“El peso del pasado”

(Editorial publicado en Petroleum 313-Febrero, 2016)


 

Jorge Zajia

Jorge Zajia | Editor in Chief

En estos tiempos de cambios estructurales, radicales, donde todo parece perdido y los pronósticos de renombrados analistas -los grandes gurúes que predicen el futuro-, afirman que la era del petróleo ha terminado, tenemos que recogernos un tiempo para meditar y calibrar con sangre fría lo que le depara el futuro a esta fabulosa industria que ha sido parte integral de nuestras vidas, la que nos provee el pan de cada día, y que con nuestra ciencia provee la fuente de energía por excelencia con que cuenta la humanidad. Muy a pesar de lo que se señalan estos días de crisis, de contracción de las actividades y de los masivos despidos de personas que se han quedado sin trabajo, nosotros desde esta trinchera anunciamos que estamos en los albores de la real y verdadera era del petróleo y que son otras las fuentes de energía, como por ejemplo el carbón, las que verán reducir y desaparecer su participación en el cuadro de consumo energético del planeta.

Reconocemos –y lo estamos viviendo en carne propia-, que estos tiempos son duros y están incidiendo negativamente en toda la economía mundial y lejos de pretender ofrecer ideas para la solución de este asunto, que nadie las tiene, nos vamos a permitir presentarles una breve semblanza de la vida del Águila, con la pretensión de coadyuvar a que veamos las cosas desde un ángulo diferente, que exige grandes sacrificios, pero pleno de renovado vigor y optimismo, tan necesarios para seguir la marcha de vencedores de nuestras vidas y nuestro quehacer diario.

La historia, que transcribimos a continuación con algunos “toques” de redacción, nos las envió nuestro amigo y colega Simón Suárez, en vista de nuestra angustia por no tener un tema para este espacio, que fuese de interés mayoritario para nuestros fieles lectores:

Una vez más la Naturaleza nos muestra toda su sabiduría. Leamos por qué.

El Águila puede vivir hasta los 70 años, pero en la mitad de su vida sus uñas largas y flexibles no pueden agarrar a sus presas. Su pico largo y puntiagudo se curva. Sus plumas están envejecidas y pesadas y volar se le hace muy difícil. En ese punto de su vida tiene sólo dos opciones: morir o enfrentarse a un doloroso proceso de renovación, que consiste en acopiar fuerzas y volar hasta una montaña muy alta a recogerse. Allí golpea su pico contra la dura roca hasta arrancárselo y esperar pacientemente a que le nazca un nuevo pico, con el cual se arrancará las viejas plumas. Después golpea sus uñas contra las rocas hasta hacerlas desaparecer. Luego de esperar cinco largos y dolorosos meses, con su pico, sus uñas y su hermoso plumaje totalmente renovados, inicia un vuelo de renovación para vivir durante treinta años más, su segunda etapa, la más maravillosa de su existencia.

Hay un momento en nuestras vidas que debemos hacer un alto y enfrentar el doloroso y difícil proceso de renovación. Es una etapa en la cual tenemos que empezar el sacrificio de desprendernos de varias cosas y del peso del pasado, para poder ser libres y capaces de continuar volando, en un vuelo de victoria, desprendidos de recuerdos, anhelos, nostalgias, costumbres y viejos hábitos; libres del peso del pasado para poder aprovechar plenamente el valioso resultado que la renovación nos brinda.

Tenemos que tomar la decisión que habrá de determinar la altura y la grandeza de nosotros como seres humanos. Debemos ser determinantes en la vida para reconocer nuestra necesidad de un cambio radical, ya que vendrán diferentes desafíos que solo con nuestra fuerza renovada podremos enfrentar.

Un verdadero líder es aquel que descubre cuándo es el momento de renovación. Se arma de valor y determinación y comienza el proceso que lo llevará a la grandeza y a la excelencia.

El hombre y el Águila tienen muchas cosas en común. Representan lo mejor de la creación. Saquemos el Águila que hay en nosotros y renovémonos y alcancemos toda la grandeza y excelencia de lo que somos capaces.

Para eso fuimos creados. Para ser unos triunfadores.