El alto costo de la gasolina barata*

Por: Jorge Zajia | jzajia@petroleumag.com


 

Jorge Zajia

Jorge Zajia | Editor in Chief

El gobierno de Venezuela ha manifestado públicamente que en 2011 se debe reducir el consumo de combustible en unos 100.000 barriles diarios. Esto representa -en números redondos- casi 20% de los 600.000 bpd que ha señalado Pdvsa que se consumieron en 2010.

El Ministerio de Energía y Minas no ha dicho qué medidas va a instrumentar para lograr ese objetivo, pero se ha revelado que se aplicará un racionamiento al consumo de vehículos particulares y muy tímidamente se ha hablado de la posibilidad de subir los precios de los combustibles, que en Venezuela son de los más baratos del mundo. Según los números preliminares de Petróleos de Venezuela, en 2010 se registró un repunte, no sólo del consumo de gasolina, sino también del diesel y el fuel oil para las plantas de generación de electricidad.

Racionar el consumo de combustibles en el país petrolero por excelencia de América Latina y uno de los diez mayores productores de petróleo del mundo, luce contradictorio y desnuda la incapacidad para diseñar políticas coherentes y estructuradas que, a la par de propiciar un consumo racional y un precio justo de los combustibles, generen un mayor bienestar y calidad de vida, que bien se merece la Nación venezolana, en virtud de su formidable renta, producto de la explotación de un recurso que la naturaleza le ha prodigado con generosidad.

No hace falta hacer mayores análisis para darse cuenta que la solución al problema de fondo no es un racionamiento. Para ilustrar a los responsables de ejecutar las políticas y las acciones pertinentes, para tener éxito en la misión de reducir el consumo y aumentar los precios de los combustibles, queremos insistir en el hecho de que más allá del crecimiento del parque automotor venezolano y del consumo no racional, está la ya añeja y arraigada problemática del contrabando de extracción, lo cual es una realidad que conocen -y sufren- muy bien quienes habitan en las fronteras con Colombia, Brasil y el Mar Caribe.

Esta es la pista que deben seguir quienes tienen en sus manos la búsqueda de soluciones, para comenzar a enfocar su acción en el meollo del asunto y permitir que los venezolanos puedan disfrutar de sus combustibles sin racionamiento, como lo disfrutan otras naciones que no tienen reservas de petróleo y gas, y no por ello les faltan los preciados carburantes.

La solución a esta situación tan negativa para Venezuela no es sencilla. La diferencia abismal y dramática de los precios de los derivados del petróleo en uno y otro lado de las fronteras es un poderoso incentivo que estimula este delito.

A la hora de enfrentar esta situación con seriedad y firmeza, como debe ser, es ineludible revisar el tema del precio de los combustibles. Este es un punto complejo y profundo, pero se puede partir de la premisa de que los precios bajos no generan ni riqueza ni bienestar a un país. Venezuela es un ejemplo muy ilustrativo de este axioma. Entonces, por qué seguir deteniendo la sinceración del precio de la gasolina, o seguir manteniendo un subsidio que en realidad priva a la Nación de tener mayores ingresos para ser reinvertidos en beneficio de todos.

Hemos sostenido -y lo repetimos nuevamente-, que el aumento de los precios de los combustibles puede ser una formidable herramienta de desarrollo y progreso; pero ello debe ser producto de un estudio muy profundo que tome en cuenta todas las variables que influyen en una decisión de esta naturaleza.

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*Publicado en Petroleum 254/Marzo 2011