Feb 07, 2022

Blog 526

4F, Origen del Desmantelamiento Nacional


 

Este 2022 se cumplen treinta años de la sorpresiva intentona golpista del 4 de febrero. Yo – disculpen las referencias personales – vivía en Barinas. Fui de los pocos venezolanos que durmió completo esa noche. No tenía teléfono…

Al despertarme en la mañana, encendí el televisor. Carlos Fernandes hablaba del golpe y mostraba la foto del tanque de guerra en las escaleras del Palacio Blanco.

–       Un golpe, ¿en qué país será? – me pregunté ingenuamente – ¿en Argentina? – me pasó por la cabeza.

No podía salir de mi sorpresa al enterarme que la intentona era en Venezuela. Para mí, eso era prueba superada desde hacía más de treinta años. Yo era opositor, no me simpatizaba CAP; pero de ninguna manera creía que había que salir de él por métodos violentos. Y menos por intentonas militares que tan perjudiciales han resultado para América Latina.

A mí la toma de posesión de CAP, tres años antes, me había parecido un exabrupto. Una “coronación” a la par de los dos mil años del Imperio Persa que el Sha de Irán acababa de celebrar. Y eso, en medio de 60% de pobreza, me pareció imperdonable.

Luego, cuando el 27 de Febrero ocurrió el “caracazo”, lo observé como producto de la creciente pobreza y del nerviosismo colectivo por el anunció de las medidas conocidas como paquete económico. En ese momento, yo no estuve de acuerdo con esas medidas. Con el tiempo entendí que eran necesarias; pero que habían sido mal comunicadas y tenido gran resistencia del estamento político.

Ese 4F me dirigí a mi trabajo. Le aclaro a algún improbable joven que me esté leyendo que, en esa época – antes del desmantelamiento nacional – todo el mundo trabajaba y muchos sueldos alcanzaban para comprar comida, pagar hipotecas, colegio de los muchachos y tomarse unas cervecitas de vez en cuando. ¡Ah!, y las familias no estaban desperdigadas por el mundo, sino que en general vivían en Venezuela.

Como comentaba, me dirigí a mi trabajo. Allí me encontré a tres gerentes de la empresa viendo los sucesos por televisión. Uno de ellos, para buscarme la lengua, me dijo en sorna: doctor aquí todos estamos con el golpe.

–      El que esté con el golpe es un traidor a la patria – fue mi límbica respuesta.

No la pensé. Me salió del alma. Claro, mi padre sufrió cárcel, persecución y exilio cuando la dictadura de Pérez Jiménez. Y por supuesto que no podía aceptar semejante atentado contra la democracia. Para mí, eso era una felonía.

Más tarde, el comandante Chávez apareció en televisión con su lapidario “por ahora”.

EL GOLPISTA SIMPÁTICO

Me sorprendió sobremanera cómo había tanta gente con los golpistas. En Barinas muchos decían que conocían a Chávez. Que habían jugado beisbol con él, o tomado cervezas, o dado serenatas, o que lo conocían de toda la vida.

En Barinas, como en Venezuela, la intentona resultó en un baño de popularidad para el teniente coronel. Hasta se convirtió en una esperanza… habrase visto. “Un pueblo ignorante es un instrumento de su propia destrucción”, había dicho el Libertador.

La simpatía que sentía buena parte del país por Chávez, me preocupaba. Cuando apareció Caldera en el Congreso y dijo que a un pueblo no se le puede ofrecer democracia con hambre, muchos aplaudimos. Ya se gestaba el chiripero. Y cayó muy antipática la frase aquella de David Morales Bello, “muerte a los golpistas”.

En carnaval el disfraz más popular – con creces- fue el de Chávez. ¿Cuántos de esos niños disfrazados estarán hoy sufriendo con las carencias de sus hijos, o conformarán la multitudinaria diáspora? La ingenuidad nacional no observó la intentona como un acto criminal contra la democracia, que tanto nos había costado. Ni vislumbró un retorno al militarismo.

Mucho menos supo que ese acto era consecuencia de la estrategia de Fidel Castro y algunos comandantes guerrilleros derrotados en los sesenta, de infiltrar a las fuerzas militares y provocar desde allí una revolución comunista.

En el imaginario colectivo, los golpistas eran unos muchachos simpáticos que tal vez y sólo tal vez, se habían equivocado. Con qué facilidad olvidaron las decenas de muertos que provocó la acción de los “muchachos”. Todo el mundo quería visitarlos en la cárcel, abrazarlos, sacarles fotos, ponérseles a la orden.

Por cierto, el gobierno democrático los trató casi como personal VIP. Nada que ver con el trato a los presos políticos de hoy.

CAP NO PUDO SUPERAR EL GOLPE

El presidente Pérez, con arrojo e inteligencia derrotó esa intentona y la posterior del 27 de noviembre. Pero políticamente quedó con un tiro en el ala. Su paquete económico, que ya comenzaba a dar frutos: inflación en retroceso, crecimiento del PIB más alto del mundo (9%), desempleo en un dígito medio, altas inversiones, y reducción de la pobreza entre otros aspectos, comenzó a frenar a raíz de la felonía.

