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    Renace el optimismo    

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Jorge Zajia

Jorge Zajia | Editor in Chief

Aunque sobran los motivos para ser cautelosos, porque “la culebra ha picado varias veces”, el repunte, discreto pero sostenido, de la actividad petrolera mundial ha despertado nuevamente el optimismo entre las mujeres y hombres que viven de la explotación del oro negro, o “excremento del diablo”, según sean los ojos con que se mire.

En estos tiempos se están tomando las cosas con calma, porque aún persiste la incertidumbre que se cierne sobre las tendencias de la economía mundial, que se mueve al vaivén de una situación geopolítica muy complicada que amenaza la paz mundial, por lo que hay que actuar con mucho cuidado ya que no se tiene la certeza del rumbo que transitará el mundo en el futuro cercano.

La otra variable que regula y cataliza la expansión vertical de la actividad petrolera, es el cambio estructural que se ha producido a raíz de la caída libre de los precios en los años recientes del crudo, que ha obligado a que el negocio de la explotación del preciado combustible sea más eficiente; para ello, es pertinente decirlo, ha contado con una herramienta formidable que es la tecnología, cuyo desarrollo está rompiendo los paradigmas del pasado, conduciendo a una explotación mas económica, y más limpia, de las

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fuentes de energía, principalmente de los hidrocarburos. Las proyecciones de hoy, sin embargo, apuntan a que antes que finalice el 2018 el consumo mundial de petróleo será de 100 MMBPD, según el pronóstico de la OPEP, que afirma que esa meta se alcanzará antes de lo previsto, y algunos análisis de la banca especializada afirman que muy pronto el precio del crudo volverá a coquetear con los 100 dólares por barril.

Un lustro de precios relativamente del petróleo y el gas natural ha tenido como consecuencia el incremento de su consumo, en detrimento de las otras fuentes que conforman la matriz del consumo energético mundial, tales como el carbón, la madera (gracias a Dios) y las fuentes de energía renovables, más costosas por unidad de energía producida (BTU) y con severas limitaciones para su aplicación práctica y eficiente.

El vigoroso repunte de la actividad petrolera global, con Estados Unidos a la cabeza como el mayor productor de petróleo delante de Arabia Saudita y Rusia, reafirman que los hidrocarburos son la principal e insustituible fuente de energía con que cuenta la humanidad; mucho más ahora que se está produciendo un cambio estructural en sus patrones de explotación, para que satisfaga a plenitud los tres principios fundamentales que debe satisfacer toda fuente de energía: abundante, seguro y barato.

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