió con una frase sencilla, pero que encerraba la esencia del valor de los hidrocarburos como principal fuente de energía con que cuenta la humanidad: “Sólo el agua es más barata que el petróleo”. Y de eso trataba su materia, de aprender a aplicar una serie de métodos y técnicas para obtener el máximo recobro del petróleo original en el yacimiento, para que el preciado carburante sea una fuente de energía abundante, segura y, sobre todo, barata.

 En ese momento, a ninguno de nosotros -bisoños aspirantes al título de Ingenieros de Petróleos-, se nos ocurría imaginarnos que medio siglo después la humanidad se está preparando para afrontar la inminencia de una crisis de escasez de agua, en medio de una abundancia de petróleo donde la oferta supera la demanda; o sea que se han invertido los roles y ahora el petróleo es más barato que el agua, en virtud de su abundancia y al desarrollo de la tecnología para su explotación.

La idea de un conflicto mundial por el control de las fuentes de hidrocarburos, ha ido perdiendo espacios y a lo que se teme, y más bien se pronostica, es a una guerra mundial por el acceso a las fuentes de agua potable, en virtud de la carencia del vital líquido que sufre una parte importante y cada vez más numerosa de los habitantes del planeta.

Simplificando, se puede enunciar que los tres elementos naturales que motorizan al mundo son el aire, el agua y la energía, representada ésta por el petróleo como su máximo exponente. Los países más desarrollados están librando una guerra sin cuartel, a muerte, sin tener la certeza de triunfar, para conservar limpio y puro el aire que respiramos.

El petróleo, a pesar de los cambios estructurales que minimizan el rol estelar que venía jugando, será por muchas décadas más la moneda de intercambio que mueve la economía mundial. Aunque parezca paradójico -pero así es-, si el petróleo sube de precio a todo el mundo le va bien, pero cuando baja, todos los sectores sufren sus efectos negativos y, como suelen decir con nostalgia por los buenos tiempos del pasado, los petroleros texanos “…hasta el barbero de la cuadra ve mermar sus ingresos, porque le baja la clientela”.

Hay quienes sostienen y defienden la tesis, desde una cultivada perspectiva positiva, que el desplome del precio del crudo debería re potenciar el crecimiento de

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la economía, pero los hechos reales lo que muestran es el impacto negativo en todos los sectores, que genera grandes dificultades a la estabilidad financiera y a la tranquilidad de las naciones.

Mas allá de las explicaciones y justificaciones de los expertos, hay ciertos detalles que se escapan de los análisis o no se evalúan en su exacta dimensión. Una caída de los precios del petróleo incide inmediatamente en el nivel de empleo y se tiene que dejar cesante a un número muy grandes de personas, lo que perturba toda la cadena de pagos y gastos de estas personas: deudas inmobiliarias, alquileres, vehículos y otras, escuelas y universidades de los hijos, gastos en diversiones …. Y hasta las visitas al barbero para cortarse el cabello, se reducen.

A esto hay que sumarle un aspecto muy importante y es que una baja abrupta de los precios, incide dramáticamente en los ingresos de las compañías operadoras y de servicios, lo que afecta la capacidad de pago de sus compromisos financieros, de unas empresas que de por si tienen grandes deudas por que este es un negocio intensivo en el requerimiento de capital.

La joven historia del petróleo muestra períodos de “vacas gordas” y tiempos de “vacas flacas”, que hasta ahora fueron producto de situaciones coyunturales, como consecuencia de los vaivenes de la política y la economía mundial. La situación de estos tiempos es diferente y tiene todas las características de ser un cambio estructural, que obliga a cambiar radicalmente la forma de hacer negocios en esta industria energética, minimizando los gastos innecesarios, para ajustarse a las características y necesidades de un negocio de minería, donde lo único que cambió fue el burrito, el pico y la batea, por el mini jet, la laptop y el celular, pero la esencia del negocio sigue siendo la misma.

En cualquier escenario, las naciones con petróleo todavía tienen un amplio espacio para mantenerse, desarrollarse y crecer en base a la explotación de su recurso, que tienen un horizonte brillante.

Ese es el detalle que explica porque los ojos del mundo están puestos sobre Venezuela. Los experimentados tigres del negocio petrolero y de las finanzas mundiales saben a ciencia cierta que ese país tiene un recurso natural abundante y muy valioso, con el cual puede financiar su reconstrucción y convertirse en una de las naciones más prósperas de la Tierra. Sobran los ejemplos que muestran que esto será así …. Y muy pronto,

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