CAP se fue desprestigiando ante la población. Y las fuerzas vivas, que a veces se pasan de vivas, provocaron su salida. Algunos políticos pequeños, le pasaron factura, otros, buscaron atajos. Al final, el TSJ lo sacó de la presidencia.

Según el economista Miguel Rodríguez, el cerebro de las medidas económicas, con la reversión del “paquete”, los venezolanos perdimos la oportunidad de convertirnos en otro Singapur.  Y duele pensar en lo que nos hemos convertido.

En las elecciones de 1993, ganó Rafael Caldera. Su bandera fue anti “paquete”. Casi el treinta por ciento de la población, izamos esa bandera. Fue suficiente. Caldera derrotó al relevo generacional (Fermín, Velásquez y Álvarez Paz) y eso, tuvo un gran costo para el país.

Sin embargo, con el superministro Teodoro Petkoff, su gobierno mostró algunos logros. El año 1997 daba la impresión de encaminarse a la superación de la crisis. Pero el petróleo bajó de precio drásticamente en 1998, y el gobierno no pudo enfrentar ese hecho.

Por otra parte, Caldera había liberado a Chávez y su gente, ante la suprema felicidad de la población. Ni siquiera los inhabilitó. Luego diría que todos los días y por todas las vías, los venezolanos le solicitaban que soltara a “los muchachos”. Tal vez el doctor Caldera calcó su exitoso modelo de pacificación de veinte años atrás. Pero los tiempos cambian…

ESTRELLA DE ROCK

A pesar de su popularidad de estrella de rock, Chávez no tenía alta puntuación en las encuestas. Lo opacaba la alcaldesa y reina de belleza Irene Sáez.

Luego Irene se desinfló, y medios televisivos y de prensa comenzaron a inflar al comandante. Creyeron que con su triunfo electoral llegarían al poder y manejarían al inexperto militar. Cuando Chávez arrasó en las elecciones, hasta nombró ministro a la esposa de un dueño de medios. Al final todos fueron expropiados, demandados… casi que arruinados.

El 4F se convirtió en un triunfo político para los alzados. Lo demás es historia. Pero lo que es obvio es que esa fatídica fecha es el origen de este desmantelamiento nacional que padecemos. De este casi ex país. La destrucción de Venezuela para comerte mejor y permanecer para toda la vida en el poder.

Y sin echarle la culpa a nadie. Chávez obtuvo el 56 % de los votos en 1998 y el apoyo de muchos empresarios y políticos a la búsqueda de mangos bajitos. Y luego se cansó de ganar elecciones. Cada quién que asuma su responsabilidad histórica.

Pero hoy lo más importante, es que los ciudadanos nos activemos para lograr la indispensable superación de la calamidad que padecemos.

Hay que conocer la historia, para no repetirla.

PD: Lo lamentable no es la muerte súbita del revocatorio, sino la mansedumbre de los políticos y los ciudadanos ante este hecho.

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Venezuela merece una industria petrolera de primera, que sea capaz de contribuir a la construcción de un país de primera. ¡Hasta cuándo!

Esta columna se publica en Informe 21, y en la revista Petroleum.

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CURRICULUM VITAE / RAFAEL GALLEGOS CASTRO

Ingeniero de petróleo, Consultor Gerencial Independiente, Facilitador de talleres a empresas y columnista semanal en la prensa nacional. Ha dictado alrededor de 400 talleres de Gerencia y de Petróleo. Consultor Gerencial.

Profesor invitado en el Programa Internacional de Gerencia de Hidrocarburos en el IESA. Profesor invitado en programa de CENDECO Entorno Social, en la Universidad Metropolitana. Coordinador De Diplomado “Diplomacias, Petróleo y otras formas de Energía”, en la UCV. Coordinador Del Diplomado “Venezuela Energética” en la UCAB. Charlista de “El entorno como componente estratégico del negocio” ante ejecutivos de PEMEX en Villahermosa, México.

Trabajó 23 años en PDVSA donde se desempeño como operador en los campos petroleros e ingeniero de yacimientos y de planificación en las áreas de Oriente, Zulia y Barinas y Apure. Fungió Jefe de Planificación de Operaciones en Corpoven Barinas, Consultor Gerencial de Mejoramiento Continuo de Corpoven, Líder de Inversión Social de PDVSA EyP, Gerente de Asuntos Públicos de PDVSA SUR, Gerente General de AC Voluntariado de PDVSA y líder de proyecto de microempresarios del CIED ( COFIE oriente).

Coautor (en conjunto con Eddie Ramírez) del libro: “Petróleo y gas, el caso Venezuela”, año 2015. Ha sido coautor de libros/compilación de diversos autores acerca de Gerencia y Responsabilidad Social. Columnista semanal del Diario 2001 desde el año 2005 hasta el 2011. Actualmente publica artículos semanales en su Blog “Petróleo sin Reservas”, que son reproducidos en los periódicos digitales de Estados Unidos: Informe21, Diario de Caracas y El Punto News.

Se graduó de Ingeniero de Petróleo en la UCV en 1979 y realizó estudios parciales de postgrado en Finanzas en la misma universidad en los años 1983 y 1984.

Es miembro del Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV), de la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Petróleo (SVIP), del sindicato de trabajadores petroleros Unapetrol, miembro Fundador del Centro de Orientación de Energia (COENER), y miembro del Equipo Coordinador de Gente del Petróleo.

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