Diplomacia, acuerdo y acción

Reinaldo Quintero
Presidente de la Cámara Petrolera de Venezuela


 

Reinaldo Quintero
Presidente de la Cámara Petrolera de Venezuela

Sin que concluyera la guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia, iniciaron negociaciones a través de llamadas bilaterales, video conferencias y reuniones entre ministros de la OPEP y 20 naciones productoras G20, para finalmente lograr un acuerdo para contener el impacto adicional ocasionado por la pandemia COVID-19.

Desde el punto de vista expuesto por varios expertos petroleros a nivel mundial, se trató de una medida inédita ante tiempos inéditos. A pesar de los factores de distanciamiento y movilidad social, prevaleció la conciliación de intereses comunes.
El recorte acordado por 9.7 millones de barriles diarios, momentáneamente contuvo la abrupta caída del precio, y hubo una temporal recuperación donde el crudo marcador Brent se ubicó en 33.48 $/Barril.

No obstante a la pacificación del mercado petrolero, la caída de la demanda originada por la baja de la actividad económica mundial seguirá imponiendo consecuencias. Se estima que representará el doble del recorte, es decir, 20 millones de barriles diarios. Esta situación exigirá el mejor ejercicio de la diplomacia global, no solo en el seno de la OPEP, sino en todas las instituciones asociadas a la actividad petrolera.

Canadá, México y Brasil, pasarán a ser actores preponderantes de la región. Por otra parte, la comunicación entre los actores dominantes del mercado (Estados Unidos, Rusia y Arabia Saudita) será de vital importancia para la estabilidad y permanencia de la industria de hidrocarburos a nivel global.

Dicho esto, se hace aún más evidente los roles que desempeñan la diplomacia y la comunicación en conciliar los interés de los actores y los patrones de consumo del mercado.

Estamos entrando en una nueva Era Económica “de baja exposición al contacto humano”. El distanciamiento social impulsa nuevas normas sanitarias y controles tecnológicos que deben ser implementados en los ámbitos económicos, académicos y sociales; es decir, en todo aquello que involucra trabajo colaborativo, recreativo, y la agrupación de personas, incluyendo las prácticas más esenciales de la vida cotidiana. Las tecnologías para dichos controles existen, es un tema de implementarlas de la forma más racional y eficiente.

En nuestro País, el desafío aplica igualmente. La necesaria tarea de modernizar los servicios públicos esenciales, como el agua, la electricidad, las comunicaciones y la distribución de combustible, nos coloca en la inminente necesidad de acciones que demandan la rectificación, la participación efectiva y oportuna del sector institucional, el privado y el sector público. Las soluciones y alternativas están disponibles. Tenemos que avanzar hacia un gran acuerdo nacional.