Ago 17, 2022

Cambio climático: realidades

Jorge Puigbó | @JorgePPuigbo


 

El cambio climático es una de esas cuestiones cuya existencia es indiscutible. Su uso y manipulación ha traído como resultado que las pasiones, la desinformación y la irracionalidad priven en cualquier conversación sobre ello. Este artículo se limita a señalar información acerca de la materia y se apoya en datos y hechos científicamente estudiados o demostrados. El planeta se está calentando, las temperaturas así lo determinan, el nivel del mar asciende por el derretimiento del hielo de los polos y amenaza a los pequeños países del Pacifico sur; los glaciares de las montañas están desapareciendo, en Venezuela ya no quedan, el permafrost o tierra congelada que, ocupa la cuarta parte del hemisferio norte, se está calentando, son hechos irrefutables. La cuestión fundamental que se plantea y discute es qué lo produce, si es la civilización humana o es un fenómeno natural, o la suma de los dos.

Para comenzar el clima es estadística a muy largo plazo, los registros mientras más viejos mejor. Para obtener datos se utilizan instrumentos técnicos de medición instalados en las estaciones meteorológicas, con los que se recoge una cantidad grande de información (como volumen y frecuencia de lluvias, temperatura, humedad, altura, los vientos predominantes y su velocidad, etc.,) en fin, cuál es el estado y los cambios más frecuentes de la atmósfera en un lugar determinado de la tierra; es decir, un promedio en las condiciones meteorológicas de una región para saber cómo  puede interferir o afectar la actividad humana, su fin primordial, eso es clima. Por otra parte, lo que llamamos comúnmente el tiempo tiene que ver con las variaciones que se producen diariamente debidas a las condiciones meteorológicas cambiantes, hoy va a llover, mañana nevará, el domingo habrá sol.

La tierra en su evolución ha sufrido grandes cambios y los referentes a la historia del clima están bien determinados por los científicos al estudiar los estratos de la tierra, los anillos que componen la corteza de los árboles, las capas de hielos polares y glaciares, entre otros medios para obtener información. Es así que podemos decir con precisión cuales han sido las variaciones extremas que han quedado marcadas y determinar sus causas probables. Un ejemplo claro, las cuatro eras de glaciación que afectaron la tierra y que no fueron precisamente de estabilidad climática. Son muchos factores los que intervienen en el clima y el principal es el sol, nuestra principal fuente de energía, las variaciones naturales y cíclicas en la intensidad de su radiación, determinada por diferentes factores, es determinante, esto no tiene discusión, la atmosfera se contrae y expande con la temperatura. En relación a la disminución de la intensidad solar, entre las causas externas al sol, están las erupciones volcánicas, y se señalan por su importancia las que, entre los años 1275 y 1300 d.C. se produjeron en los trópicos, las partículas que lanzaron hacia el espacio en forma de aerosoles, particularmente sulfatos, permanecieron por largo tiempo en la estratosfera y opacaron la luz solar, esta es una de las explicaciones de la Pequeña Edad del Hielo, período de intenso frío que azotó y congeló principalmente zonas del hemisferio norte. Pero cuando comenzamos a creer que ya sabemos las causas que afectan el clima, nos aparecen las corrientes marinas las cuales, como inmensos ríos se desplazan por todos los océanos y mares del mundo influyendo dramáticamente en él. Ejemplo de ello, la Corriente del Golfo-Atlántico Norte, denominada técnicamente AMOC por sus siglas en inglés “Atlantic Meridional Overturnig Circulation” (Circulación Meridional de Retorno del Atlántico), ella traslada agua tibia desde el Golfo de México hasta Europa y hace posible la permanencia de los humanos en sitios como Escocia, Irlanda e Inglaterra, de no ser por ella tendrían un clima inhóspito. El caudal de esa corriente al chocar contra las masas de agua fría aumenta su densidad y se hunde profundamente volviendo a su inicio y completando el ciclo. Si esa corriente, que se mueve rápido y es sensible al agua dulce (que, como descubrieron los científicos, se debe al deshielo de Groenlandia y otros glaciares) perdiera velocidad, se produciría a largo plazo un enfriamiento en toda Europa. Según los  estiman que son pocas las probabilidades, pero según ellos ese enfriamiento pudiera ocurrir. A fines del siglo XIV, el AMOC llevó más agua cálida hacia el norte y produjo un gran deshielo ártico, toda esa masa de agua dulce helada, a través de muchos años, enfrió las aguas y disminuyó la salinidad lo cual trajo como consecuencia el colapso de la corriente y el enfriamiento de Europa, otra posible causa para la Pequeña Edad de Hielo. Son mecanismos normales de la naturaleza que todavía nos sorprenden.

Y no solo es esta corriente tan importante: otra, la Corriente del Niño causada por el fenómeno de la Oscilación Sur, que es una inversión cíclica en la presión atmosférica sobre regiones del Pacifico Sur, la cual se traduce en profundos cambios en la intensidad de los vientos Alisios, da lugar al calentamiento de las aguas superficiales en la zona tropical trayendo lluvias torrenciales sobre la costa occidental de América del Sur y un cambio del patrón climático en muchas zonas del mundo. Cuando se invierten las presiones aparece La Niña y se enfrían las aguas del océano afectando nuevamente de forma notable el clima mundial. Como vemos son ciclos impredecibles contra los cuales nada podemos hacer.

Por último, nos encontramos con el calentamiento producto de la actividad humana, el cual sí podemos controlar y cuyo grado de afectación al clima ha sido sometido a un largo y profundo debate, lo cual hasta ahora ha producido algunos acuerdos satisfactorios para control de emisiones, a saber: en 1992 la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), dos años después, en 1997, el Protocolo de Kyoto y en la Conferencia en París del 2015 el Acuerdo de Paris. El científico Chris Field dice que: “…por encima de una subida de 2 ºC, la naturaleza ya no podrá ayudarnos, tenemos opciones, pero podemos entrar en una era en la que dejemos de tenerlas, no nos confiemos. Hay tres puntos de inflexión, si los sobrepasamos, los océanos y la tierra seguirán lanzando gases de efecto invernadero a la atmósfera, aunque el hombre disminuya las emisiones. Y, por tanto, el calentamiento será imparable, al margen de lo que hagamos.