Adán y Eva cocinaban con leña


 

Jorge Zajia

Jorge Zajia | Editor in Chief

Adán y Eva fueron el primer hombre y la primera mujer que poblaron la Tierra, luego que Yahveh los expulsó del Jardín del Edén por desobedientes; pues Eva, cansada y aburrida de cocinar con leña, convenció al bueno de Adán que mejor comieran los frutos prohibidos del árbol de la ciencia del bien y del mal; o sea las deliciosas, pero pecaminosas, manzanas.

El Homo Erectus, nuestro antepasado más antiguo y lejano conoció el fuego hace 1.600.000 años y no fue de forma casual o fortuita, sino que lo hizo de manera intencionada -lo inventó-, frotando un palo de madera seca. A pesar de esta afirmación, las primeras evidencias del uso del fuego por el hombre consisten en fragmentos de arcilla roja de 1.400.000 años de antigüedad. Hoy día se tiene por cierto que el Homo Sapiens descubrió oficialmente el fuego hace 790.000 años.

El lignum (trozo de madera), conocido en el mundo moderno como leña, ha sido el combustible natural por excelencia con el que ha contado la humanidad para satisfacer todas sus necesidades energéticas. Ya para 1830 -hace apenas dos siglos-, se inventan nuevas comodidades para hacer más amigable el uso de la leña como los fósforos, luego vinieron las velas y más tarde hizo su aparición el “quinque” o lámpara con tubo de cristal, depósito de combustible, a los cuales, para que el fuego se mantuviera encendido se les ponía aceite de piedra o petróleo.

Nuestro propósito no es hacer una apología de la noble leña. Basta con decir que después de tantos años -todos los años que tiene el hombre sobre la tierra, y quizás desde antes-, la leña o carbón vegetal participa con un muy respetable e importante 10% (realmente entre 8-12%, no se tiene una medida exacta) en el cuadro del consumo mundial de energía.

Esta breve reseña histórica, razonada, de la evolución de la leña, desde su descubrimiento hasta nuestros días, la traemos a colación con la intención de llamar la atención a los sesudos analistas energéticos, sobre la vigencia de los hidrocarburos -que ya se conoce de su abundancia ilimitada-, como la principal fuente de energía de la humanidad por varios siglos más.

“Elemental, mi querido Watson”, como diría Sherlock Holmes (el celebérrimo personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle, a quien se le atribuye esa frase que nunca pronunció en sus novelas). Si la leña o carbón vegetal, que, aunque es un formidable energético, es de mucho menos calidad y versatilidad que los hidrocarburos, es una aventura sin sentido y despropósito, pronosticar con vehemencia y seguridad, que la vida útil del petróleo tiene sus días contados. Que dentro 10 o 20 años ya no va a ser importante.

En esta misma página -en la sección “Una gráfica dice más que mil palabras”-, hemos publicado sendas gráficas que pronostican el “Consumo de Energía Primaria en el Mundo” hasta el 2030. Esos estudios le asignan a la energía nuclear 4.4% y a las energías renovables (solar, eólica, hidroelectricidad, biomasa, leña y otros) 9,6%. Los hidrocarburos continúan copando la escena con una participación del 85.9%, con el gas natural con un 23.8%. el carbón con 29, 2% y el rey liderando el consumo petróleo con el 32,9%, y creciendo.

Quise hacer estas consideraciones, o especulaciones, generales, para llamar la atención sobre quienes basan sus análisis sobre la certeza que el petróleo va a dejar de ser útil dentro de muy pocos años. Ese pronóstico no tiene un respaldo científico real. La discusión está abierta.